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Más allá de Alphabet, diversifica su patrimonio apostando principalmente por proyectos disruptores de inteligencia artificial avanzada, aviación autónoma eléctrica y salud digital.
Larry Page ha multiplicado por dos su fortuna en 2025, al calor del rally bursátil de Alphabet. Desde el pasado abril, cuando su patrimonio estaba valorado en cerca de 125.000 millones de dólares, se ha disparado hasta superar los 250.000 millones. En las últimas semanas, se ha alternado la segunda posición del ránking entre las mayores fortunas del planeta con Larry Ellison (Oracle) y Jeff Bezos (Amazon).
A diferencia del gusto por los focos que predomina entre los emprendedores tecnológicos, el cofundador de Google mantiene un perfil público muy bajo, aunque su influencia en Silicon Valley está fuera de toda duda. Solo ostenta el 3% de Alphabet, pero controla la mayoría de los derechos de voto junto a Sergey Brin, el otro fundador del buscador.
Con una capitalización que se acerca ya a los cuatro billones de dólares, no es de extrañar que Page haya ascendido de forma meteórica hasta el pódium de las mayores fortunas del planeta con solo un 3% de la compañía. Se trata de su principal activo.
Más allá de Alphabet, Page ha diseñado una estrategia de inversión basada en dos pilares: la apuesta por tecnologías de frontera, especialmente inteligencia artificial, robótica, biomedicina, energía limpia y aeronaves autónomas; y la creación de un ecosistema patrimonial extremadamente discreto, en el que conviven sociedades de inversión, fundaciones filantrópicas y activos inmobiliarios prémium muy exclusivos, pero sin invertir en propiedades icónicas o ilustres que atraigan una atención indeseada.
En 2019, Page dejó de ser consejero delegado de Alphabet, aunque continúa siendo uno de sus mayores accionistas individuales. Gracias a la estabilidad financiera de su principal activo, su estrategia de diversificación se centra en proyectos disruptores de largo recorrido que no ofrecen un retorno inmediato.
Ciencia y tecnología
Desde hace una década, Page impulsa discreta pero activamente start up de inteligencia artificial avanzada, aviación autónoma eléctrica y salud digital, tres campos que considera esenciales para la próxima revolución tecnológica. Su filosofía de inversión está alineada con el tipo de iniciativas que también suelen apoyar sus compañeros en el pódium de las mayores fortunas del mundo.
Entre sus grandes apuestas figuran, por ejemplo, Kitty Hawk y Wisk Aero, ambas dedicadas al desarrollo de taxis aéreos eléctricos autónomos. Aunque Kitty Hawk dejó de operar en 2022, buena parte de su tecnología pasó a Wisk, compañía participada también por Boeing y considerada uno de los actores más avanzados en la carrera por la aviación urbana sin piloto.
La biotecnología y la medicina regenerativa constituyen el segundo gran bloque de su patrimonio. Page es, junto a Sergey Brin, uno de los principales impulsores económicos de Calico, la empresa de Alphabet centrada en la longevidad y la investigación del envejecimiento. También ha financiado proyectos independientes en bioinformática, análisis masivo de datos genéticos y terapias celulares experimentales.
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