Jueves, 18 de diciembre 2025, 01:00
... la pobreza, y un próspero negocio de la droga (más allá de su fanatismo religioso, los talibanes son eficaces narcotraficantes). En 2021, después de 20 años de guerra y dolor, todo volvió a su punto de partida, con esos bandidos dueños de la vida y hacienda de todo un pueblo. Los talibanes que atormentan a todos los que piensan y actúan distinto, son los hijos de los que en los años 80 del pasado siglo eran aclamados por EEUU como 'luchadores por la libertad'. Eran igual de sectarios y criminales pero eso no le importaba a la CIA, que los financió a espuertas (unos 40.000 millones de dólares según «The Cost of an Afghan 'Victory'», en The Nation). En esa época mataban a los comunistas y otros sectores laicos que, con luces y sombras, intentaban modernizar un país que acumulaba brutalidad y opresión desde siglos, en especial contra la mujer. El 'gran crimen' de Najibullah, último presidente en esta etapa, fue intentar que las mujeres pudieran estudiar o proteger el patrimonio cultural del país. Murió castrado, torturado y colgado por los muyahidines. Osama bin Laden y otros hicieron su carrera de terroristas bien pertrechados de las armas y suministros de la CIA y bajo el manto protector inicial de Arabia Saudí.Los fanáticos asesinos, aunque se vistan la toga, no cambian, disimulan, sea cual sea el origen y pelaje con que se escuden para causar dolor a los demás. No se puede clamar con lo de Afganistán y no mirar a otros de la misma calaña. No habrá decencia en este mundo si los derechos humanos de cualquier semejante se convierten en algo secundario, de un día y olvidar al siguiente. Aunque nos pille lejos.
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