Pedro Sánchez en una ilustración realizada por EL ESPAÑOL.
Macroeconomía Casi una de cada cinco familias españolas no puede encender la calefacción, el doble desde que Sánchez llegó a MoncloaMás hogares apagan la calefacción para poder llegar a fin de mes, pero aquellos que dedican más de un 40% de su renta a pagar la vivienda se han reducido.
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Laura Piedehierro Publicada 27 diciembre 2025 02:14hLas claves nuevo Generado con IA
Casi una de cada cinco familias españolas no puede mantener su vivienda caliente en invierno, el doble que en 2017.
El porcentaje de hogares afectados por pobreza energética alcanzó un pico histórico del 20,8% en 2023, antes de bajar levemente al 17,5% en 2024.
Las causas principales son la subida de precios energéticos, la ineficiencia térmica de los edificios y la precariedad laboral.
España supera ampliamente la media europea de pobreza energética, con un 17,5% frente al 9% de la Unión Europea.
En 2017, el último año completo antes de que Pedro Sánchez se convirtiera en presidente del Gobierno, apenas un 8% de la población española reconocía no poder mantener su casa a una temperatura adecuada durante el invierno. En 2024, esa proporción se acerca al 18%, casi el doble. Es decir, una de cada cinco familias pasa frío en su propia vivienda.
El dato procede de Eurostat, que cada año pregunta a los hogares europeos si pueden mantener su casa caliente.
El indicador no mide cuántas calefacciones se encienden, sino quién puede permitirse hacerlo sin tener que renunciar a otras necesidades básicas como la alimentación o el pago del alquiler. En la práctica, refleja el grado en que la energía es asequible para la población.
Los Presupuestos de nunca acabar: una nueva prórroga deja sin sentido una legislatura sin control de las cuentas públicasSi se analiza la última década, entre 2015 y 2019, la tendencia fue relativamente estable. La tasa se movió entre el 7,5% y el 10,6% y España llegó a situarse por debajo de la media europea.
El mínimo se registró justo antes de la pandemia, cuando sólo un 7,5% de los hogares admitía dificultades para calentar su vivienda.
A partir de 2020, la curva cambia de sentido.La crisis económica originada por la Covid-19 redujo la renta disponible de muchos hogares, especialmente de trabajadores precarios y autónomos.
Las restricciones y la caída del empleo se tradujeron en menos ingresos y más tiempo en casa, lo que elevó el consumo energético sin que las ayudas llegaran a toda la población.
En 2021, la recuperación aún era frágil y la inflación energética empezó a notarse: el coste del kilovatio hora y los combustibles domésticos comenzaron a subir con fuerza.
Un año después, la invasión de Ucrania desencadenó la crisis del gas más grave en Europa desde los años 70. El aumento instantáneo del precio de esta materia prima se trasladó al recibo de la luz.
La estadística de Eurostat muestra esa evolución con nitidez: 10,9% en 2020, 14,2% en 2021, 17,1% en 2022 y un pico histórico del 20,8% en 2023, antes de corregir suavemente hasta el 17,5% en 2024.
La moderación se ha producido gracias a la caída parcial de los precios energéticos.
El año en que España vivió el gran apagón: así se pasó del colapso a la resiliencia de la red eléctrica después del 28 de abrilLa ineficiencia térmica del parque inmobiliario, con millones de edificios viejos y mal aislados, agrava el problema: calentar una vivienda poco eficiente cuesta entre un 25% y un 40% más.
También pesa la precariedad laboral. Los hogares con ingresos irregulares no pueden planificar un gasto energético estable; muchos prefieren vivir con el termostato bajo para evitar facturas impagables.
En los últimos años, incluso con medidas de alivio —como el tope ibérico al gas o las bonificaciones sociales para la electricidad—, buena parte de los beneficiarios no reúne las condiciones para solicitarlas o no está inscrita en el sistema.
La suma de todo ello explica que, pese a la cierta moderación reciente en los precios, la tasa de pobreza energética siga en niveles muy por encima de los previos a la pandemia.
España frente a Europa
España sale mal parada en la comparación con Europa.En 2015, nuestro país estaba ligeramente por debajo de la media comunitaria. Diez años después, se encuentra entre los estados con mayor porcentaje de población que no puede mantener su vivienda caliente.
La media de la Unión Europea ronda el 9%, menos de la mitad que en España.
Sólo unos pocos países presentan cifras similares o peores. Bulgaria y Grecia se sitúan en torno al 19%, mientras Lituania roza el 18%. Rumanía y Portugal superan el 15%.
En el otro extremo, Finlandia, Polonia, Eslovenia o Luxemburgo apenas llegan al 3%. Son países con viviendas mejor aisladas, redes de protección social más automáticas, y donde el peso de la factura energética sobre el ingreso familiar es mucho menor.
Esfuerzo financiero
La trayectoria del esfuerzo financiero por la viviendaes mucho más moderada y, en el caso español, apunta a una ligera mejora. Desde que Sánchez llegó a la Moncloa se ha registrado una reducción de 2 puntos.
Entre 2015 y 2017, la tasa de sobrecarga de vivienda se redujo del 10,3% al 8,8%. Cayó algo más entre 2018 y 2020, repuntó en 2021 y 2022 y volvió a bajar en 2023 y 2024.
El balance desde 2015 es una bajada de más de dos puntos porcentuales en el porcentaje de población que supera el umbral del 40% de su renta destinada a la vivienda.
Esta evolución se explica por una combinación de factores. Durante buena parte de la década, los tipos de interés históricamente bajos rebajaron la carga mensual de quienes tenían hipoteca, lo que alivió de forma directa la tasa de esfuerzo de los propietarios.
La inestabilidad política del Gobierno pasa factura ya a las empresas: la mitad reconocen verse impactadas en su día a díaAl mismo tiempo, los ingresos medios crecieron de manera moderada —sobre todo por la recuperación del empleo tras la pandemia—, lo que hizo que, en términos estadísticos, el peso del gasto en vivienda sobre la renta disminuyera.
A eso se sumaron medidas puntuales de protección durante los años de la Covid-19, como las moratorias hipotecarias, las congelaciones de alquileres y las ayudas temporales que contuvieron los desahucios y moderaron parcialmente el esfuerzo de los hogares más vulnerables.
La CNMC apuesta por adaptar la retribución a las eléctricas a las objeciones del Consejo de Estado y mantenerla en el 6,58%Sin embargo, este alivio no fue general. A medida que bajaba el esfuerzo entre los propietarios, el acceso al alquiler se hacía más difícil, especialmente en las grandes ciudades, donde los precios han subido mucho más rápido que los salarios.
En la UE, la tasa media de sobrecarga de vivienda se sitúa en torno al 8,2%, ligeramente por encima del 7,8% español. Por tanto, las cifras sitúan a España en la parte media‑baja de la tabla en este indicador.
Grecia sigue siendo el caso extremo, con cerca de tres de cada diez personas viviendo en hogares que destinan el 40% o más de sus ingresos a la vivienda.
Dinamarca y Alemania se mueven en un rango de entre el 12% y el 15%, también muy por encima de España.
En el otro extremo se sitúan Chipre, Croacia o Eslovenia, donde sólo entre el 2% y el 4% de la población cruza ese umbral crítico.