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La telaraña de fibra óptica que muestra la crudeza de la guerra de drones en Ucrania

La telaraña de fibra óptica que muestra la crudeza de la guerra de drones en Ucrania
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Cantidades ingentes de cable usado para dirigir los aviones no tripulados forman una tupida red aérea que dificulta la vida civil y despierta la voz de alarma en Occidente por su riesgo medioambiental

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Kilómetros de fibra óptica de los drones utilizados en los combates cubren las calles de Lyman. 63ª Brigada Mecanizada de Ucrania La telaraña de fibra óptica que muestra la crudeza de la guerra de drones en Ucrania

Cantidades ingentes de cable usado para dirigir los aviones no tripulados forman una tupida red aérea que dificulta la vida civil y despierta la voz de alarma en Occidente por su riesgo medioambiental

M. Pérez

Domingo, 21 de diciembre 2025, 15:10

... de gigantescas proporciones. Los modelos guiados por fibra óptica, más precisos y eficientes que los de radiotransimisión, manipulables mediante inhibidores, han sembrado Ucrania de millones de kilómetros de cable que cubren ciudades, campos y forman auténticos ovillos sobre las copas de los árboles en los bosques.

Pilots from the reconnaissance company of the 63rd Mechanized Brigade showed what Lyman looks like today. The city is holding on, but is gradually becoming covered by this “web.” - "Today, the intensity of combat is measured not so much by destroyed buildings as by the amount of… pic.twitter.com/KzRyRWmkpa

— Ukraine - Combat Footage Archive 🇬🇪 🇺🇦 (@Bodbe6) December 19, 2025

La imagen más sobrecogedora de esta situación la ha proporcionado la 63ª Brigada Mecanizada del ejército con una grabación de la ciudad de Lyman, en primera línea del frente, que permanece atravesada por una tupida y vasta telaraña de cables que brillan al sol. Cada uno de ellos corresponde a un dron y es un ejemplo de la crudeza de los combates. Pueden vislumbrarse miles de líneas tendidas. La ciudad tuvo antes de la invasión 27.000 vecinos y ahora no llegan al centenar. El enclave está militarizado. Nada más iniciada la guerra, Rusia tomó sus calles. Más tarde, Ucrania la recuperó y desde entonces se ha convertido en un tablero de ajedrez mortal.

Lyman forma parte de los objetivos inmediatos del Kremlin en su última ofensiva en el Donbás, que le ha permitido a su ejército la conquista de varios municipios medianos y pequeños entre noviembre y el mes actual. Los rusos acampan a menos de 17 kilómetros de la ciudad. Este pasado 18 de diciembre un pelotón intentó de nuevo romper el cerco de defensivo. Los soldados entraron en la ciudad por el interior de un oleoducto inactivo, seco. No sabían que los ucranianos les esperaban a la salida. Kiev informó este viernes de que mató o hizo prisioneros a los 2.000 rusos de la unidad. Por desastres como éste, la infanterría aguarda normalmente a que los drones produzcan el primer desgaste.

Escuela de depredadores

Moscú ha transformado su modo de combate. Las ofensivas multitudinarias, con miles de soldados lanzados contra las trincheras enemigas al viejo estilo soviético, lo que se ha conocido en el frente como la «picadora de carne», son cada vez menores y han dado lugar a ataques selectivos de pequeños grupos de asalto, previo barrido de las defensas con drones. Un centro de operaciones establecido en Moscú, denominado Rubicón, enseña a los pilotos. Ha preparado ya a una generación en ciernes de 6.000 tripulantes. Su labor no consiste solo en hostigar las líneas defensivas y hacer retroceder a los rivales. Son depredadores de pilotos. Buscan a quienes manejas los drones ucranianos para aniquilarlos. Por eso, los operadores kievitas cambian de ubicación con suma frecuencia.

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Los cables pueden tener hasta 30 y 50 kilómetros de longitud. Gobierno de Ucrania

Resulta paradójicó. Kiev, ante su desventaja en arsenales pesados, aguzó su ingenio y se convirtió en la pionera de la guerra de drones, artilugios baratos y que era capaz de construir artesanalmente con rapidez. Sin embargo, con un tamaño diez veces mayor, Rusia le ha adelantado en el campo de los aviones dirigidos por fibra óptica. Tiene más materia prima, se surte del mercado de componentes chino y ha levantado fábricas donde incluso los adolescentes rusos ensamblan los prototipos. Kiev trata de ponerse a su altura a marchas forzadas. El presidente Volodímir Zelenski anunció en mayo la fabricación de una veintena de nuevos modelos, todos ellos de fibra óptica.

Estos artilugios se manejan a distancia, pero con un cable unido entre el dron y el operador. Los más utilizados en las batallas cuerpo a cuerpo tienen un alcance de 4 kilómetros, pero los demás incorporan rollos de líneal de entre 20 y 50 kilómetros para que los drones lleguen a grandes distancias. Son aparatos potentes para transportar peso, precisos, capaces de entrar incluso por las ventanas de las casas, y consumen menos energía. Pueden esperan durante horas en un mismo lugar para llevar a cabo una emboscada. Al funcionar con un cable, los operadores impiden que el enemigo los derribe mediante interferencias electrónicas. Durante los tres primeros años de la guerra, hasta el 75% de los drones de radiofrecuencia eran anulados.

Su principal problema consiste en sortar los tendidos eléctricos y, en especial, sobrevolar los bosques, donde quedan en ocasiones prendidos de las ramas. Los soldados ucranianos suelen llevar tijeras para sabotearlos, pero normalmente vuelan a alturas fuera de su alcance.

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Un dron dirigido por fibra óptica de Brave1, el clúster de defensa ucraniano. Brave1

Los civiles también se han habituado a llevar tijeras o tenazas encima para deshacerse de los restos: los cables abandonados se enredan en las ruedas de los vehículos y de los tractores inutilizando los ejes. Numerosos caminos y carreteras se han vuelto impracticables. La ONU estima que será necesaria una gran operación de limpieza de los líneales antes de comenzar con el desminado de las tierras agrícolas, ya que impiden avanzar a los robot desactivadores.

Las universidades occidentales han dado la voz de alarma sobre este creciente vertedero de residuos, Cada cable incorpora metales, plásticos y elementos químicos «eternos»; es decir, difícilmente degradables. Estados Unidos, Europa y China ya estudian cómo eliminarlos una vez que termine la guerra. De momento, siguen ahí. Bajo la constante amenaza de los propios drones armados y los tiradores, nadie se expone en la superficie a recoger cable. Expertos británicos, franceses y alemanes han advertido de que estas marañas son la trampa perfecta para las aves y la fauna, y sembrarán los suelos de Ucrania con toneladas de químicos y microplásticos durante décadas. Algunas zonas boscosas y agrícolas se han convertido ya en selvas de fibra impenetrables.

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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