La campeona olímpica se aleja de las redes tras “colapsar”, en medio de una ola de deportistas que huyen del odio digital y sus efectos mentales: expertos de diferentes ámbitos lo analizan en MARCA
- NACHO LABARGA
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Carolina Marín ha dicho basta. “He colapsado. No estoy en mi mejor momento. Quiero ser feliz y para eso tengo que encontrar la felicidad en muchas cosas”. Con esa confesión, la campeona olímpica y triple campeona del mundo de bádminton anunció que se retira temporalmente de las redes sociales. Sin lesión ni polémica deportiva detrás: puro agotamiento mental. La número uno que volvió de una rotura de ligamentos y de la pérdida de su padre ahora se enfrenta a un enemigo invisible —el ruido digital— que no deja de crecer en el deporte.
Carolina Marín dice que ha "colapsado" y deja las redes sociales“Va siendo hora de pensar en una misma, para reflexionar de verdad sobre muchas cosas. Una de las decisiones que voy a tomar va a ser aislarme de las redes sociales”, escribió la onubense. Su mensaje, sincero y sin dramatismo, ha tocado una fibra sensible en el deporte en general y en el español en particular: cada vez más deportistas se están desconectando para proteger su salud mental.
“He colapsado. No estoy en mi mejor momento. Quiero ser feliz y para eso tengo que encontrar la felicidad en muchas cosas
Carolina Marín
Un patrón que se repite
Ana Peleteiro ya lo hizo meses atrás, harta de los insultos racistas tras reivindicar sus raíces mestizas: “El himno de España sonará en todos los colores”, dijo tras ganar el oro en los Europeos. La respuesta fue una avalancha de odio. La saltadora gallega borró sus redes y se refugió en el entrenamiento. También la base Silvia Domínguez, referente del Perfumerías Avenida, decidió marcharse de X (antes Twitter): “Se está convirtiendo en una plataforma tóxica, con continuas faltas de respeto. No me identifico con eso ni quiero formar parte.”
Peleteiro: "Hace tres meses estuve a punto de dejar el Team Pedroso e irme de Guadalajara"El fenómeno no es aislado. “El nivel de agresividad en las redes está alcanzando cotas que deberían preocuparnos. Muchos deportistas ya no las ven como un espacio de conexión con los fans, sino como una trinchera”, advierte Juanfer Calderín, experto en comunicación pública y reputación (The Queen). “Lo que antes era un lugar para compartir ahora es un campo de batalla. Cualquier mensaje, sobre todo si toca temas de identidad o igualdad o política, puede desatar una tormenta".
Proteger su espacio emocional no es censura ni privilegio por su parte; es una cuestión de responsabilidad común
Pablo Egea (ImagoSport) a MARCA
En esa línea se muestra Pablo Egea, quien ayuda a gestionar las cuentas de varios futbolistas de élite a través de Imago Sport. "Las redes sociales no pueden convertirse en peleas donde todo vale. Si queremos deportistas cercanos y comunicativos, el deber de la sociedad es aceptar que son personas antes que personajes. Proteger su espacio emocional no es censura ni privilegio por su parte; es una cuestión de responsabilidad común", apunta desde el otro lado del teléfono.
Juanfer Calderín, en una imagen de archivo.En la misma línea, David Martín,Head of Brand en MARCO Agency y experto en influencia, subraya la gravedad del fenómeno: “El acoso en redes sociales no solo afecta el rendimiento deportivo, sino que pone en riesgo la salud emocional de personas que dedican su vida a representar valores como la disciplina, el esfuerzo y el orgullo de una nación. Casos como el de Carolina Marín nos recuerdan que detrás de cada perfil hay una persona real que merece respeto, empatía y espacios digitales más seguros. Todos tenemos la responsabilidad de construir comunidades online que incentiven el apoyo, no el ataque".
David Martín.MARCA.Carolina, que jamás rehuyó un reto en la pista, ha optado por una retirada inteligente fuera de ella. El paso atrás no es debilidad, es defensa personal según opinan los expertos consultados por este medio.
Casos como el de Carolina Marín nos recuerdan que detrás de cada perfil hay una persona real que merece respeto, empatía y espacios digitales más seguros
David Martín, a MARCA
El clic que agota
La psicóloga deportiva Marta Ganchegui, que trabaja con deportistas de varios niveles, lo describe como una saturación progresiva: “Los deportistas de élite viven rodeados de estímulos y juicios constantes. Hay días en que reciben cientos de opiniones, valoraciones o críticas, y eso sobrecarga. No hay cabeza que no tenga desgaste por este motivo", indica a la M roja.
