Ampliar
Lorena Gascón, con su libro. Hugo G. PecellínLorena Gascón
Psicóloga «En Navidad nos venden la idea de una felicidad inalcanzable»Vermú de domingo ·
Autora de 'Cómo sobrevivir a las putadas de la vida', reivindica el autocuidado: «Los límites son para protegernos»Domingo, 21 de diciembre 2025, 00:32
... para acercar la salud mental al gran público. En esa misma línea, la psicóloga presenta su tercer libro, 'Cómo sobrevivir a las putadas de la vida' (Martínez Roca), donde profundiza en los distintos tipos de pérdidas y en las herramientas para afrontarlas, especialmente en unas fechas en las que, entre luces, villancicos e imágenes de familias perfectas, muchas personas sienten con más fuerza que nunca esas putadas.-En su libro habla de diferentes tipos de putadas.
-Sobre todo, de pérdidas: la pérdida de una amistad, de una pareja, de un trabajo, de una casa, de un animalito o, por supuesto, de un ser querido. Todas esas putadas nos afectarán más o menos dependiendo de lo importante que sea para nosotros esa pérdida, de nuestras herramientas para afrontarla y de los apoyos que tengamos.
-¿Y cómo podemos apoyar a esa persona?
-Hay frases que, aunque se digan con buena intención, no son las más adecuadas. Por ejemplo, «no llores»: eso solo nos ayuda a nosotros, que queremos que esa persona deje de llorar para dejar de sufrir al verla así. O «sé lo que sientes», porque lo primero que va a pensar esa persona es «tú qué coño vas a saber cómo me siento yo», ya que, aunque hayáis perdido lo mismo, las circunstancias siempre son distintas. Además, no le das la oportunidad de expresarse al decirle que tú ya sabes lo que siente. Sería más adecuado un «¿cómo estás?». O «si quieres hablar, aquí estoy».
-Acompañar no es nada fácil.
-Claro, porque no nos han enseñado, pero todos podemos aprender a hacerlo mejor. Lo que la persona necesita en ese momento es sentirse apoyada y acompañada, por lo que hay que mostrar comprensión diciéndole «es normal que te sientas así», o apoyándola con un «me tienes aquí para lo que necesites».
-En Navidad parece obligatorio estar alegre. ¿Cómo nos afectan esas expectativas de felicidad si estamos atravesando un mal momento?
-Pues es una mierda: cuando atravesamos una pérdida y vemos que todo son caras idealizadas de amor y felicidad y que existen familias perfectas que nosotros no tenemos, nos duele muchísimo porque nos hace sentir que estamos solos. Pero, realmente, no es así, porque la mayoría de la gente tiene problemas. Nos venden una idea de felicidad ridícula e inalcanzable que lo único que hace es que nos sintamos mal con nuestra vida y que nos comparemos todo el rato.
-¿Se puede hacer un poco más llevadero el dolor de la ausencia en estas fechas?
-Cuando una familia sufre una pérdida, hay un dolor tan grande que, a veces, se trata de evitar. Al principio de la pérdida no es tan malo; puede ser una forma de afrontamiento, si es temporal. Sin embargo, si pasan varios años y esto continúa, es peor porque se enquista, así que la mejor manera de sobrellevar la ausencia es rendir homenaje a esa persona recordándola. Esto también va a doler mucho, pero nos permite mantener viva su memoria.
-La primera Navidad resulta muy difícil hacer eso.
-Y probablemente no podrás hacerlo, pero, con el tiempo, surge de forma natural. Además, aunque cada familiar lleve la pérdida de una manera distinta, va a ser muy sano expresarnos juntos, hablar sobre cómo nos sentimos, apoyarnos unos a otros y darnos cuenta de que no estamos solos en ese dolor.
-Y si prefieres no pasar estas fiestas con los tuyos, ¿cómo puedes poner límites sin ser el malo de la familia?
-La respuesta es complicada. La Lorena joven te diría: «Mándalos a todos a la mierda y haz lo que te dé la gana». Pero la Lorena adulta te dice: «No tienes por qué aguantar que te falten al respeto o que no te cuiden, pero, a veces, hay que hacer ciertas concesiones». Es decir, ver qué cantidad de sufrimiento te supone ir a esos sitios y qué cantidad de beneficio tiene para ti o para las personas que quieres. Eso sí, nunca por encima de tu dignidad ni de tu autoestima. Los límites son para protegernos, no para hacer daño a los demás.
-¿Y qué hacemos con los buenos propósitos para el nuevo año? Porque, si no los cumplimos, nos frustramos.
-Sí, hay un riesgo de que esos objetivos fomenten la autoexigencia, el perfeccionismo o la procrastinación al plantearnos metas imposibles de conseguir. Está bien proponerse objetivos, pero sin presionarse. Lo más sano es reflexionar sobre lo aprendido, sobre lo positivo que nos llevamos y sobre todo aquello que nos ha hecho más fuertes o resilientes al final del año.
Límite de sesiones alcanzadas
El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.
Por favor, inténtalo pasados unos minutos.
Sesión cerrada
Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.
Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.
Iniciar sesión Más información¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
- Temas
- Psicología
- Navidad