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El Gran Timo Final de Pedro Sánchez

El Gran Timo Final de Pedro Sánchez
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Si Pedro Sánchez fuera un verdadero killer, ya se habría reinventado, como un David Bowie de la política, en aquello que sus votantes desean ahora para volver a votar al PSOE.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, este lunes en Moncloa. E.P.

Columnas EL PANDEMONIUM El Gran Timo Final de Pedro Sánchez

Si Pedro Sánchez fuera un verdadero killer, ya se habría reinventado, como un David Bowie de la política, en aquello que sus votantes desean ahora para volver a votar al PSOE.

Publicada 15 diciembre 2025 19:13h

Cada vez que le oigo a Arturo Pérez Reverte eso de que Pedro Sánchez es un killer que se merece una novela, una película o qué sé yo, me da un parraque.

Los estafadores no engañan a sus víctimas porque las convenzan de ser algo que no son, sino porque las persuaden de que son ese algo que esta desea con desesperación.

Cuando un timador finge ser Brad Pitt y convence a una mujer granadina de que le transfiera 170.000 euros para financiar su próxima película no está demostrando insólitas dotes actorales, sino la elemental perspicacia necesaria para explotar las fantasías más ridículas de su víctima.

Eso, y la amoralidad necesaria para aprovecharse de alguien que a los ojos de cualquier otro ser humano con una mínima capacidad empática sólo provocaría piedad, claro.

Sánchez no ha estafado a nadie que no llegara ya estafado de casa. Porque el trabajo del timador consiste en identificar a quien desea ser engañado, no en vencer la resistencia de quien jamás dejó la puerta abierta al engaño. El estafador siempre se encuentra la estafa hecha.

Y Sánchez era el timador que la izquierda española deseaba desde hacía años. 

Sánchez no es por tanto un killer que finge ser un heroico resistente contra la ultraderecha, sino un concejal infatuado que tuvo que casarse con la hija de un empresario de la prostitución para conseguir el modus vivendi que necesitaba para jugar a la política, el parque de bolas de aquellos personajes cuya ambición extiende cheques que su talento no puede pagar.

'Manual de resistencia', de Irene Lozano.

Una vez conseguido ese modus vivendi, Sánchez sólo tuvo que darle a los militantes del PSOE lo que estos deseaban con desesperación. Un resistente que les llevara, por fin, a la victoria en esa guerra civil que ellos siguen librando en su cabeza de forma obsesiva una y otra vez.

Pedro Sánchez es el Enric Marco del PSOE, aquel impostor catalán que logró convencer a tantos, incluido José Luis Rodríguez Zapatero, de que era un superviviente de los campos de exterminio del Holocausto, además de un veterano resistente antifranquista.

Si Enric Marco convenció a tantos no fue porque su historia estuviera admirablemente armada, sino porque tanto el presidente del Gobierno como sus medios periodísticos afines necesitaban venderle a los españoles la destrucción del pacto de la Transición mediante la identificación del campo de concentración nazi de Flossenbürg y la dictadura. Es decir, entre Hitler y Franco.

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Y eso es lo que ha hecho Pedro Sánchez y la única razón de su éxito.

La única.

Ni un olfato sobrenatural para la política, ni una osadía sin límites, ni una inteligencia táctica napoleónica. Apenas la épica de todo a un euro del "no es no". 

Y luego, una vez en el poder y de la mano de una banda de corruptos, puteros y lobistas de la narcodictadura venezolana, la utilización sin frenos morales de las herramientas que la Constitución pone en manos del presidente del Gobierno.

Eso es todo. Así de vulgar y de primario. "¿Cuál es su sueño, señora? ¿Un Durruti con menos venéreas, más aseado y más guapo? Pues aquí lo tiene in person. Todo es poco para usted".

Si Pedro Sánchez fuera un verdadero killer, ya se habría reinventado, como un David Bowie de la política, en aquello que sus votantes desean ahora para volver a votar al PSOE. 

Pero, como buen trilero con un solo truco, Sánchez recurrió este lunes, en su balance de final de año, consumido físicamente por sus propias mentiras, a sus viejos éxitos de siempre. 

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Las "campañas de acoso personal, mentiras y fango de la derecha y la ultraderecha".

La "responsabilidad" que no piensa "eludir".

Los "fantásticos datos macroeconómicos" españoles.

Y su "contundencia y determinación" frente a los casos de acoso sexual en el seno del PSOE.

Luego dijo que se conoce más a una persona viajando en yate con él que compartiendo mesa en el Consejo de Ministros y que la del PP y Vox es la oposición "más estéril, destructiva y ultra de los últimos tiempos". Sopa recalentada. 

El problema de Sánchez es que lleva siete años siendo el último Brad Pitt del campo de concentración y que la trola ya no renta.

Hasta el nigeriano de la herencia es más creíble que él. 

Qué killer ni qué ocho cuartos si ni siquiera es capaz ya de concebir para su público lo que este se merece: la traca del Gran Timo Final

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    Fuente original: Leer en El Español
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