- SERGIO SAIZ Nueva York
Las grandes marcas de lujo que copan la milla de compras más emblemática de la Gran Manzana quieren copiar el modelo de muchas capitales europeas y eliminar el tráfico de la ecuación para ganar en clientes.
Convertir la Quinta Avenida de Nueva York en la arteria comercial peatonal más importante de la ciudad. Las grandes marcas de lujo que copan la milla de compras más emblemática de la Gran Manzana quieren copiar el modelo de muchas capitales europeas y eliminar el tráfico de la ecuación para ganar en clientes. Aceras más grandes es sinónimo de más compradores. Dior, Prada, Tiffany o Cartier son solo algunos de los nombres que están a favor de esta iniciativa, sobre todo teniendo en cuenta que el trazado urbano, con cuadrículas perfectamente milimetradas, permitirá que los millonarios puedan seguir acudiendo a estos establecimientos en limusina a través de las entradas a los párking de las calles adyacentes.
La Administración municipal está valorando de nuevo un proyecto que lleva años sobre la mesa y que supondría la mayor transformación urbanística en Manhattan desde la expansión del carril bici en la era Bloomberg. Impulsado por varias asociaciones de comerciantes y organizaciones vecinales, la propuesta consiste en cerrar al tráfico privado un tramo central de la Quinta Avenida, desde Central Park hasta la calle 42, justo donde comienza Bryant Park (a la altura de Times Square). La zona se convertiría en un corredor peatonal con más zonas verdes, terrazas, espacio para eventos culturales y mobiliario urbano renovado.
Para avalar la iniciativa, los promotores aseguran que la idea es replicar modelos que han tenido éxito en ciudades como Madrid, París o Londres, donde la peatonalización ha permitido revitalizar áreas comerciales tradicionalmente saturadas de vehículos. De hecho, la congestión del tráfico y el deterioro de la experiencia urbana para turistas y neoyorquinos son dos de los principales argumentos de los defensores de peatonalizar la Quinta Avenida. Esta arteria vital de la ciudad soporta diariamente un flujo intenso de coches particulares, taxis, autobuses turísticos o repartidores que sufren las consecuencias de un atasco crónico. Se calcula que solo a la altura de la calle 42 pasan cada día cerca de 46.000 vehículos.
Según estudios preliminares, limitar el tráfico podría reducir en más de un 30% la contaminación acústica y mejorar la calidad del aire en uno de los puntos que es, al mismo tiempo, el de mayor densidad peatonal de todo Estados Unidos. Rolex, Apple, LVMH, Chanel, Bvlgari, Armani, Gucci... La lista de inquilinos de lujo en la zona es interminable. Allí está también el Rockefeller Center, y otros establecimientos igual de populares, como la tienda de la NBA. La zona peatonal terminaría en la también icónica Biblioteca de Nueva York. Según los datos que maneja el Ayuntamiento, peatonalizar la zona aumenta el tiempo de permanencia de los viandantes y aumenta el gasto medio por visitante.
Pero no hay proyecto en Nueva York que no despierte polémica. La transformación no está exenta de obstáculos. La medida obligaría a reorganizar varias líneas de autobús que atraviesan la zona, replantear el acceso a garajes privados y modificar las rutas de reparto para los comercios. Algunos sectores empresariales temen que la obra, que podría prolongarse durante años y conllevar cortes parciales, afecte temporalmente a las ventas. Las asociaciones de taxistas, que figuran entre las más beligerantes en contra de la iniciativa, advierten de que el cierre podría desviar aún más tráfico hacia vías ya saturadas, como Park Avenue o la Sexta Avenida, convirtiendo algunos lugares del centro de la ciudad en prácticamente inaccesibles para los vehículos rodados.
Nuevo alcalde
En la esfera política, los obstáculos no son menores. Tras el triunfo de Zohran Mamdani como nuevo alcalde de la ciudad, muchos temen que dé carpetazo al proyecto, no tanto porque no esté en línea con su idea de una metrópoli más cercana al ciudadano, sino por las tensiones presupuestarias en las arcas públicas. La necesidad de priorizar otros proyectos de modernización urbana y edificación de viviendas públicas podría poner fin al sueño de una Quinta Avenida peatonal. Hay quien aboga también por una opción mixta, reduciendo los carriles de tráfico y ampliando las aceras, pero sin cerrar completamente la zona a todos los vehículos.
De momento, el ayuntamiento sigue analizando la propuesta y estudiando los efectos que han tenido hasta ahora los cierres temporales que se han llevado a cabo en esta zona en días concretos o para algún evento puntual. Algo que es habitual no solo en la Quinta Avenida, sino también en otras arterias muy concurridas de la ciudad, y que hasta ahora han tenido muy buena acogida por parte de neoyorquinos y turistas.
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