Friday, 12 de December de 2025
Cultura

'Artes de la Tierra', en el Museo Guggenheim: En busca de nuevas materias para la creación

'Artes de la Tierra', en el Museo Guggenheim: En busca de nuevas materias para la creación
Artículo Completo 861 palabras
Comentaba el responsable de las colecciones de Iberdrola que, cuando desde el Museo Guggenheim les preguntaron qué exposición querían patrocinar esta temporada, eligieron esta sin dudarlo. Seguramente no se equivocaron: esta muestra, que reúne a cuarenta y cinco artistas de todo el orbe, es especial por varias razones; no sólo porque al tratar esencialmente de sostenibilidad, es buena para la imagen de la marca.Aquí se propone –sin caer en el dogmatismo– un cambio de paradigma, puesto que se exploran las inauditas posibilidades expresivas de una serie de materiales que la tradición occidental había dejado de lado y que, cuando las cuestiones ambientales se sitúan en el centro del debate, (re)aparecen de forma natural, cargadas de nuevas resonancias y sentidos; al igual que cobran interés una serie de artes tradicionales que el relato del 'gran arte' –occidental– había excluido.Noticias relacionadas estandar No Muere Frank Gehry, arquitecto del Guggenheim de Bilbao, a los 96 años Fredy Massad estandar Si CRÍTICA DE: ''Anatomía del espacio', en el Museo Guggenheim: Maria Helena Vieira da Silva, acotar el universo Noemí MéndezSin duda, esta exposición ha exigido un esfuerzo de producción bastante colosal, único y pionero: como advierte su comisario, Manuel Cirauqui, las obras –más de cien– que se exponen en 'Artes de la Tierra' representan muy exactamente lo contrario de lo que se supone que la institución museística –veterana y agotada en bastantes sentidos– debe atender. El museo, dice su leyenda, conserva, es el guardián de la memoria; pero casi todo aquí es efímero, vegetal, húmedo, biodegradable, realizado especialmente para la ocasión, a menudo con materiales de la propia región y en muchos casos destinado a volver a su emplazamiento original (en la Naturaleza).Reto para el museoEs un reto para el museo (hay que meter en él todo aquello que aterra al museólogo: humedad, organismos vivos, hongos…), es un cuestionamiento de su propia identidad y es una experiencia pionera que puede resultarle útil a otros museos.'Artes de la Tierra' ocupa siete salas del Guggenheim y no tiene una estructura clara, sino que deja que se formen –dice el comisario– «enjambres de afinidad material y ecopoética en cada uno de los espacios». En la primera sala se propone, eso sí, «un reconocimiento histórico de algunas figuras que pudieron intuir, prefigurar o encarnar la mutación que el arte habría de experimentar a la luz del cambio climático a finales del siglo XX y principios del XXI». Hay una curiosa pieza de Dubuffet, otra de Beuys… Y obras conceptuales de los años sesenta y setenta que aluden a la relación del cuerpo con la tierra, como las de Ana Mendieta o la recién homenajeada Fina Miralles, o esculturas antimonumentales realizadas con arena o paja como las de Meg Webster o Givanni Anselmo.En origen. En las imágenes, de arriba abajo, 'Los antiguos' (2024), de Asunción Molinos Gordo; pieza de Anselmo; y 'Mariposa I (Butterfly I)', de Frederick Ebenezer Okai (2022) ABCPero la pieza central –acaso la más espectacular de toda la exposición– es 'Bruja (Sorgin)', de la colombiana Delcy Morelos, que definiré como una enorme –ocupa toda una sala– escultura minimalista, rigurosamente geométrica y lisa, realizada con tierra y barro, provista de una cueva y –esto es importante a lo largo de toda la muestra porque expande la experiencia sensorial– que desprende un embriagador olor a humus fresco. Más allá, un montículo de hierba de Hans Haacke –nada menos–, las 'Cajas de Ward' de su admiradora Isa Melscheimer –cajas de metacrilato en las que se desarrollan ecosistemas– o la instalación del pakistaní Asad Raza, compuesta de veintiséis árboles de otras tantas especies locales que serán replantados en un parque público. En las siguientes salas se muestran algunos trabajos realizados directamente con tierra, barro y materiales híbridos: las piezas de cerámica esbozadas con minerales que se encuentran en el planeta Venus de Óscar Santillán, una enorme escultura de adobe del argentino Gabriel Chaile, o los módulos que David Bestué ha realizado con limos de la ría del Nervión.arte_abc_0724Y otro de los platos fuertes de la muestra: los trabajos textiles de Claudia Alarcón y la Unión Textiles Semillas, un colectivo de mujeres argentino. Hay algunas obras históricas de Richard Long o Dennis Oppenheim, documentos y piezas procedentes del Museo Etnográfico, y la muestra la cierra, cómo no, Agustín Ibarrola, cuyas obras sobre madera se rodean de piezas espectaculares de José María Sicilia, el 'povera' Giuseppe Penonhe o Gabriel Orozco.'Artes de la Tierra' Colectiva. Museo Guggenheim. Bilbao. Comisario: Manuel Cirauqui. Patrocinador: Iberdrola. Hasta el 3 de mayo de 2026. Cuatro estrellas.'Artes de la Tierra', por tanto, no será solo la mejor cita de la temporada en el Guggenheim –según su patrocinador–, sino una experiencia maravillosa destinada a suscitar nuevas reflexiones sobre las materias del arte y nuevas posibilidades discursivas.

