Federico Linares, presidente de EY España, durante su intervención en el ciclo de conferencias 'La libertad en el siglo XXI'. Rodrigo Mínguez
La libertad en el siglo XXILa libertad y el humanismo empresarial Federico Linares Publicada 19 noviembre 2025 00:31h Actualizada 19 noviembre 2025 00:34hMuchísimas gracias, rector. Muchísimas gracias, Jaime. El placer ha sido mío de conocerte hoy de verdad. Muchas gracias Pedro y muchas gracias Cruz. Muchas gracias Mamen. Gracias a todos, amigas y amigos por estar hoy compartiendo este rato. Estoy ilusionado y agradecido por tener la oportunidad de compartir hoy con vosotros esta reflexión. Voy a tratar de ser útil.
Me gustaría que reflexionáramos un poco sobre libertad y sobre humanismo empresarial. Quería que empezáramos poniendo un poco de contexto a lo que creemos es el mundo. Un contexto geopolítico, donde vemos dos grandes autocracias. Una autocracia en ciernes, según algunos. Un herbívoro entre carnívoros. Una herbívora entre carnívoros. Y un sector privado con un poder superior al de muchos estados, que algunos bautizan como la ilustración oscura.
Vemos un reto de clima, un reto que no se toca. Esto es lo que los americanos llaman Details of the boiling frog, la rana que se va cociendo, que no logra salir del cazo. Será un grado y medio lo que subirá la temperatura de la tierra del planeta respecto de la época preindustrial, en 2030. Esto es lo que vamos a tener. Fenómenos meteorológicos extremos. Todo esto lo tenemos ya, no lo tocamos pero lo tenemos ya.
Fede Linares 'La libertad y el humanismo empresarial'
Igual que el reto demográfico. Nosotros, a principio del siglo XIX éramos 1.000 millones de personas. Seremos prácticamente 9.000 millones en 2030 con una esperanza de vida de 87 años en el caso de las mujeres y 82 en el caso de los hombres. Con más de un tercio de la población española en 2030 mayor de 60 años y todavía con un modelo de antes. Nos jubilamos o no nos jubilamos, trabajamos o no trabajamos. Un modelo binario, no platónico. Trabajamos o no trabajamos, sin modelos flexibles y con un reto digital, con una revolución, seguramente la mayor revolución tecnológica que hemos vivido, en la que lo que tenemos cerca son sistemas de procesamiento de información ChatGPT o CoPilot pero donde de verdad los avances tecnológicos están mucho más cerca de ámbitos transformadores: ámbito de la genómica, medicina, salud, defensa.
Al tiempo la riqueza global, la riqueza del mundo, ha empezado a generarse de otra manera. Ya no se regenera a base de trabajo. Este es un gráfico que muestra el desplazamiento que hay en la generación de la riqueza global, la riqueza del mundo, desde las rentas del trabajo a las rentas del capital. Si veis el gráfico abarca desde 1947, pero es sólo desde 2000 donde se produce una caída en picado de la participación de las rentas del trabajo. Un 75%, un 76% de todo ese desplazamiento se produce en los últimos 25 años y todavía no había llegado la inteligencia artificial.
Nueve de las 10 principales compañías mundiales son tecnológicas. Nueve o 10 que no existían hace una década, hace un par de décadas. Riqueza global generada de forma intangible. Cómo la redistribuimos. Cómo se redistribuye esta riqueza global con arreglo a normas del siglo XIX todavía. El estado nación de Hegel. Necesitamos de parlamentos nacionales que aprueben una ley, una ley tributaria, que redistribuyan toda esa riqueza global generada en forma de capital de naturaleza intangible, que necesita de estados, de países, de estados de nación que la redistribuyan..
"Nueve de las 10 principales compañías mundiales son tecnológicas, nueve o 10 que no existían hace una década"
Por eso vemos cada vez más injusticia, vemos más desigualdades, una mayor brecha entre los que más tienen y los que menos tienen. Es normal. Si añadimos a todo esto unas ganancias de productividad derivadas del uso de la inteligencia artificial generativa, que de nuevo serán ganancias de productividad que se generarán de forma intangible en forma de capital, año a año, mes a mes. Mientras, el sistema decimonónico de redistribución de la riqueza en los países no es suficiente, sino que se enfrenta a una crisis del multilateralismo que va a hacer que la OCDE, que las Naciones Unidas, que la propia Unión Europea, que cualquier foro de entendimiento multilateral, tenga mucha menos influencia de lo que tenía hace una década, hace dos décadas. Vamos a un mundo cada vez más rico en el que la riqueza se distribuye cada vez más desigualmente.