Marta Ganchegui.Para Ganchegui, las redes han añadido una presión nueva, invisible y constante: “Algunos acaban pendientes del teléfono más que del entrenamiento. Cuando fallan, los comentarios negativos les pesan mucho y eso lo ves. Y cuando ganan, la euforia también se vuelve agotadora. Desconectarse no es huir: es una herramienta para recuperar equilibrio".
Desconectarse no es huir: es una herramienta para recuperar equilibrio
Marta Ganchegui, a MARCA
El espejo deformante
Las redes sociales han cambiado la relación entre los deportistas y el público. Ya no hay distancia ni respeto. El hincha escribe directamente al ídolo, y muchos buscan notoriedad provocando. “Esa relación se ha roto”, apunta Calderín. “Hay aficionados que ya no buscan una foto o un autógrafo, sino un retuit. Un insulto viral les da más visibilidad que un gesto de admiración".
“El deporte refleja una sociedad sin filtros”
El ciclista Luis Ángel Maté, una de las voces más activas en redes y respetadas del pelotón, conoce bien ese equilibrio. “Vivimos en la era de las tecnologías de la información y de la comunicación, eso es una realidad, convivimos a diario con ello”, explica. “En el deporte trae cosas muy positivas: nos permite transmitir nuestro mensaje, acercar el ciclismo a la gente, poner en valor las bondades del deporte… pero como todo en la vida, también tiene su cara oscura".
Luis Ángel Maté.KH7Maté reconoce que el anonimato en la red ha abierto la puerta a los ataques gratuitos. “Ya podemos observar que hay mucha gente que se escuda en el anonimato para soltar improperios, para atacar, para hacer daño. Es algo con lo que el deportista convive a diario. Te afecta, claro que te afecta, porque somos personas”, reflexiona.
Y amplía: “Cualquier deportista te puede contar muchos mensajes de odio. Que si este no tiene nivel, que si no merece estar compitiendo... y algunos van mucho más allá de lo deportivo, atacan en lo personal. Una crítica técnica puede tener sentido, pero cuando se cruza esa línea ya no hay respeto".
Ya podemos observar que hay mucha gente que se escuda en el anonimato para soltar improperios, para atacar, para hacer daño
Luis Ángel Maté, a MARCA
El marbellí lamenta que “vivimos en una sociedad en la que los valores de empatía, de prudencia, de amistad sincera, brillan por su ausencia. Precisamente ahora, cuando la sociedad es tan individualista y carente de ciertos valores, el deporte debería ser un recordatorio de lo contrario: respeto, educación, saber competir limpiamente y aceptar tanto las victorias como las derrotas".
Hoy un deportista tiene que ser un ente completo, no solo un atleta que corre o golpea un balón
Luis Ángel Maté, a MARCA
Y va más allá: “El deporte es un reflejo de la sociedad, y este es un problema que va más allá de los estadios o los vestuarios. Lo vemos también en el acoso escolar, en el bullying, en situaciones mucho más graves. Creo que todos deberíamos hacer un ejercicio de conciencia, reflexionar sobre el daño que pueden causar ciertas actitudes y educar en empatía y en prudencia. Hay que enseñar a distinguir entre una crítica constructiva y un ataque destructivo, y tener herramientas para que eso no afecte en lo personal".
“Hoy un deportista tiene que ser un ente completo —añade—, no solo un atleta que corre o golpea un balón. También debe tener la fortaleza para soportar esa presión mediática que ya no viene solo de los medios, sino de toda esa gente que se dedica a masacrar en redes”.
Y cierra con un mensaje claro: “Yo invitaría a la reflexión de esas personas que se dedican a eso, a que pensasen un poco más en el prójimo y tuvieran un poco más de empatía. Nosotros, como deportistas, debemos tener una conciencia crítica para saber distinguir qué mensajes nos ayudan a mejorar y cuáles solo buscan hacer daño. Hay que quedarse con lo bueno”.
La presión que no se apaga
La psicóloga deportiva Lorena Cos analiza el fenómeno desde dentro del vestuario: “Hoy la presión ya no empieza en la competición, empieza en el móvil. Antes la tensión se activaba en la pista o en la línea de salida. Ahora muchos deportistas conviven con una exposición constante que no se apaga cuando acaba la competición, sino que continúa en forma de comentarios, expectativas y juicio público.”
Lorena Cos, en una imagen de archivo.MARCACos insiste en que alejarse de las redes “no es rendirse, es regular la exposición. La decisión de Carolina no es una huida, es una forma de autocuidado. Tomar distancia de las redes en determinados momentos permite proteger el foco, la energía emocional y el sentido del proceso deportivo".
El cambio de contexto ha transformado también el concepto de rendimiento. “El rendimiento ya no termina cuando acaba el partido. Actualmente el deportista no solo rinde para una tarea concreta, sino para una audiencia permanente. Esto puede generar hipervigilancia, aumento de la autocrítica y dificultad para desconectar del rol competitivo”, explica.
