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Pancartas que portaban manifestantes el pasado 25 de noviembre, el día por la erradicación de las violencias contra las mujeres. Marilú BáezDomingo, 21 de diciembre 2025, 00:12
... palacio de La Moncloa y en el PSOE, con las sonadas previas protagonizadas por Íñigo Errejón (Más País) o Juan Carlos Monedero (Podemos). ¿Es que en otros entornos, en los partidos políticos conservadores en particular, no se pronuncian según qué palabras dirigidas a las mujeres, que las cosifican, las humillan y las atemorizan? Parecía raro, como demuestra el goteo de casos que ahora salpica a otras fuerzas políticas. Pero podría diseñarse una investigación tal como se hace en las ciencias sociales, planteando una hipótesis que podría confirmarse o falsarse: ¿En el ámbito de la izquierda hay más acoso a las mujeres que en los entornos más conservadores o es que las mujeres de la órbita progresista están más informadas, más formadas en el feminismo o son más proclives a denunciar las machistadas que sufren por cualquier otra razón?Estas militantes de la izquierda son también las que en numerosas ocasiones a lo largo de la historia se han enfrentado a sus propios partidos para lograr avances. Lola Sánchez, quien fuera diputada autonómica de la primera legislatura y después la parlamentaria más joven en el Congreso de los Diputados en el año 1986, en una entrevista con este periódico, recordaba, en primer lugar, que las mujeres del PSOE están planteando que se expulse del partido a cualquier militante del que se sepa que consume prostitución; y, en segundo lugar, que, a mediados de los años ochenta, justo después de lograr que se aprobara la ley del aborto, las mujeres socialistas elevaron a escala nacional lo que estaban peleando en sus propias filas para meter más presión a sus cuadros dirigentes: querían entonces que las mujeres tuvieran un 25% de los puestos en las listas. Lola Sánchez apuntaba en esa misma entrevista que sus correligionarias quisieron urdir lazos con mujeres de partidos conservadores: «Celia Villalobos, por ejemplo, estaba a favor de la despenalización del aborto y Luisa Fernanda Rudí era una mujer de derechas, por supuesto, pero con la que se podía hablar». Pero lamentaba que fuera un intento frustrado, porque «los partidos en los parlamentos están bastante por encima de la individualidad».
Oportunidad para la unidad
Ahora hay una nueva oportunidad para la unidad de todas las mujeres de la política al margen de ideologías y filiaciones para romper el silencio sobre los abusos y exigir que los partidos sean espacios seguros para ellas. Pero no hay gran esperanza en que eso se consiga. El feminismo ha vuelto a entrar en campaña de la peor manera posible y las fuerzas políticas ahora se arrojan unas a otras los casos de acoso y abuso en lugar de reconocer la realidad tal como es: pasa en todas partes, lo único que tienen en común estos casos es que es presunto acosador siempre es un hombre.
Los avances que ha vivido España en las últimas décadas mucho les deben a las mujeres que con frecuencia antepusieron la causa feminista a la paz interna en sus partidos
En muchas ocasiones se ha afirmado que las feministas de militancia única –porque la ejercían únicamente en el feminismo– tenían un mayor compromiso con la causa de las mujeres que las de doble militancia –por ejercerla también en un partido político–, pero los avances que ha vivido España en las últimas décadas mucho les deben a quienes con frecuencia antepusieron la causa feminista a la de la paz interna en sus partidos. No porque fueran antes feministas que socialistas –o que comunistas–, sino porque la izquierda es libertad e igualdad –también de género– y defender la igualdad y la libertad de las mujeres es defender la esencia de la izquierda.
Así que lo que está sucediendo ahora cuando las socialistas denuncian a sus propios compañeros de siglas por sus comportamientos machistas, por sus agresiones físicas y verbales, poniendo así en una posición muy delicada a su partido, al Gobierno de Pedro Sánchez, en un momento en que se ve asediado además por importantes casos de corrupción, enlaza con esa tradición: en los momentos decisivos la militancia feminista se sobrepone a la de partido. Y ocurre ahora porque el grado de conciencia ha crecido y se sabe con precisión el nombre de lo que siempre ha ocurrido y ahora ya empieza a no tolerarse.
Las 300 socialistas malagueñas que han suscrito un documento que reclama que su organización sea segura para las mujeres también instan a que todas las organizaciones políticas sean espacios seguros y que las mujeres que sufran agresiones machistas las denuncien.
Las socialistas arriesgan mucho: las izquierdas que ganan elecciones en el mundo lo hacen gracias al voto femenino, pero otra cosa es que las mujeres empiecen a ver en la derecha un refugio para su libertad y su seguridad, porque la historia lo desmiente
Las izquierdas que todavía son capaces de ganar elecciones en el mundo lo hacen gracias al voto femenino, que ve mejor representados sus intereses en esas fuerzas políticas. Pero aquí en España la contradicción entre el discurso por la igualdad y feminista de las izquierdas y la realidad del comportamiento de algunos importantes militantes y cargos públicos pone en riesgo el voto de las mujeres a las fuerzas progresistas. Otra cosa es que las mujeres empiecen a ver en la derecha un refugio para su libertad y su seguridad, porque la historia de las votaciones en el Congreso de los Diputados, por ejemplo y sin ir más lejos, lo desmiente.
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