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Estación de Delicias: sueños de trenes

Estación de Delicias: sueños de trenes
Artículo Completo 739 palabras
La historia de España de los dos últimos siglos se podría escribir a través de las estaciones de trenes. Y no sólo por el progreso de las comunicaciones que supuso el ferrocarril sino también porque fueron lugares de encuentro y despedida y centro de la vida de las ciudades.Un sentimiento de nostalgia invade a quien visite hoy la madrileña estación de Delicias , cerrada en 1969. Estuvo a punto de ser demolida en los años 70, pero finalmente fue rehabilitada para convertirse en la sede del Museo del Ferrocarril en 1984. Quienes amamos los trenes podemos disfrutar de las viejas locomotoras de vapor, de los lujosos coches cama del pasado, de los primeros vagones de Talgo y de antiguos expresos que recorrían la Península, que han sobrevivido al paso del tiempo sobre las vías muertas de unos de los museos más desconocidos de la capital y, tal vez, el más bello y romántico. Allí sigue también el viejo reloj que marcaba la salida de los viajeros, fabricado por Paul Garnier en 1890.Quien no conozca la ubicación de Delicias le será muy difícil encontrarla porque no es posible ver la estación desde el paseo que lleva su nombre. Está oculta tras un moderno edificio que la tapa. Su construcción comenzó en 1879, siguiendo el proyecto de Émile Cacheliévre , discípulo de Eiffel. La estructura metálica de la nave central se realizó en una fundición de Lille. Fue inaugurada en 1880 por Alfonso XII, acompañado de Cánovas del Castillo.La estación entró en servicio con un tendido que enlazaba Madrid con Ciudad Real. En 1883, Delicias fue adquirida por la MCP, que ya explotaba la línea entre Astorga y Plasencia. En 1896, comenzó a operar el ferrocarril desde Madrid a Lisboa, el Lusitania Exprés , que partía desde sus andenes y llegaba a la estación de Santa Apolonia, cerca de los muelles del Tajo. Más tarde, Delicias pasaría a ser propiedad de la MZA y, al término de la Guerra Civil, de Renfe. Frente a la cercana Atocha , que tenía un cierto aire elitista, Delicias era frecuentada por comerciantes, trabajadores y soldados. Como su tráfico era menor, fue utilizada para transporte de mercancías, ganado y productos agrícolas. No era inusual ver a vacas y ovejas por las inmediaciones antes de ser introducidas a los vagones. Los vecinos se quejaban del olor a ganado y del humo de las locomotoras.«En la estación del Norte, se presiente el mar, las playas y Europa. Por la del Mediodía (Atocha) vaga el presentimiento de Andalucía y Levante. Delicias es el comienzo de un callejón sin salida que se pierde en el campo y en la tierra», escribió Gregorio Marañón.Delicias fue un importante e nclave estratégico durante la Guerra Civil. Los trenes salían de noche para evitar ser bombardeados por el bando nacional. Una brigada de obreros reparaba las vías dañadas en unas pocas horas. La población utilizó la terminal como refugio durante los bombardeos y también se improvisó un pequeño hospital para trasladar a enfermos y heridos.Gonzalo Garcival, historiador de los ferrocarriles, cuenta que la estación de Delicias fue construida en un tiempo récord de once meses. La nave central fue cubierta con chapa galvanizada, soportada por vigas metálicas y 18 cerchas en arco. Los trenes partían bajo una enorme cristalera triangular que hoy se conserva, generando un efecto de simetría al espectador.La fascinación que ejerce Delicias ha atraído a directores de cine y de series de televisión. Aquí se rodó la mítica 'Doctor Zhivago' , Garci filmó su película sobre Sherlock Holmes y también aparece en 'Cuéntame cómo pasó'. Su fachada de ladrillo y cristal es hoy una de las maravillas ocultas de Madrid.

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La historia de España de los dos últimos siglos se podría escribir a través de las estaciones de trenes. Y no sólo por el progreso de las comunicaciones que supuso el ferrocarril sino también porque fueron lugares de encuentro y despedida y centro de la ... vida de las ciudades.

Un sentimiento de nostalgia invade a quien visite hoy la madrileña estación de Delicias, cerrada en 1969. Estuvo a punto de ser demolida en los años 70, pero finalmente fue rehabilitada para convertirse en la sede del Museo del Ferrocarril en 1984. Quienes amamos los trenes podemos disfrutar de las viejas locomotoras de vapor, de los lujosos coches cama del pasado, de los primeros vagones de Talgo y de antiguos expresos que recorrían la Península, que han sobrevivido al paso del tiempo sobre las vías muertas de unos de los museos más desconocidos de la capital y, tal vez, el más bello y romántico. Allí sigue también el viejo reloj que marcaba la salida de los viajeros, fabricado por Paul Garnier en 1890.

Quien no conozca la ubicación de Delicias le será muy difícil encontrarla porque no es posible ver la estación desde el paseo que lleva su nombre. Está oculta tras un moderno edificio que la tapa. Su construcción comenzó en 1879, siguiendo el proyecto de Émile Cacheliévre, discípulo de Eiffel. La estructura metálica de la nave central se realizó en una fundición de Lille. Fue inaugurada en 1880 por Alfonso XII, acompañado de Cánovas del Castillo.

La estación entró en servicio con un tendido que enlazaba Madrid con Ciudad Real. En 1883, Delicias fue adquirida por la MCP, que ya explotaba la línea entre Astorga y Plasencia. En 1896, comenzó a operar el ferrocarril desde Madrid a Lisboa, el Lusitania Exprés, que partía desde sus andenes y llegaba a la estación de Santa Apolonia, cerca de los muelles del Tajo. Más tarde, Delicias pasaría a ser propiedad de la MZA y, al término de la Guerra Civil, de Renfe.

Frente a la cercana Atocha, que tenía un cierto aire elitista, Delicias era frecuentada por comerciantes, trabajadores y soldados. Como su tráfico era menor, fue utilizada para transporte de mercancías, ganado y productos agrícolas. No era inusual ver a vacas y ovejas por las inmediaciones antes de ser introducidas a los vagones. Los vecinos se quejaban del olor a ganado y del humo de las locomotoras.

«En la estación del Norte, se presiente el mar, las playas y Europa. Por la del Mediodía (Atocha) vaga el presentimiento de Andalucía y Levante. Delicias es el comienzo de un callejón sin salida que se pierde en el campo y en la tierra», escribió Gregorio Marañón.

Delicias fue un importante enclave estratégico durante la Guerra Civil. Los trenes salían de noche para evitar ser bombardeados por el bando nacional. Una brigada de obreros reparaba las vías dañadas en unas pocas horas. La población utilizó la terminal como refugio durante los bombardeos y también se improvisó un pequeño hospital para trasladar a enfermos y heridos.

Gonzalo Garcival, historiador de los ferrocarriles, cuenta que la estación de Delicias fue construida en un tiempo récord de once meses. La nave central fue cubierta con chapa galvanizada, soportada por vigas metálicas y 18 cerchas en arco. Los trenes partían bajo una enorme cristalera triangular que hoy se conserva, generando un efecto de simetría al espectador.

La fascinación que ejerce Delicias ha atraído a directores de cine y de series de televisión. Aquí se rodó la mítica 'Doctor Zhivago', Garci filmó su película sobre Sherlock Holmes y también aparece en 'Cuéntame cómo pasó'. Su fachada de ladrillo y cristal es hoy una de las maravillas ocultas de Madrid.

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Fuente original: Leer en ABC - Cultura
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