El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y la vicepresidenta primera y ministra de Hacienda, María Jesús Montero,, durante una sesión de control, en el Congreso de los Diputados. Europa Press
Macroeconomía España debe un 36% más que antes de la Covid pese a la bajada de la ratio de deuda sobre el PIBLa deuda pública suma 450.000 millones más desde 2020, mientras se frena la velocidad de ajuste de su peso sobre el PIB.
Más información:La deuda pública de España es la quinta más alta de la UE en términos de PIB pese a reducirse respecto a 2024
Laura Piedehierro Publicada 16 diciembre 2025 02:22hLas claves nuevo Generado con IA
La deuda pública de España es casi un 36% mayor que antes de la pandemia, alcanzando los 1,71 billones de euros.
Aunque la deuda ha crecido en términos absolutos, la ratio deuda/PIB solo ha subido ligeramente, situándose ahora en torno al 103%, lejos del máximo del 124% alcanzado en 2021.
El ritmo de reducción de la ratio deuda/PIB se ha ralentizado desde 2023, entrando en una fase de estancamiento tras los fuertes descensos posteriores a la pandemia.
La mayor parte del aumento de la deuda se concentra en la Administración Central y la Seguridad Social, mientras que existen grandes diferencias de endeudamiento entre las comunidades autónomas.
España debe hoy casi un 36% más que antes de la irrupción de la Covid. El porcentaje que esa deuda representa sobre la economía, sin embargo, apenas es algo mayor que entonces y está muy por debajo del pico registrado durante la pandemia.
La paradoja resume cinco años de política fiscal expansiva: casi medio billón de euros adicionales de pasivo acumulados sobre una economía que, al mismo tiempo, ha crecido con fuerza en términos nominales.
En marzo de 2020, en pleno confinamiento, la deuda de las Administraciones Públicas rondaba los 1,26 billones de euros y equivalía a alrededor del 101% del producto interior bruto (PIB). Hoy roza los 1,71 billones.
El Gobierno anuncia un abono único para viajar por el país en Cercanías, Media Distancia y autobús por 60 eurosEn estos cinco años y medio, el volumen ha aumentado en unos 450.000 millones. El incremento es del 35,7%.
En ese mismo periodo, la ratio deuda/PIB ha pasado del entorno del 101% a algo más del 103%, tras una trayectoria sostenida a la baja desde el máximo del 124% alcanzado en marzo de 2021.
La clave está en la diferencia entre nivel y peso relativo. La deuda absoluta es el total de euros que se deben, mientras que la ratio relaciona ese volumen con el tamaño de la economía.
Desde 2021, el PIB nominal ha avanzado con fuerza gracias a la recuperación de la actividad y a la inflación.
El aumento del denominador ha hecho que, aunque la deuda haya crecido con fuerza en términos absolutos (en euros), la ratio sólo se sitúe 1,8 puntos por encima del nivel que tenía cuando comenzó la crisis sanitaria.
A su vez, el porcentaje se encuentra más de veinte puntos por debajo del pico de la pandemia.
Deuda vs. PIB
El comportamiento de los últimos años muestra, además, un cambio claro en el ritmo de reducción. Desde el máximo del 124% del PIB en la primavera de 2021 hasta finales de 2022, la ratio descendió con gran intensidad.
En ese periodo bajó casi quince puntos, hasta situarse en torno al 109%. Fue un ajuste superior a siete puntos de PIB por año, impulsado por la reapertura y por una inflación que disparó el crecimiento nominal.
A partir de 2023, la pendiente se suaviza. Entre comienzos de ese ejercicio y el cierre de 2024, la deuda desciende desde niveles cercanos al 109% hasta algo más del 101 o el 102% del PIB.
La rebaja sigue siendo relevante, unos tres o cuatro puntos anuales, pero ya muy lejos del ajuste inicial. Los datos más recientes apuntan incluso a una fase de meseta, con la ratio moviéndose en torno al 103% y sin nuevos descensos apreciables.
Telefónica rebaja a 4.873 el número mínimo de salidas en el ERE, pero los sindicatos piden a la empresa un "último esfuerzo"“Lo importante ahora no es sólo dónde está la deuda, sino a qué velocidad baja”, resume Diego Martínez López, catedrático de Economía de la Universidad Pablo de Olavide e investigador de Fedea.
