Aryna Sabalenka y Nick Kyrgios, este domingo tras el partido.
Editorial EL RUGIDO DEL LEÓN La brecha biológica que separa el deporte masculino del femenino Publicada 29 diciembre 2025 02:05hLa cómoda victoria por 6-3 y 6-3 de Nick Kyrgios sobre Aryna Sabalenka en el partido de exhibición celebrado este domingo en Dubái devuelve una realidad inapelable: un tenista semirretirado en el puesto 671 del ránking ATP es capaz de arrollar a la número uno del mundo.
La reedición de la Batalla de los Sexos, celebrada en 1973 entre Billie Jean King y Bobby Riggs, se ha planteado como un espectáculo más bien frívolo, originado por las bravuconadas del polémico deportista australiano, que presumió de que podría derrotar fácilmente a cualquier jugadora.
Pero más allá de la fanfarronada y el show, el diferente contexto en que ha tenido lugar el evento lo convierte en un oportuno motivo de reflexión a colación del debate de las deportistas transgénero.
Cabe recordar que los organizadores del partido diseñaron, apoyados en análisis científicos y décadas de investigación, unas reglas especiales con objeto de equilibrar las diferencias biomecánicas, físicas y de rendimiento existentes entre tenistas masculinos y femeninos.
Pero aun con todas las ventajas en favor de Sabalenka (un único saque por punto, una pista un nueve por ciento más pequeña que la de Kyrgios...), el tenista ha ganado a su rival con total holgura.
Lo cual viene a probar que resulta imposible plantear una competición deportiva en la que hombres y mujeres puedan batirse en condiciones de igualdad, por mucho que se recurra a compensaciones para equilibrar las diferencias fisiológicas entre ambos sexos.
De ello cabe extraer otra conclusión como corolario: que no tiene sentido forzar una equiparación salarial entre deportistas masculinos y femeninos.
Porque, aun con el notable avance que ha experimentado el deporte femenino, lo cierto es que se trata de modalidades con cualidades de intensidad y espectacularidad muy dispares, con la consiguiente asimetría en términos de audiencia e ingresos.
Las injustificadamente polémicas declaraciones de Rafa Nadal en este sentido sólo subrayaron un hecho de sentido común: que lo justo es que exista igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, no que los sueldos sean los mismos. Cada jugador o jugadora deberá ganar en función de lo que haga "generar" a los torneos.
Pero, ante todo, la plasmación (como la de este domingo) de una brecha biológica imposible de cerrar supone un recordatorio de que el género existe. Una constatación que debería resultar una perogrullada, de no ser porque la rama queer del feminismo abandera la doctrina de la indiferenciación sexual.
Al abrigo de estas tesis falaces, que redundan en un retroceso de la igualdad de género, se ha venido propugnando la inclusión de personas trans en las categorías femeninas.
Pero la evidencia científica apunta a la persistencia de las ventajas físicas adquiridas durante la pubertad masculina (como la mayor densidad ósea, masa muscular, fuerza y velocidad) incluso después de años de terapia de supresión hormonal.
En los últimos años se han multiplicado las deportistas que han protestado por la lesión de la equidad en categorías femeninas que comporta la competición en pie de igualdad con varones biológicos.
El resultado ha sido un cambio de planteamiento materializado en el nuevo "Marco sobre equidad, inclusión y no discriminación por motivos de identidad de género y variaciones sexuales" del Comité Olímpico Internacional de 2021, que dio autonomía a las federaciones para endurecer las reglas sobre la participación de mujeres trans.
Y, raíz de ello, tanto la Federación Internacional de Atletismo como las de Natación y Ciclismo pasaron a prohibir la participación en eventos femeninos de élite de competidoras que hayan pasado por la pubertad masculina, permitiendo sólo aquellas que transicionaran antes de los 12 años.
Sin embargo, la federación internacional de tenis femenino (WTA) mantiene normas más laxas que sus homólogas, permitiendo la participación de mujeres trans supeditada a unos niveles máximos de testosterona.
El resultado de la Batalla de los Sexos brinda una ocasión para que la WTA se decida a alinearse con las otras federaciones y revise su regulación en la dirección que ha reclamado la propia Sabalenka, que protestó por la injusticia que supone "enfrentar a una mujer básicamente a hombres biológicos" que "siguen teniendo una ventaja enorme".
El caso de las deportistas transgénero ilustra como la igualdad mal entendida conduce a la iniquidad.
Por eso, la inclusión no puede ir en detrimento del fair play competitivo. El deporte femenino debe seguir siendo un espacio protegido donde las mujeres biológicas compitan en igualdad de condiciones.