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Mazón, en su regreso a Les Corts durante el Pleno de investidura de Pérez Llorca. Efe Mazón, refugiado en el running y BorgesEl expresidente abandona su casa de Valencia, deja las redes y se centra en su familia, mientras observa con asombro las diligencias en el caso de la dana
A. Rallo
Jueves, 25 de diciembre 2025, 11:40
... desde el atril de Les Corts. Se sabía y era poderoso, pero exhibía cercanía. Su entorno sostiene que quiere ser el «mejor expresidente». Pero eso parece casi misión imposible. ¿Cuántas veces habrá rebotado aquella tarde, la del 29-O, en su cabeza?; ¿cuántas ocasiones se habrá despertado pensando si todo esto, la dana y su particular gestión, no pudiera ser una macabra pesadilla? Imposible averiguarlo.El líder popular no se plantea, por el momento, entrevistas. No encajaría en su propósito de perfil bajo. No irá a 'Salvados' como su exconsellera Salomé Pradas que acudió al prime time de La Sexta con Mazón ya caído para dar la puntilla al dirigente. En el PP, por cierto, no se entendió ese paso adelante de Pradas.
El funeral pareció ser el hecho determinante para el fin de la carrera del expresidente, atrincherado desde hace un año en el Palau con un discurso que encuentra anclajes sólidos para la defensa, pero que se encuentra contaminado por el episodio de El Ventorro. Su entorno, sin embargo, lo niega. «Sabíamos que iba a ser así». Fue, sin embargo, algún incidente con su familia lo que llevó a poner el freno de mano. Los que le apoyaron en su continuidad le pidieron que se echara a un lado. «Me necesitan», trasladó a su equipo.
Mazón ha comprobado la crítica política –dura, cómo no, por su antecedente del restaurante– pero también el odio de las redes. «Se ha dejado X (antiguo Twitter)», comenta un colaborador. Mantiene Instagram, pero agazapado en la discreción. No son pocas las denuncias por amenazas que investiga la Policía. En algún caso, incluso con detenciones.
El expresident se ha quitado lastre. Sale a correr, una de sus grandes aficiones para la que siempre encontraba un rato. Esto lo mantiene como antídoto para evitar el hartazgo. También la lectura le permite encontrar algo de respiro. Ahora está con la relectura de 'Ficciones', de José Luis Borges. De igual modo, se le ve, de vez en cuando, con alguna obra de Stefan Zweig.
La reducción del nivel de estrés ha sido notable. Su entorno opta por no abordar el tema de la salud mental, la indudable realidad hecho de cómo ha aguantado Mazón estos meses convulsos. «No está hundido», coinciden. Conviene en este punto recurrir al tópico de que la profesión va por dentro. Lo de la baja médica, aquella idea que corrió tras su dimisión, no es un escenario a valorar.
Mazón ha reducido el consumo de información. Ya no dirige el Gobierno de la Comunitat y se sitúa, más, en un nivel usuario. Pero sigue al detalle todo lo que llega del juzgado de la dana. Él observa con asombro cómo las diligencias parecen más encaminadas a buscar una eventual exposición motivada al TSJ que a aclarar qué ocurrió en el Cecopi y el supuesto retraso del Es Alert. En esta reflexión, se desliza que resulta incomprensible que Feijóo, sin un papel ni siquiera residual en la emergencia, vaya a declarar antes que, por ejemplo, el jefe de los Bomberos.
Las intenciones de la magistrada parecen claras. De ahí que el presidente se mantenga firme en uno de los consejos que le dieron en aquel fin de semana de reflexión, justo antes de tirar la toalla: no dejes el aforamiento. Es una barrera de cara al medio plazo. Pero se trata de una circunstancia que tiene fecha de caducidad.
En paralelo, el horizonte de Mazón, en lo profesional, se centrará en la búsqueda de «un espacio institucional». En enero, comenzará una activación progresiva de su oficina en Alicante, una puesta a disposición de diferentes colectivos. El president quiere centrarse en asuntos de turismo y agua. Pensar en que saldrá del foco mediático es hoy por hoy una quimera.
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