El seísmo interno que provocó en Junts la publicación del último barómetro del CIS catalán, que reflejaba un empate de diputados entre la formación liderada por Carles Puigdemont y Aliança Catalana, la que encabeza Sílvia Orriols, no deja de reverberar.
Si el análisis inicial ya generó una gran intranquilidad entre los cuadros del partido neoconvergente, el estudio más pormenorizado de los datos en bruto recabados por el centro demoscópico de la Generalitat para realizar su sondeo están trasladándolo de ese desasosiego primigenio al pavor.
Fuentes de Junts relatan a EL MUNDO que en el partido secesionista que encabeza el prófugo de la Justicia española existe una «gran preocupación» porque Aliança Catalana ya les rebasa en intención directa de voto, según reflejan las tablas estadísticas anexas al Barómetro de Opinión Política del Centre d'Estudis d'Opinió de la Generalitat (CEO), que se hizo público el pasado 24 de noviembre y otorgó entre 19 y 20 diputados en el Parlament a las dos fuerzas independentistas catalanas.
Dichas tablas reflejan que, de los 2.000 ciudadanos entrevistados para conformar la encuesta, 168 manifestaron que votarían al partido de la alcadesa de Ripoll en unas elecciones autonómicas, mientras que 149 se decantaron por el de Puigdemont. Lo que significa que Aliança Catalana amasa ya el 8,4% en intención directa de voto frente al 7,5% de Junts. O, lo que es lo mismo, que, guiándose por los datos vírgenes recopilados por el CIS catalán, orientándose por el sondeo «sin cocinar», los de Orriols no sólo alcanzan a los de Puigdemont, sino que los sorpassan, convirtiéndose en tercera fuerza en solitario y relegando a la cuarta plaza a los herederos de Convergència.
La posterior «cocina» del Centre d'Estudis d'Opinió permitió que Junts compartiera la tercera posición con Aliança Catalana al ser aupada por factores como el recuerdo de voto de anteriores sondeos y otras variables utilizadas para convertir la intención de voto manifestada por los encuestados en la estimación de voto final, es decir, en la previsión en número de escaños definitiva y que se usa para reflejar la correlación de fuerzas entre los diferentes partidos con representación en el Parlament.
«Y esto irá a peor. Son muchos los que lo vienen advirtiendo, y la tendencia marca que Aliança seguirá creciendo pese a la ruptura con el PSOE», reflexionan fuentes de Junts.
Dichas fuentes relatan a este diario cómo Puigdemont intentó «tranquilizar» a los miembros de la dirección del partido tras la publicación de la encuesta del CIS catalán. El presidente de Junts envió a los integrantes de la ejecutiva dos capturas de pantalla. En la primera, recordaba el último barómetro que publicó el CEO antes de las últimas elecciones catalanas, que daba entre 28 y 34 diputados a Junts, cuando finalmente obtuvo 35. La segunda imagen enviada mostraba precisamente el gráfico resultante de los comicios de mayo de 2024, en los que Junts acabó como segunda fuerza con esos 35 parlamentarios, lo que le privó de conquistar la presidencia de la Generalitat, pero sí le permitió convertirse en la fuerza secesionista más votada por delante de ERC, que logró 20 escaños, y de una imberbe Aliança, que en su primera tentativa al Parlament, se hizo con dos representantes.
El relato oficial se construyó a partir de esa apreciación de urgencia de Puigdemont. «Desmentiremos las encuestas en las urnas, como siempre hemos hecho», proclamó a las pocas horas el portavoz de los neoconvergentes y vicepresidente del partido, Josep Rius, quien acuñó la expresión «operación encuesta», con la que acusaba sucintamente al Govern de Salvador Illa de promover un sondeo irreal para perjudicarles.
El argumentario público de Junts obvió, premeditadamente, la intención directa de voto recogida por el CIS catalán, la que no admite «cocina» y la que en realidad preocupa al partido de Puigdemont.
Esta semana, una segunda encuesta ha venido a agudizar la crisis nerviosa que atenaza a los neoconvergentes. Publicada por el CIS estatal que dirige José Félix Tezanos, entierra a Junts al concederle sólo un 0,8% de los votos en unas eventuales elecciones generales, por el 0,5% que otorga a Aliança Catalana a pesar de no haberse presentado nunca a esos comicios y haber sostenido públicamente Orriols que su partido descarta totalmente concurrir al Congreso.
Tanto en la encuesta del CIS, como en la del CIS catalán, ERC aparece como la fuerza secesionista catalana mejor valorada. En el autonómico es segunda fuerza por delante de Junts y Aliança Catalana, y con un amplio margen tanto en intención directa de voto como en la estimación final. De los 2.000 encuestados, 303 aseguraron que respaldarían a los republicanos, un 15,2%. Y los analistas de la Generalitat le acabaron concediendo entre 22 y 23 diputados en el Parlament, por los 20 que tiene ahora.
De todos modos, el auge de Aliança Catalana no pasa desapercibido en ERC ni lo consideran un mal ajeno que sólo enferma a Junts. El barómetro del CEO apunta a que un 7% de los votantes del partido de Junqueras se pasaría ahora al de Orriols. De ahí que el presidente de los republicanos empiece a asumir que hay que abordar el fenómeno migratorio como un problema. La pasada semana así lo reconoció al razonar en una entrevista publicada en La Vanguardia: «La Cataluña de los 10 millones [de habitantes] ahora es imposible», refiriéndose a que mantener el crecimiento demográfico promovido por la inmigración en las actuales condiciones socioeconómicas de la región no es sostenible.