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Comentaba el responsable de las colecciones de Iberdrola que, cuando desde el Museo Guggenheim les preguntaron qué exposición querían patrocinar esta temporada, eligieron esta sin dudarlo. Seguramente no se equivocaron: esta muestra, que reúne a cuarenta y cinco artistas de todo el orbe, es ... especial por varias razones; no sólo porque al tratar esencialmente de sostenibilidad, es buena para la imagen de la marca.

Aquí se propone –sin caer en el dogmatismo– un cambio de paradigma, puesto que se exploran las inauditas posibilidades expresivas de una serie de materiales que la tradición occidental había dejado de lado y que, cuando las cuestiones ambientales se sitúan en el centro del debate, (re)aparecen de forma natural, cargadas de nuevas resonancias y sentidos; al igual que cobran interés una serie de artes tradicionales que el relato del 'gran arte' –occidental– había excluido.

Sin duda, esta exposición ha exigido un esfuerzo de producción bastante colosal, único y pionero: como advierte su comisario, Manuel Cirauqui, las obras –más de cien– que se exponen en 'Artes de la Tierra' representan muy exactamente lo contrario de lo que se supone que la institución museística –veterana y agotada en bastantes sentidos– debe atender. El museo, dice su leyenda, conserva, es el guardián de la memoria; pero casi todo aquí es efímero, vegetal, húmedo, biodegradable, realizado especialmente para la ocasión, a menudo con materiales de la propia región y en muchos casos destinado a volver a su emplazamiento original (en la Naturaleza).

Es un reto para el museo (hay que meter en él todo aquello que aterra al museólogo: humedad, organismos vivos, hongos…), es un cuestionamiento de su propia identidad y es una experiencia pionera que puede resultarle útil a otros museos.

'Artes de la Tierra' ocupa siete salas del Guggenheim y no tiene una estructura clara, sino que deja que se formen –dice el comisario– «enjambres de afinidad material y ecopoética en cada uno de los espacios». En la primera sala se propone, eso sí, «un reconocimiento histórico de algunas figuras que pudieron intuir, prefigurar o encarnar la mutación que el arte habría de experimentar a la luz del cambio climático a finales del siglo XX y principios del XXI». Hay una curiosa pieza de Dubuffet, otra de Beuys… Y obras conceptuales de los años sesenta y setenta que aluden a la relación del cuerpo con la tierra, como las de Ana Mendieta o la recién homenajeada Fina Miralles, o esculturas antimonumentales realizadas con arena o paja como las de Meg Webster o Givanni Anselmo.

Pero la pieza central –acaso la más espectacular de toda la exposición– es 'Bruja (Sorgin)', de la colombiana Delcy Morelos, que definiré como una enorme –ocupa toda una sala– escultura minimalista, rigurosamente geométrica y lisa, realizada con tierra y barro, provista de una cueva y –esto es importante a lo largo de toda la muestra porque expande la experiencia sensorial– que desprende un embriagador olor a humus fresco. Más allá, un montículo de hierba de Hans Haacke –nada menos–, las 'Cajas de Ward' de su admiradora Isa Melscheimer –cajas de metacrilato en las que se desarrollan ecosistemas– o la instalación del pakistaní Asad Raza, compuesta de veintiséis árboles de otras tantas especies locales que serán replantados en un parque público.

En las siguientes salas se muestran algunos trabajos realizados directamente con tierra, barro y materiales híbridos: las piezas de cerámica esbozadas con minerales que se encuentran en el planeta Venus de Óscar Santillán, una enorme escultura de adobe del argentino Gabriel Chaile, o los módulos que David Bestué ha realizado con limos de la ría del Nervión.

Y otro de los platos fuertes de la muestra: los trabajos textiles de Claudia Alarcón y la Unión Textiles Semillas, un colectivo de mujeres argentino. Hay algunas obras históricas de Richard Long o Dennis Oppenheim, documentos y piezas procedentes del Museo Etnográfico, y la muestra la cierra, cómo no, Agustín Ibarrola, cuyas obras sobre madera se rodean de piezas espectaculares de José María Sicilia, el 'povera' Giuseppe Penonhe o Gabriel Orozco.

Colectiva. Museo Guggenheim. Bilbao. Comisario: Manuel Cirauqui. Patrocinador: Iberdrola. Hasta el 3 de mayo de 2026. Cuatro estrellas.

'Artes de la Tierra', por tanto, no será solo la mejor cita de la temporada en el Guggenheim –según su patrocinador–, sino una experiencia maravillosa destinada a suscitar nuevas reflexiones sobre las materias del arte y nuevas posibilidades discursivas.

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Fuente original: Leer en ABC - Cultura
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