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El crédito privado se hace mayor

El crédito privado se hace mayor
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Instituciones como el BCE, el BIS y la Reserva Federal piden mayor transparencia ante la magnitud de las interconexiones. Leer
AnálisisEl crédito privado se hace mayor
  • JOAQUÍN TAMAMES
26 DIC. 2025 - 00:45

Instituciones como el BCE, el BIS y la Reserva Federal piden mayor transparencia ante la magnitud de las interconexiones.

En la última década, el crédito privado se ha consolidado como uno de los activos alternativos de mayor crecimiento, impulsado por la retirada gradual de los bancos de segmentos de financiación corporativa intensivos en capital y por la búsqueda por inversores institucionales de rentabilidades superiores a las disponibles en las demás categorías de activos.

Este auge -liderado por gestoras como Blackstone, Apollo y Ares Management- ha transformado la arquitectura del sistema financiero, dado que los fondos de crédito privado gestionan ya cerca de tres billones de dólares (2,56 billones de euros) y actúan como prestamistas directos para empresas medianas y grandes, ocupando espacios que antes estaban principalmente reservados a la banca. La velocidad de esta expansión requiere una reflexión sobre sus ventajas y de sus riesgos.

Insolvencias

Las recientes crisis de First Brands y Tricolor, con estimaciones de deuda en riesgo de impago de 11.000 millones de dólares la primera y de entre 1.000 y 10.000 millones la segunda, han servido como una señal de alarma. Ambas compañías habían acumulado volúmenes significativos de deuda procedente de prestamistas no bancarios y sus colapsos han puesto de manifiesto que el ecosistema de crédito privado, pese a su sofisticación, no está inmunizado frente a deterioros abruptos de la calidad crediticia.

Aunque las tasas de impago siguen siendo bajas en términos agregados, el hecho de que casi la mitad de los prestatarios del sector presente flujos de caja operativos negativos, según estimaciones del FMI, sugiere que la complacencia puede resultar peligrosa.

La práctica creciente de recurrir a instrumentos como los payment-in-kind o a reestructuraciones que evitan registrar un impago formal también puede distorsionar la percepción del riesgo real.

Traslado del riesgo

Uno de los cambios estructurales más relevantes es que los fondos de capital privado han asumido una función de financiación millonaria que antes recaía sobre los bancos. La ventaja para la estabilidad financiera es evidente: las pérdidas potenciales recaen ahora en los inversores que suscriben esos fondos, no en depósitos que están explícitamente protegidos por los Estados. Daniel Leiter, ejecutivo de Blackstone, señala al respecto que "es fundamentalmente más seguro que estas actividades se produzcan fuera del balance bancario".

Pero esta visión no es unánime y observadores como Jamie Dimon, de JPMorgan, alertan sobre un arbitraje de facto que traslada riesgos desde entidades supervisadas hacia vehículos menos transparentes, creando posibles focos de inestabilidad. De hecho, los vínculos entre bancos y fondos -subscription lines, back leverage, repos, préstamos a compañías participadas, NAV loans- han tejido una red compleja y opaca que, en circunstancias de estrés, pudiera amplificar shocks.

La magnitud de estas interconexiones ha llevado a instituciones como el BCE, el BIS (Banco de Pagos Internacionales) o la Reserva Federal a pedir mayor transparencia. Los bancos proporcionan líneas de financiación esenciales que permiten a los fondos desplegar capital rápidamente, amplificando las rentabilidades medidas en TIR gracias al endeudamiento.

Pero ese mismo apalancamiento introduce riesgos: si la calidad de los préstamos se deteriora, las entidades pueden exigir sustituciones de colateral o recortes de las líneas, generando ajustes forzosos que afecten al conjunto del sistema.

La situación recuerda a ciertos patrones de los años previos a 2008, aunque con la diferencia no menor (y favorable) de que la exposición se encuentra más distribuida entre inversores privados y no concentrada en balances bancarios sistémicos. Este rasgo atenúa el riesgo de una crisis bancaria clásica, pero no elimina la posibilidad de turbulencias significativas en mercados privados.

Nuevos actores

El auge del crédito privado ha generado, además, un universo completamente nuevo de agencias de ráting.

Firmas como DBRS Morningstar, Kroll, HR Ratings o Egan-Jones han multiplicado la oferta de calificaciones privadas, en muchos casos respondiendo a la demanda de fondos y aseguradoras que buscan valoraciones rápidas y adaptadas a estructuras complejas.

Algunas de estas agencias han desarrollado capacidades técnicas relevantes, pero las advertencias de organismos internacionales no deben ignorarse: el riesgo de ratings shopping y de evaluaciones excesivamente benignas puede ocultar vulnerabilidades y generar incentivos perversos. Las discrepancias detectadas entre calificaciones de agencias tradicionales y de nuevos actores -en algunos casos, varios escalones de diferencia- apuntan a la necesidad de reforzar los estándares y la supervisión.

Este fenómeno se relaciona, además, con otro cambio estructural: la incursión masiva del crédito privado en el sector asegurador.

Las aseguradoras asociadas a grandes gestoras utilizan calificaciones internas o privadas para optimizar requerimientos de capital y esa práctica ha generado inquietud entre supervisores por el riesgo de sobrevaloración de activos.

En definitiva, la intersección entre aseguradoras, fondos de crédito privado y bancos crea una cadena de riesgos cruzados difícil de monitorizar si la información no mejora sustancialmente.

Conclusión

A pesar de estos riesgos, el crédito privado cumple una función económica indiscutible. Proporciona financiación ágil a empresas que no siempre encuentran alternativas en mercados públicos, diversifica fuentes de capital y distribuye el riesgo entre inversores sofisticados. Pero su crecimiento vertiginoso, la fuerte competencia entre gestores y la búsqueda de retornos en un entorno de tipos más bajos pueden erosionar estándares de due diligence, como advierte John Graham, del fondo de pensiones canadiense CPPIB. La advertencia es clara: es un mercado en el que el comprador debe ser cuidadoso, porque la complejidad y la opacidad pueden jugar en contra incluso de inversores profesionales.

El crecimiento futuro del sector dependerá en gran medida de su capacidad para reforzar la transparencia, mejorar las métricas de riesgo, evitar el apalancamiento excesivo y construir marcos de supervisión más sólidos sin sofocar la innovación. El crédito privado seguirá creciendo, pero su sostenibilidad requerirá un equilibrio delicado entre eficiencia de mercado y prudencia sistémica.

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Fuente original: Leer en Expansión
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