Hoy la presión ya no empieza en la competición, empieza en el móvil
Lorena Cos, a MARCA
La psicóloga profundiza en un fenómeno que va más allá de la pista: “En la era digital, la presión empieza mucho antes de una línea de salida y no termina con el pitido final: persiste en forma de likes, comentarios, comparaciones, expectativas y validación externa constante. Esta presión figurativa puede intensificarse al punto de saturar la salud emocional".
Cos también observa una tensión generacional: “Muchos deportistas jóvenes han crecido con la exposición normalizada a un público global y, aunque puedan manejar aspectos técnicos, les cuesta poner límites emocionales y diferenciar quiénes son fuera de la imagen pública. Para quienes vivieron antes de esta era, esa exposición se siente como una invasión añadida a la exigencia del rendimiento".
Y concluye con una reflexión clave: “No es necesario estar en redes para rendir; lo verdaderamente desafiante es sostener una identidad propia más allá del foco digital. La presión de responder, mostrarse disponible o gestionar la narrativa personal puede generar ansiedad, hipervigilancia y una conexión perjudicial entre valor personal y validación pública. La medida de Carolina Marín nos permite reflexionar sobre un punto clave: cómo acompañamos, valoramos y sostenemos a quienes compiten en un mundo donde la presión digital ya es parte del rendimiento.”
Cos deja claro que “no estar en redes no es una desventaja. No tener criterio, sí lo es. Alejarse de las redes puede ser una decisión sana si está sostenida con coherencia. El problema aparece cuando la presencia digital se vive como una obligación constante y no como una elección consciente".
Y remata con un mensaje que encaja de lleno con el gesto de Marín: “Desconectar también es una habilidad psicológica. Saber cuándo leer, responder o ignorar lo que ocurre en redes forma parte del cuidado mental. Dosificar o delegar la gestión digital no es debilidad, es prevención. La pregunta no es si un deportista puede permitirse dejar las redes, sino si puede permitirse no protegerse cuando la exposición empieza a afectar a su bienestar".
“Lo que no puedes es forzar la máquina porque luego puede tener consecuencias más allá de lo deportivo
Cermeño, a MARCA
La salud mental, parte del entrenamiento
El caso de Marín pone el foco en algo que muchos clubes aún no priorizan: el trabajo emocional. Miguel Cermeño, agente de futbolistas, lo explica con claridad: “Ahora mismo el fútbol élite te obliga a ser deportista 24 horas, y esas 24 horas no son solo las seis que pasas en la ciudad deportiva. Incluyen descanso, nutrición, gimnasio, recuperación… pero también el trabajo emocional y mental. Yo siempre recomiendo hacerlo con un profesional, una psicóloga o un psicólogo deportivo, y dedicarle al menos una hora a la semana. Si hay colapso, lo primero es la salud mental. Si hay que parar, se para. Lo que no puedes es forzar la máquina porque luego puede tener consecuencias más allá de lo deportivo".
Manex, en Valdebebas con los Cermeño.Cuidado con las familias
“El impacto negativo de las redes sociales cada vez es mayor en los deportistas. Las críticas, los insultos y las faltas de respeto afectan no solo a los profesionales, también a sus familias”, advierte Edu Cornago, consciente del desgaste que provoca ese bombardeo diario en la élite. La exposición constante multiplica la presión y convierte cualquier error en un juicio público.
Cornago, con Brahim.InstagramLas redes sociales están destrozando la salud mental de muchos deportistas
Cornago, a MARCA
Por eso, el profesional de la comunicación que trabaja con cracks de élite mundial como el madridista Brahim subraya la importancia del acompañamiento. “Es muy importante trasladar en redes la personalidad del profesional porque esa es la única manera de llegar a su público más fiel. Si tú ves que ese atleta tiene una mentalidad muy fuerte debes crear proyectos con ese eje principal, como le sucede a Brahim", señala Cornago, que apuesta por estrategias continuas en redes para reforzar la imagen del deportista y filtrar el ruido mediático. Una tarea silenciosa pero vital para que el foco vuelva a donde debe: al rendimiento y al juego. Casos recientes que han afectado hay muchos como el de Nico Williams o Víctor Muñoz.
Un deporte que necesita silencio
El mensaje de Marín ha recibido miles de muestras de apoyo. Compañeros, clubes y aficionados la han arropado con un mismo deseo: que vuelva a sentirse bien. El silencio, esta vez, es un punto ganado. Quizá su decisión sirva para recordar que la fortaleza no consiste en resistir sin descanso, sino en saber cuándo soltar.
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