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Málaga y la fiebre por los churros en Navidad: «Hacemos unos 1.500 al día»

Málaga y la fiebre por los churros en Navidad: «Hacemos unos 1.500 al día»
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Malagueños y turistas hacen cola para degustar este producto en las cafeterías tradicionales y cadenas que lo ofrecen en el centro histórico

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Colas para coger una mesa en La Malagueña. Salvador Salas Málaga y la fiebre por los churros en Navidad: «Hacemos unos 1.500 al día»

Malagueños y turistas hacen cola para degustar este producto en las cafeterías tradicionales y cadenas que lo ofrecen en el centro histórico

Matías Stuber

Domingo, 21 de diciembre 2025, 00:22

... del Rey, en el casco antiguo de Málaga, se puede ver un cielo gris que amenaza con lluvia. Incluso en la ciudad que presume de tener uno de los mejores climas de Europa, las temperaturas pueden sentirse gélidas. La decoración y las luces evidencian que es Navidad. Muchos turistas y lugareños pasean por las estrechas calles del casco antiguo, con sus fachadas coloniales de principios de siglo bellamente restauradas, disfrutando de un ambiente que se nutre de algunos elementos singulares.

Ana Berrocal está acompañada de su amiga Vicky. Las dos están haciendo cola y atienden a este periódico. «Luego vamos a la Boliparty. Pero hemos decidido merendar antes unos churros. Nos ha dado antojo», explica la primera. El churro, asegura, no forma parte de su rutina alimentaria. «Pero en Navidad me apetece», asegura. ¿Por qué? «No me apetece el chocolate caliente en verano», contesta.

No son las únicas que acuden al churro por Navidad. A pocos metros, en la calle Sebastián Souvirón, la churrería y chocolatería La Malagueña. El nombre es programa. La escena es idéntica a la descrita en Casa Aranda. Las mesas en el interior y en la terraza están todas ocupadas. Camareros entran y salen con bandejas repletas. El que está detrás de la barra lleva un gorro de Papá Noel. Repartidos en dos meses, se encuentran catorce integrantes de la familia Moya. Una de las más jóvenes muestra el móvil y en la pantalla se aprecia un grupo de 'whatsapp' que se llama 'Chocolatada navideña'. «Es una tradición inamovible», asienta con la cabeza.

Más imágenes que reflejan que el afán por merendar churros aumenta en Navidad. Salvador Salas

Un grupo de alemanes sale del local. Tienen entre 20 y 30 años. Están haciendo tiempo para ver el espectáculo de las luces de la calle Larios. Que el churro ya es un producto internacional, lo confirma Tom, uno de ellos. «Conocíamos los churros, claro. En los mercados navideños de Alemania los puedes encontrar, pero aquí están más buenos», sonríe. Cuando ellos llegaron, precisa, aún no había cola. Esperar media hora para una mesa, admite, no es algo que hubiera hecho.

El viaje prosigue. En la Cafetería Madrid, cerca de la Plaza Uncibay, se repite el ritual y se abre otra observación. El churro es universal también a clases y edades. Niños, jóvenes, adultos y mayores lo disfrutan por igual. Se aprecian prendas de ropa de Primark y otras de más caras. Los churros gustan a todos los estratos sociales.

Artesanía gastronómica

En la también céntrica calle Méndez Núñez se encuentra un Tejeringo's Coffee. Esta cadena ha expandido el producto por toda la provincia. José Castillo es uno de los churreros y acumula años de experiencia. «Podemos hacer entre 1.000 y 1.500 churros al día», señala. «Claro que en Navidad se nota que hay más afluencia», confirma. Verle en acción es como observar a un artesano que domina cada movimiento para que el resultado sea el deseado.

Los churros y sus primos, las porras, un poco más gruesas, se encuentran en muchas partes de España. De color amarillo dorado, bañados en chocolate caliente. Con una máquina, Castillo inyecta con cuidado una masa hecha de harina, sal y agua en el aceite caliente, aproximadamente 234 grados. Hacer churros es todo un arte: la masa debe mezclarse correctamente y removerse para que no se formen grumos. Y debe sumergirse en el aceite de forma que se formen 'bollitos' perfectamente redondos. Si los churros quedan perfectamente rectos, es señal de que son industriales.

En Málaga, este arte de los churros se practica todos los días. Solo durante algunas horas permanecen cerrados los establecimientos. A las seis, ya habrá muchos churreros en sus puestos, no vaya a ser que vengan el madrugador o el fiestero y no tengan quién les alimente el cuerpo y el espíritu.

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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