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La cruzada de un hombre contra un imperio invisible: el de los mandos de garaje cerrados y propietarios

La cruzada de un hombre contra un imperio invisible: el de los mandos de garaje cerrados y propietarios
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Paul Wieland es un informático inquieto. Hace unos años quiso tratar de controlar la puerta de su garaje con su smartphone. Había opciones comerciales interesanes como la de la plataforma MyQ, pero lo que él quería era poder abrirla y cerrarla mientras tenía acceso a la Wi-Fi doméstica, sin depender de los servidores de MyQ o de cualquier otra empresa.  En 2022 logró desarrollar el primer prototipo de su solución, a la que llamó RAGDO (Rage Against the Garage Door Opener, o Rabia Contra la Apertura de Puertas de Garaje). Los usuarios podían usar plataformas domóticas como HomeKit o Home Assistant de forma sencilla y gratuita sin depender de servidores de terceros.  Depender de terceros suele ser mala idea Fue justo entonces cuando Chamberlain Group, la responsable de MyQ —un servicio con 14 millones de usuarios— decidió cortar el acceso a soluciones de terceros. Las conexiones que la gente había configurado para usar su puerto MyQ con aplicaciones domóticas de Apple o Google dejaron de funcionar. Además Chamberlain empezó a impulsar servicios de suscripción con socios externos, rompiendo así la experiencia de usuario para los clientes que ya tenían. Un dispositivo RAGDO instalado en el motor de apertura del garaje. Fuente: Ratcloud LLC. Esos cambios fueron muy criticados por miles de usuarios que vieron cómo sus productos hardware perdían funcionalidad, aunque la apertura básica de puertas parecía seguir funcionando en la versión gratuita de MyQ. En ese momento las ventas de RAGDO —que planteaba una solución estupenda al problema— se dispararon. De creer que vendería 100 Wieland se encontró con que estaba vendiendo decenas de miles de sus dispositivos.  Este experto comentaba en The New York Times cómo el éxito de RAGDO se debe a una frustración generalizada: las empresas venden hardware conectado a internet, pero una vez consiguen una base de usuarios suficientemente grande, lo modifican o utilizan para "exprimir" a los clientes con suscripciones forzadas que suelen arrebatarle el control a los usuarios.  Es algo que hemos visto en numerosas ocasiones en el pasado reciente. Google anunciaba en abril que sus termostatos inteligentes Nest de primera generación se convertirían en termostatos "tontos", y la polémica con las suscripciones absurdas es famosa por ejemplo en el ámbito de los coches: BMW cobra un extra por asientos calefactables y Mercedes por ofrecer un radio de giro mayor para las ruedas de algunos de sus modelos o, simplemente, para correr más.  En Xataka Estados Unidos vuelve a pronunciarse sobre el copyright casi 25 años después: siguen sin encontrar una solución Lo cierto es que en un mundo ideal uno debería poder hacer lo que quisiera con los productos digitales que compra, pero eso no se aplica en EEUU. La Digital Millennium Copyright Act que se creó a finales de los 1990 tenía el objetivo de luchar contra la piratería de contenidos pero también hizo ilegal tratar de superar las barreras digitales que las empresas crean para evitar que sus aplicaciones se utilizasen de forma ilegal. Un cuarto de siglo después esa ley sigue siendo polémica. Los mandos de garaje son los nuevos jardines amurallados Los problemas que Wieland y los usuarios de este tipo de sistemas han sufrido en EEUU no son muy distintos de los que por ejemplo sufrimos en España. Las puertas de los garajes llevan décadas pudiéndose abrir con un mando a distancia, pero dicho mercado se ha convertido en un complejo entramado de estándares y soluciones cerradas y propietarias.  Mientras que al principio los mandos eran sencillos y se basaban en un emisor y un receptor, los problemas de esa sencillez —cualquiera podía abrir o cerrar cualquier puerta— hicieron que aparecieran varias iteraciones como el de los mandos con interruptores DIP con los que era posible configurar combinaciones fijas y diferentes de las de otros garajes, pero que también era fácil acabar copiando. En la actualidad lo más común es contar con soluciones de mandos con "rolling codes" o códigos variables/evolutivos, que garantizan que cada señal transmitida por el mando es única y no se puede utilizar para un acceso no autorizado. La seguridad sin duda aumentó, pero este método hizo que numerosas empresas crearan sus propias variantes de los rolling codes por dos motivos: uno público y razonable (proteger a sus usuarios, no existen estándares universales ampliamente aceptados) y otro oculto (proteger el negocio y generar ingresos).  Esos diseños hacen que los mandos de garaje, relativamente baratos y sencillos de construir, sean normalmente caros para los usuarios finales. Los mandos no son compatibles entre fabricantes aunque usen rolling codes, porque cada uno usa frecuencias y modulaciones propias y protocolos propietarios de generación de códigos.  En Xataka Smart Home Así de fácil es blindar tu cochera para que no entren los ladrones. Este usuario lo ha hecho gastando menos de un euro En algunos casos es factible clonarlos con "mandos universales", y de hecho existe una industria paralela en la que cerrajerías y tiendas especializadas ofrecen el servicio de clonación, o bien podemos adquirir esos mandos para luego programarlos nosotros por cuenta propia. Sin embargo, hay por ejemplo comunidades de propietarios en las que los mandos se programan desde centralita, no desde el mando, lo que impide clonar el mando sin que un administrador dé de alta el código en el receptor. Las consultas en diversos foros de discusión demuestran que hay muchas dudas respecto a qué funciona y qué no, y no hay muchas soluciones triviales más allá de la de comprar el mando "oficial" para cada garaje. Hay desde luego sistemas que plantean la alternativa de usar aplicaciones móviles y módulos Wi-Fi o BLE conectados al motor del garaje. MyQ es el mejor ejemplo de ello, pero la propia inercia del sector y las propias normativas de puertas de garaje no facilitan este tipo de soluciones. Puede que la progresiva adopción de estándares de interconexión domótica como Matter logre tarde o temprano plantear una alternativa válida, pero hoy por hoy seguimos dependiendo de estas soluciones. Imagen | Dushawn Jovic En Xataka | "Okupas de garaje": hay gente aparcando su coche todos los días en plazas de aparcamiento que no son las suyas - La noticia La cruzada de un hombre contra un imperio invisible: el de los mandos de garaje cerrados y propietarios fue publicada originalmente en Xataka por Javier Pastor .
La cruzada de un hombre contra un imperio invisible: el de los mandos de garaje cerrados y propietarios

