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Desde la izquierda, Cora Vielva, con Laia; Jesús Antonio Martínez, con Fredi; Fernando Negueruela, con Dobby; José Luis García; Carlos Salas, con Iñaki; Víctor Sumillera, con Chester, y Nuria González. Daniel Pedriza La huella olfativa del cáncer Los perros del estudio de Biodogtor detectan el cáncer de pulmón «con precisión máxima»El proyecto que empezaron los guías caninos Nuria González y José Luis García con Valdecilla en 2016 concluye que «el olfato de los perros puede salvar muchas vidas». | Los cinco 'dogtors' del ensayo clínico examinaron 5.845 muestras de aliento de pacientes y de personas sanas de Cantabria con una tasa de acierto del 99,9%
Ana Rosa García
Domingo, 28 de diciembre 2025, 09:43
... pacientes. El ambicioso proyecto que el equipo de Biodogtor puso en marcha hace nueve años en Cantabria, de la mano del Instituto de Investigación de Valdecilla (Idival) y del servicio de Oncología del hospital, ha concluido de la mejor manera posible. Con unos resultados contundentes que certifican que el entrenamiento canino, a través del juego, puede convertir a perros de familia en detectores infalibles, aprovechando su extraordinario potencial olfativo. Tras analizar más de 5.800 muestras, este estudio científico a doble ciego (los investigadores tampoco sabían cuáles eran las positivas), que puede presumir de ser «el más completo del mundo», confirma que el mejor amigo del hombre puede ser un gran aliado de la medicina para salvar vidas.Pero lo que planteaba Biodogtor, la asociación que crearon juntos, era distinto. Aquí se trataba de probar que «cualquier perro de casa, que tenemos ahí en el salón, sentado, viendo la tele con nosotros», puede ser entrenado para que su olfato, diez mil veces más potente que el del humano, pueda identificar si un paciente tiene cáncer de pulmón sólo oliendo unos segundos un filtro de aire espirado. Y no sólo que puede marcar donde no hay duda de la enfermedad, sino que además puede detectar con absoluta precisión cualquiera de los cuatro tipos de cáncer de pulmón que existen (adenocarcinoma, microcítico, células grandes y epidemoide).
Dobby
Braco de Weimar de 9 años de edad, apodado Dr. Murdoc. «Fuego y pasión en todo lo que hace. Solo trabaja por retos, las cosas fáciles no van con él».
Chester
Podenco portugués de 8 años, apodado Dr. Kasparov.Sus entrenadores lo describen como «la sensibilidad hecha nariz. Es pura concentración».
Iñaki
Jack Russell de 7 años, apodado Dr. He-Man. «El Zeus del Olimpo Cántabro, su pose ante la adversidad lo delata. Siempre dispuesto a todo, audaz y noble».
Laia
Villano de Encartaciones de 11 años, apodado Dra. Channing. «Sensibilidad y coraje es su marca». Destaca por su inteligencia y su motivación para trabajar.
Fredi
Border Collie de 5 años, apodado Dr. De Niro. Sensible, inteligente, incansable, «rápido en la toma de decisiones y sobre todo fiable, un perro de palabra».
AUX STEP FOR JS
A día de hoy, después de casi una década desde que Nuria y José Luis se embarcaron en esta aventura, con el firme propósito de convencer a la medicina del apoyo crucial y desinteresado que pueden ofrecer los canes para llegar a tiempo al diagnóstico, pueden decir alto y claro que el ensayo ha sido «un éxito rotundo». Los resultados fueron presentados recientemente en el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica (ESMO) en Berlín. «Los perros demostraron una sensibilidad y una especificidad de un 99,9%», precisa José Luis, exultante y emocionado a partes iguales. «Esto significa que es un procedimiento estandarizado y protocolarizado que le da validez a esta prueba como método diagnóstico y también como herramienta complementaria a otros métodos convencionales. La verdad es que es increíble», celebra Nuria, que es quien ha llevado el peso científico del estudio, de forma minuciosa y metódica, mientras que su socio de Biodogtor se enfocaba en los entrenos de los 'dogtors', cuidando que primara siempre «la armonía» y «la preparación emocional». Juntos han sido «el equipo perfecto», complementándose en una tarea larga y «con altibajos», pero siempre seguros del potencial de los perros, a los que han guiado con la rigurosidad de los protocolos, entre fórmulas matemáticas y tablas estadísticas, premios tras cada acierto olfativo, y «el cariño y la confianza mutua» como base sólida del proyecto.
Así es como se fue formando «la gran familia» de Biodogtor. «Para seleccionar a los perros, hace tres años y medio hicimos una convocatoria competitiva y se presentaron 150 familias. Fuimos haciendo pruebas y nos quedamos con 30, entre los que escogimos a los seis que consideramos idóneos, de edades y razas distintas». Con Fredi, Dobby, Iñaki, Laia y Chester también estuvo Rommel, un mestizo de 8 años que falleció antes de poder participar en el ensayo definitivo. Poco a poco fueron haciendo piña, «todos a una. Ha sido una gozada verlos interactuar. Y nosotros hemos aprendido mucho de ellos», destacan «súper orgullosos» sus adiestradores. «Ha habido momentos divertidos, difíciles y algunos desesperantes», comenta Nuria entre risas. «Pero ellos lo entregan todo con un corazón, una lealtad... Les encanta y se lo pasan pipa. Son como niños jugando. No son conscientes de que están haciendo un trabajo, sino que sienten que colaboran contigo y eso les gusta».
En cifras
1.169 muestras sometidas al olfato de cada perro, 174 de pacientes con cáncer y 995 de personas sanas, y en los cinco casos «el resultado fue coincidente».
99,9% de sensibilidad y de especificidad en el resultado del estudio, presentado recientemente en el Congreso de la Sociedad Europea de Oncología Médica.
En paralelo a la preparación de los animales, había que poner en marcha el engranaje en Valdecilla, donde el equipo de enfermería de Oncología se encargó de recabar las muestras de aliento de pacientes con cáncer (174), recogidos en recipientes con filtro de aire, que se conservaban en frío. Durante seis meses los perros fueron entrenados «para que presentaran una respuesta conductual específica ante el olor del cáncer de pulmón» (detenerse frente al filtro), utilizando comida como refuerzo positivo. El juego de buscar giraba en torno a un carrusel de ocho brazos en los que se colocaban aleatoriamente las muestras de pacientes –una, dos o ninguna– entre las de personas sanas (995 voluntarios). Así, cada 'dogtor' analizó 1.169 muestras. Más de 5.800 entre los cinco, «y el resultado en todos ha sido el mismo», celebran los investigadores, que documentaron todo ese laborioso proceso en horas y horas de vídeos, hoy convertido ya «en un hito que salvará vidas».«Una gran familia» y «un sueño cumplido»Ahora que ya cuentan con el aval científico y el olfato canino se confirma como herramienta de detección del cáncer, los 'padres' de la «gran familia» Biodogtor reparten agradecimientos a todos los que han contribuido a hacer realidad «nuestro sueño, que marcará un hito en la medicina española»: «A todas las familias que creyeron en nosotros y nos dejaron trabajar con sus perros, adaptándose a nuestra locura de horarios», y a todas las personas y entidades que empujaron con sus aportaciones. Desde la Fundación Seve Ballesteros al Rotary Santander-Sardinero, pasando por Clínica Bahía, los ayuntamientos de Santander y Marina de Cudeyo, Julio Gutiérrez Liébana, Elanco, Suministros Suan, Asis, Seguros Sasot, La Machina Teatro, Líderes Impulsa Cantabria, Luchamos por la Vida y Bayer, entre otros.
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