A su juicio, el debate ya no se limita al nivel alcanzado, sino a la capacidad de sostener un ritmo de corrección suficiente para evitar que el endeudamiento se convierta en un problema persistente. “La tasa de caída de la deuda sobre PIB es la variable que hay que vigilar”, insiste.
El contexto ayuda a entender cómo se ha llegado hasta aquí. Marzo de 2020 es el último dato que refleja una economía aún sin el impacto pleno de la Covid.
A partir del segundo trimestre de ese año, el cierre de sectores enteros, la extensión masiva de los ERTE, las ayudas a empresas y el refuerzo del gasto sanitario dispararon las necesidades de financiación del sector público.
La CNMC pide al Gobierno que aclare en qué investigaciones se podrán 'pinchar' los dispositivos de los periodistasEn los ejercicios posteriores se sumó el coste de las medidas para amortiguar la crisis energética y la subida de precios tras la invasión rusa de Ucrania, lo que prolongó la fase de endeudamiento intenso incluso después de la reapertura.
“La forma de amortiguar el golpe sobre el tejido productivo fue una política fiscal expansiva prácticamente continuada desde la pandemia hasta hace muy poco”, explica Martínez López.
Esa elección evitó un daño mayor sobre empresas y empleo, pero dejó como contrapartida un fuerte aumento del pasivo público.
El economista pone el foco en los condicionantes de la próxima etapa. La senda futura de la ratio, subraya, dependerá de varios factores.
“Esa tasa de deuda sobre PIB y la velocidad a la que se va reduciendo no dependen sólo del PIB, sino también de los tipos de interés, de la inflación y del saldo primario”, apunta.
La inflación de los últimos años ha ayudado a rebajar el peso relativo de la deuda, porque infla el PIB nominal, pero Martínez advierte de que no es una herramienta inocua.
“La inflación se come deuda, sí, pero no es una medicina adecuada para luchar contra el endeudamiento. Tiene efectos colaterales sobre rentas, ahorro e inversión”, sostiene.
Los tipos de interés son el segundo factor de riesgo. Tras años en mínimos, el coste de la financiación ha subido con fuerza y encarece el servicio de la deuda.
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Sin nuevos Presupuestos Generalesy con un escenario de menor crecimiento, Martínez duda de que el sector público pueda generar el superávit primario necesario para acelerar el ajuste.
El desglose por subsectores muestra quién ha tirado con más fuerza de la deuda. La Administración Central absorbió la mayor parte del impacto de la pandemia y de la crisis energética: su ratio pasó de rondar el 91% del PIB antes de la Covid a superar el 111% en 2021.
Desde entonces ha recortado parte de ese exceso, pero se mantiene alrededor del 95% del PIB, concentrando la práctica totalidad de la deuda del conjunto de las Administraciones.
La Seguridad Social se ha convertido en otro de los puntos sensibles. Su pasivo ha ganado más de tres puntos de PIB desde 2020 y se sitúa en máximos de la serie, con un saldo cercano a los 126.000 millones de euros.
La mayor parte de ese aumento obedece a los préstamos del Estado para cubrir el déficit recurrente del sistema de pensiones, que sigue gastando más de lo que ingresa cada año.
El tejido empresarial español crece menos que el europeo tras la Covid y las pymes pequeñas son el eslabón más débilAun así, la deuda de la Seguridad Social, en torno al 7,6% del PIB, continúa muy por debajo de la de las comunidades autónomas,cuyo endeudamiento supera todavía el 20%.
Sin embargo, la fotografía territorial es muy desigual. Un pequeño grupo de comunidades —entre ellas Navarra, Canarias, Madrid, País Vasco y Asturias— ya se sitúa por debajo del 13% de deuda sobre PIB, el umbral de referencia fijado en la normativa de estabilidad presupuestaria.
Otras siguen claramente por encima de ese listón y lideran el ranking nacional de endeudamiento relativo, como la Comunidad Valenciana, la Región de Murcia, Castilla‑La Mancha o Cataluña.
Esa brecha entre territorios cumplidores y territorios aún muy endeudados se cruza con el debate sobre la reforma de la financiación autonómica y sobre cómo repartir los esfuerzos de consolidación fiscal en los próximos años.
“Hay autonomías que están muy bien y otras que están muy mal; algunas van a seguir en una situación comprometida durante lustros,incluso si se plantean alivios de deuda”, avisa Martínez.