Estos dispositivos se han convertido en singulares protagonistas de una industria con sus propias luces y sombras

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Javier Pastor

Editor Senior - Tech

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Paul Wieland es un informático inquieto. Hace unos años quiso tratar de controlar la puerta de su garaje con su smartphone. Había opciones comerciales interesanes como la de la plataforma MyQ, pero lo que él quería era poder abrirla y cerrarla mientras tenía acceso a la Wi-Fi doméstica, sin depender de los servidores de MyQ o de cualquier otra empresa. 

En 2022 logró desarrollar el primer prototipo de su solución, a la que llamó RAGDO (Rage Against the Garage Door Opener, o Rabia Contra la Apertura de Puertas de Garaje). Los usuarios podían usar plataformas domóticas como HomeKit o Home Assistant de forma sencilla y gratuita sin depender de servidores de terceros. 

Depender de terceros suele ser mala idea

Fue justo entonces cuando Chamberlain Group, la responsable de MyQ —un servicio con 14 millones de usuarios— decidió cortar el acceso a soluciones de terceros. Las conexiones que la gente había configurado para usar su puerto MyQ con aplicaciones domóticas de Apple o Google dejaron de funcionar. Además Chamberlain empezó a impulsar servicios de suscripción con socios externos, rompiendo así la experiencia de usuario para los clientes que ya tenían.

Un dispositivo RAGDO instalado en el motor de apertura del garaje. Fuente: Ratcloud LLC.

Esos cambios fueron muy criticados por miles de usuarios que vieron cómo sus productos hardware perdían funcionalidad, aunque la apertura básica de puertas parecía seguir funcionando en la versión gratuita de MyQ. En ese momento las ventas de RAGDO —que planteaba una solución estupenda al problema— se dispararon. De creer que vendería 100 Wieland se encontró con que estaba vendiendo decenas de miles de sus dispositivos. 