La cuestión es que con todo este mundo en el que lo estamos viendo en el espacio de la sanidad, la medicina personalizada no va a ser para todo el mundo. La educación personalizada tampoco va a ser para todo el mundo. Quizás la puedan pagar o no la puedan pagar. Estamos hoy día en posibilidades reales, tangibles, de aceleraciones cognitivas. Podremos tener más o menos memoria en función de los recursos que tengamos. Esto existe ya hoy. Yo la pregunta que quería plantear hoy, que quería que compartiéramos esta tarde, es si en este mundo las empresas pueden tener un papel. De hecho, lo que querría plantear para que reflexionáramos es si las empresas, si nosotros, las empresas, los directivos, podemos tener un papel principal, si podemos tener un papel transformador en este modelo económico.
Vamos a ver que es la empresa. En 1762, Rousseau formula el contrato social, estado ciudadano. Rousseau se olvida a las empresas. ¿Por qué? Bueno, pues porque las empresas no existían. Muy sencillo. No había empresa. Esta es la historia de la empresa, relativamente reciente. Algunos hitos son los talleres feudales, la revolución industrial, el movimiento obrero, el estado de bienestar... Movimientos de globalización del siglo pasado y corporaciones con propósito. Vamos a marcar ahí como seis hitos en la historia de lo que conocemos como empresa. Esto sucede antes de ayer, prácticamente.
Federico Linares: "Necesitamos una Europa con valores, pero competitiva, es una herbívora rodeada de carnívoros"Milton Friedman, página del New York Times, 1970. The Business of a business is business. Tal cual, así de claro. El propósito social de una corporación es incrementar sus beneficios. Decía Friedman en 1970. Esto es de antes de ayer. Consecuencias, capitalismo liberal. Un neocapitalismo liberal que no soluciona los grandes problemas de progreso económico y social, que necesita de otro tipo de gobernanza. En paralelo, sucedían cosas, En 1980, esta compañía, Wholefoods, os sonará alguno de buenos alimentos naturales. Nosotros premiamos a quien la fundó, que es este individuo que es un tipo extraordinario, John McKay. Lo premiamos en YE con el Premio Emprendedor del Año. Él introduce esta idea del capitalismo consciente y del propósito corporativo. Es un ejemplo muy estudiado en escuelas de negocio. Son movimientos sobre propósito social de una corporación que van sucediendo a la par que el capitalismo va desarrollándose. Llegamos más o menos a este punto, yo diría que estamos un poco ahí por detenernos. ¿Dónde está la empresa? Bueno, en relación con el propósito social y con el progreso, el manifiesto, la coalición para el capitalismo inclusivo. Recordaréis aquella carta de los CEO de las principales compañías del mundo, 300 en Davos en 2020, poco antes de la pandemia. Alguno dirá, ¿y dónde están esos CEO ahora? No los veo por ninguna parte. Iniciativas de sostenibilidad medioambiental como la directiva CSRD.
Bueno, es un mundo que yo me permitiría resumir como un mundo en el que la empresa no sólo genera valor económico, valor financiero, genera otro tipo de valor de progreso que resumiría como crea empleo, paga impuestos y tiene una responsabilidad medioambiental. Podríamos convenir que este es el consenso sobre qué haría una empresa en el mundo de la creación de valor más allá del financiero.
La pregunta en este contexto tan complejo que tenemos en el mundo, y un mundo que evoluciona hacia dónde vemos que evoluciona, si esto es suficiente, si el rol de la empresa debe quedarse ahí. El rol de la empresa debe ser el del rol social de la empresa, debe ser el de pagar impuestos, el de crear empleo y el de contribuir a la sostenibilidad medioambiental de las comunidades en las que opera.
"El rol de la empresa debe ser el del rol social de la empresa"
Vamos a grabar un poco más la reflexión y vamos a añadir algo más, que es la percepción ciudadana, de la que muchas veces nos olvidamos cuando reflexionamos académicamente sobre estas cosas. ¿Qué perciben los ciudadanos? ¿Qué es una empresa para un ciudadano? ¿Qué es una empresa para nosotros? Yo creo que hay sesgo, hay sesgos inconscientes, hay sesgos conscientes, hay falacias. Carl Jung nos va a acompañar en un paseo por seis falacias que están en el inconsciente colectivo, creo yo.