Este experto comentaba en The New York Times cómo el éxito de RAGDO se debe a una frustración generalizada: las empresas venden hardware conectado a internet, pero una vez consiguen una base de usuarios suficientemente grande, lo modifican o utilizan para "exprimir" a los clientes con suscripciones forzadas que suelen arrebatarle el control a los usuarios. 

Es algo que hemos visto en numerosas ocasiones en el pasado reciente. Google anunciaba en abril que sus termostatos inteligentes Nest de primera generación se convertirían en termostatos "tontos", y la polémica con las suscripciones absurdas es famosa por ejemplo en el ámbito de los coches: BMW cobra un extra por asientos calefactables y Mercedes por ofrecer un radio de giro mayor para las ruedas de algunos de sus modelos o, simplemente, para correr más

En XatakaEstados Unidos vuelve a pronunciarse sobre el copyright casi 25 años después: siguen sin encontrar una solución

Lo cierto es que en un mundo ideal uno debería poder hacer lo que quisiera con los productos digitales que compra, pero eso no se aplica en EEUU. La Digital Millennium Copyright Act que se creó a finales de los 1990 tenía el objetivo de luchar contra la piratería de contenidos pero también hizo ilegal tratar de superar las barreras digitales que las empresas crean para evitar que sus aplicaciones se utilizasen de forma ilegal. Un cuarto de siglo después esa ley sigue siendo polémica.

Los mandos de garaje son los nuevos jardines amurallados

Los problemas que Wieland y los usuarios de este tipo de sistemas han sufrido en EEUU no son muy distintos de los que por ejemplo sufrimos en España. Las puertas de los garajes llevan décadas pudiéndose abrir con un mando a distancia, pero dicho mercado se ha convertido en un complejo entramado de estándares y soluciones cerradas y propietarias

Mientras que al principio los mandos eran sencillos y se basaban en un emisor y un receptor, los problemas de esa sencillez —cualquiera podía abrir o cerrar cualquier puerta— hicieron que aparecieran varias iteraciones como el de los mandos con interruptores DIP con los que era posible configurar combinaciones fijas y diferentes de las de otros garajes, pero que también era fácil acabar copiando.

En la actualidad lo más común es contar con soluciones de mandos con "rolling codes" o códigos variables/evolutivos, que garantizan que cada señal transmitida por el mando es única y no se puede utilizar para un acceso no autorizado. La seguridad sin duda aumentó, pero este método hizo que numerosas empresas crearan sus propias variantes de los rolling codes por dos motivos: uno público y razonable (proteger a sus usuarios, no existen estándares universales ampliamente aceptados) y otro oculto (proteger el negocio y generar ingresos). 

Esos diseños hacen que los mandos de garaje, relativamente baratos y sencillos de construir, sean normalmente caros para los usuarios finales. Los mandos no son compatibles entre fabricantes aunque usen rolling codes, porque cada uno usa frecuencias y modulaciones propias y protocolos propietarios de generación de códigos. 

En Xataka Smart HomeAsí de fácil es blindar tu cochera para que no entren los ladrones. Este usuario lo ha hecho gastando menos de un euro

En algunos casos es factible clonarlos con "mandos universales", y de hecho existe una industria paralela en la que cerrajerías y tiendas especializadas ofrecen el servicio de clonación, o bien podemos adquirir esos mandos para luego programarlos nosotros por cuenta propia. Sin embargo, hay por ejemplo comunidades de propietarios en las que los mandos se programan desde centralita, no desde el mando, lo que impide clonar el mando sin que un administrador dé de alta el código en el receptor. Las consultas en diversos foros de discusión demuestran que hay muchas dudas respecto a qué funciona y qué no, y no hay muchas soluciones triviales más allá de la de comprar el mando "oficial" para cada garaje.

Hay desde luego sistemas que plantean la alternativa de usar aplicaciones móviles y módulos Wi-Fi o BLE conectados al motor del garaje. MyQ es el mejor ejemplo de ello, pero la propia inercia del sector y las propias normativas de puertas de garaje no facilitan este tipo de soluciones. Puede que la progresiva adopción de estándares de interconexión domótica como Matter logre tarde o temprano plantear una alternativa válida, pero hoy por hoy seguimos dependiendo de estas soluciones.

Imagen | Dushawn Jovic

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Fuente original: Leer en Xataka
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