Una primera, que los gobiernos garantizan el bienestar social y la empresa se ocupa de otra cosa. A la vista está que los gobiernos no garantizan el bienestar social. Los gobiernos por sí solos no pueden ocuparse de la resolución del problema de la sanidad, de la educación, de la vivienda, de la inmigración, de lo que queramos. No son suficientes hoy por hoy los gobiernos para garantizar el bienestar social o que la colaboración público privada es una realidad. La colaboración público privada hoy día es un espacio en el que el sector público y sector privado, en mi modesta opinión, se unen transaccionalmente. Y por eso colaboran. No tiene más mérito que el de la satisfacción del interés recíproco. Hacemos un hospital porque a la administración pública le interesa prestar ese servicio asistencialmente y porque al interés privado le resulta rentable construir un hospital. Si no, ese hospital no se construye. Una carretera, exactamente igual. Te doy para que me des. Esa es la cosa.Creo que la mayoría de los casos representativos de colaboración público privada que tenemos hoy día es transaccional y por tanto, pues tampoco tiene más mérito. Será público privada, como podría ser privada o pública, o como podría ser privado, privado, privado, privada.
Otra falacia es que las empresas sólo generan valor financiero para los accionistas. A la vista está que no es así. O que los empresarios sólo piensan en los beneficios y no en la sociedad. Nuestro querido Bardem, con el buen patrón, no hace falta decir nada más. O incluso, fijaos qué falacia, que es jurídicamente, que legalmente está claro lo que es una empresa. Esto es curioso. La única referencia que existe a la empresa en la Constitución, el artículo 38, que garantiza la libertad de empresa y otra serie de cosas como la defensa de la productividad, la libertad de empresa y ya está. No nos parece insuficiente. Si vemos cualquier otro texto legislativo Código Civil, Código de Comercio, Ley de Sociedades de Capital. ¿Qué es una empresa? Una empresa son dos personas o más que se unen para la obtención de un beneficio, un lucro para ganar pasta. No parece una definición un poco antigua de empresa. ¿Es eso una empresa como una institución social?
Bueno, última falacia, que la economía no puede ser humanista. Bueno, desde un modelo como el muy liberal de Adam Smith y su mano invisible hasta los más propulsores de un intervencionismo público como el de Keynes, hasta llegar a aquellos que ya situaban en la sociología o en la psicología las preferencias del consumidor, como con los modelos económicos que creían que generaría mayor progreso social. Bueno, que la economía no pueda ser humanista, esto es más que cuestionable.
¿Qué creemos que debe ser una empresa? No creemos que una empresa no debe ser solamente la asociación de dos o más personas para la obtención de un lucro. Creemos, yo creo, que una empresa debe ser una institución que genere valor a largo plazo. ¿Y esto qué es? Esto es una cosa muy concreta, no es abstracta ni se hace. A nosotros en EY nos gusta hablar de esto los lunes por la mañana, no los viernes por la tarde. Una empresa tiene que generar valor financiero, valor económico. Una empresa tiene que ser rentable, tiene que ser competitiva, tiene que ser productiva, tiene que ser rentable, tiene que ser líder en los mercados en los que opera, tiene que competir internacionalmente. Tiene que cumplir con la normativa, tiene que ser todo eso que se espera que sea una empresa y ser excelente. Pero una empresa debe también generar otro tipo de valores y esos son cuatro pilares que le llamamos el valor financiero o económico, rentabilidad, productividad, competitividad, el valor de cliente, el valor de personas, el valor social.
¿Qué creemos que es una empresa humanista? Una empresa humanista es la que hace todo eso. Por ser un poquito más concreto. No hablar de esto del humanismo como el mar y de las flores. Una empresa que genera valor a largo plazo quiere decir que algunos de los que estamos dirigiendo estas empresas no vamos a ver los resultados de nuestro trabajo mientras estemos en esta posición. Si Dios quiere, lo veremos mientras estemos vivos pero no lo haremos como responsable de estas empresas. Invertiremos unos horizontes temporales que no son los horizontes temporales del ejercicio de nuestro rol. Una empresa que sitúe al mismo valor estratégico que el resto de valores en la creación de valor social. ¿A qué me refiero? A algo muy concreto, a esto que comentaba antes. ¿El valor social tiene el mismo tamaño que el valor económico? Porque claro, es sencillo decir que nos dedicamos a la creación de valor social. La pregunta siempre es ¿y tú cuánto tiempo le dedicas a la creación de valor social? ¿Cuánto tiempo tuyo, personal, le dedica a la creación de valor de persona? ¿Y todo esto en comparación con la creación de valor económico financiero? Bueno, si hay un equilibrio, yo creo que podemos estar hablando de un modelo de empresa. Si no hay un equilibrio, y lo del valor financiero lo hacemos el lunes por la mañana y lo del valor social lo hacemos los viernes por la tarde, qué aporta a la sociedad lo mejor que sabe hacer con su finalidad y recurso. Me encantaría que un día desaparecieran las fundaciones corporativas, que no hicieran falta, que estuvieran integradas. No lo digo por la Fundación CYD. Las fundaciones corporativas que estuvieran integradas en la responsabilidad social, en el propósito corporativo de la empresa, en la que los altos directivos estén comprometidos con ese modelo de liderazgo y se haga lo que se dice o la ética de las emplearía. Vendrá Javier Gomá, nuestro querido Javier Gomá, en breve para para iluminarnos como siempre en todas esas cosas de las que habla, entre otras, la ética de la ejemplaridad.
El Español y la Camilo José Cela celebran sus cumpleaños con diez conferencias sobre 'La Libertad en el siglo XXI'Una empresa que colabora estratégicamente con la administración pública y una empresa, esto que decimos en el último lugar, esto es casi lo más importante de lo que entendemos por una empresa humanista, donde toda esta actuación, esta generación de valor en estos cuatro pilares, lo hace con una raíz ética, ética no normativa, elegida y no impuesta. Esto es importante. Vamos a resumir. O sea, realmente lo que decimos es que el propósito de una empresa humanista es la creación de valor a largo plazo. Valor económico financiero, valor de clientes, de personas y valor social. ¿Con qué finalidad? Esto es muy kantiano, ¿verdad, Félix? Con la finalidad en sí mismo de promover el bienestar de la persona como si fuera un imperativo categórico, es decir, todo aquello que no esté dirigido a la creación de valor de persona, todo aquello que hagamos en la empresa que no promueva el bienestar de la persona, no puede estar bien hecho. Pero, sobre todo, en un sistema en el que esa creación de valor deriva de una raíz ética, no normativa. ¿Por qué lo hace la empresa? Lo hace porque le da la gana. Lo hace porque lo ha elegido, porque libremente lo ha elegido, porque le parece que es su mejor propósito empresarial, porque quiere, porque nadie se lo imponga. Y ese porque le da la gana, nos lleva a la idea de la libertad. ¿Qué es eso de por qué le da la gana a uno?
Yo creo que cuando hablamos de libertad y de empresa, normalmente la expectativa es que vamos a hablar de ausencia, de intervencionismo, de ausencia de injerencia, de lamentable injerencia del sector público en el sector empresarial. En ocasiones, esto es importante. Es importante que los poderes públicos respeten la libertad de empresa, respeten la autonomía privada, la organización de los negocios es importante, pero yo no quiero hablar de eso. Isaiah Berlin, en esta ponencia que hizo en 1958, hablaba de Concepts of Liberty. Hablaba de una libertad negativa y de una libertad positiva. Vamos a llevarlo al mundo, a la empresa.
Esta libertad negativa era la libertad a la que nos referimos generalmente con la libertad de empresa. Es esa no interferencia en el ámbito privado por parte de los poderes públicos, en esa línea de Locke, Smith, John Stuart Mill o Constant. Formulaba otra libertad que me interesa más, que es la libertad positiva, la libertad que le vamos a llamar nosotros libertad en la empresa y no libertad de empresa. Es una libertad positiva que a lo que se refiere es a ese deseo de que la vida y las decisiones de uno dependan de uno mismo. Esa libertad positiva que nos lleva a la idea de la autonomía moral, porque me da la gana. Yo hago el bien porque me da la gana. Y esa es la libertad positiva a la que a la que se refería Berlín. Aplicada al ámbito organizativo de una empresa, es crear las condiciones para que directivos, empleados, profesionales, colaboradores, para que todos aquellos que trabajan en una empresa, tomen decisiones con criterio y se vinculen a un propósito, a un propósito empresarial, un propósito corporativo que promueve el bienestar de todos los que pertenecen a esa empresa. La libertad en la empresa. Esto, claro, en la sociedad en la que vivimos, no está exento de dificultades.
13 fotos"Somos amos y esclavos a la vez, porque que tenemos unas cadenas autoimpuestas"
Ciclo de conferencias 'La libertad en el siglo XXI' con Federico Linares
Rodrigo Mínguez Elena IsardoA mí me encanta Byung-Chul Han. Lo que dice este coreano alemán, que es un tipo simpatiquísimo, que es jardinero, que es pianista y se aprendió de memoria las variaciones de Goldberg y tardó dos años de memoria tocándola al piano. Un tipo muy curioso, que tiene un enorme filósofo. Tiene una idea, un diagnóstico, de lo que nos está sucediendo en la sociedad, que es un diagnóstico que me parece modestamente brillante. Él, ya sabéis, habla de la sociedad del cansancio en tantas obras que viene publicando, tantos ensayos. Habla de la idea de que somos amos y esclavos a la vez, de que tenemos unas cadenas autoimpuestas, de que ese movimiento constante de la rueda del hámster en el que estamos día a día nos lleva a plantearnos nuestros propios retos que vamos satisfaciendo día a día, que nos llevan a imponernos otros nuevos retos, nos autoexigimos. Al final hace que seamos amos y esclavos de nosotros mismos al mismo tiempo
Es una sociedad en la que esa libertad en la empresa se hace difícil. Luego, claro, esto por la parte de la libertad positiva. En la libertad negativa, en esa ausencia de condiciones que tenemos para realizar nuestra actividad, vemos a estos dos catedráticos de Harvard que en el libro Cómo mueren las democracias, escrito en el primer mandato de Trump, nos dicen cosas tan interesantes como que en las tres últimas décadas el número de ciudadanos libres en el mundo se va reduciendo año a año. En 2005 era un 44% el número de ciudadanos libres, entendiendo libres como no pertenecientes a países autocráticos, a regímenes autocráticos. Esto se ha reducido al 20% sólo 20 años después. Al tiempo, vivimos en un mundo muy inmerso desde la perspectiva tecnológica, en la inteligencia artificial y en plantearnos malas preguntas. Esa pregunta de todos los días: ¿qué puede hacer la inteligencia artificial? Es una mala pregunta, porque una inteligencia artificial hoy, ya no digo mañana, hoy lo puede hacer prácticamente todo. Hoy la cuestión es ¿qué debe hacer la inteligencia artificial y no qué puede hacer? Es decir, ¿qué funciones de valor como individuos, como personas, sujetos de dignidad, podemos delegar en una inteligencia artificial? Esa es la cuestión de verdad. Todo esto es aquello que dificulta que cuando pensamos en la libertad en la empresa, aquel que pertenece a una empresa sea realmente libre.
Amartya Sen, Nobel de Economía, dice algo muy simpático. Llama a aquellos que sólo se preocupan de lo suyo, de lo inmediato, de lo económico, rational fools, necios racionales, tontos racionales. Aquel que sólo se preocupa de lo económico. Aquel que sólo se preocupa de lo suyo.
Pedro J. Ramírez apuesta por los alumnos del Máster de EL ESPAÑOL: “Es nuestro vivero de periodistas”Yo terminaría proponiendo que, de entre todos aquellos que han pensado sobre esto, tuviéramos como referencia la figura, entre otros muchos otros de José Antonio Marina. José Antonio Marina tiene la idea de, entre otras muchas ideas muy brillantes que tiene, tiene la idea de que nuestra inteligencia puede dedicarse a resolver distintos tipos de problemas. Que los problemas más pequeños son propios de gente menos inteligente. Él dice que los principales problemas que tiene el ser humano son los problemas de las relaciones humanas, son los problemas de la afectividad, son los problemas de las emociones. Por eso dice que la inteligencia de aquellos que son más inteligentes es una inteligencia ética. Precioso esto. Es una inteligencia ética porque se dedica a resolver los verdaderos problemas, no los problemas pequeñitos, los del próximo trimestre, el precio de la acción de la empresa. Se dedica a resolver los verdaderos problemas, los problemas de relaciones, los problemas de personas, los problemas de emociones, los problemas de felicidad privada y los problemas de felicidad pública, que es condición esencial para la felicidad privada.
Y concluye, de la manera más brillante y esperanzadora posible, creo yo. La bondad es la mayor expresión de la inteligencia. Esto es una maravilla, porque eso nos lleva a plantear el tema de los listos frente a los buenos. El listo, el astuto, el killer en el mundo de la empresa, que será muy listo, muy astuto y muy killer, pero no es muy inteligente porque no es bueno.
A mí me gustaría que la empresa se dedicara a promover directivos, empleados, aquellos que son éticamente inteligentes, aquellos que tienen como propósito la creación de valor a largo plazo: la creación de valor de empresa, valor económico, valor financiero, valor de persona, valor social.
Entre todos los filósofos que hemos recorrido, yo me quedo ahora con uno que no era filósofo, que era poeta. Es un paisano mío, que es Machado. A mí me gustaría que nos quedáramos con Machado y con esa idea de que los directivos que queremos esos, esos directivos éticamente inteligentes, esos directivos comprometidos con la creación de valor a largo plazo, fueran directivos que, como decía él, vivan en paz con los hombres y en guerra con sus entrañas.
Muchas gracias.
***Federico Linares es presidente de EY España.