Saturday, 13 de December de 2025
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Netflix incendia Hollywood

Netflix incendia Hollywood
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La pugna del gigante del 'streaming' y Paramount por la compra de Warner amenaza con reconfigurar la industria del entretenimiento en todos los hogares

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Un teléfono móvil con las aplicaciones de Netflix, Warner y Paramount. EFE Netflix incendia Hollywood

La pugna del gigante del 'streaming' y Paramount por la compra de Warner amenaza con reconfigurar la industria del entretenimiento en todos los hogares

Mercedes Gallego

Corresponsal en Nueva York

Sábado, 13 de diciembre 2025, 00:29 | Actualizado 00:35h.

... el mundo tiene una opinión sobre la última intriga de Hollywood: Warner, una de las compañías que desde 1923 hizo de la meca del cine lo que es, está lista para cambiar de manos. Y si con cada reencarnación la empresa de los hermanos Warner transforma Los Ángeles, esta vez puede cambiar el mundo.

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La trama dio un giro el pasado lunes cuando Paramount lanzó una opa hostil de 108.000 millones de dólares (unos 92.000 millones de euros) en efectivo por todo el conglomerado. Fundados en 1912 sobre las colinas de Hollywood, los estudios de 'Star Trek', 'Misión Imposible', 'El Padrino' o 'Titanic', entre otros grandes títulos, siguen evocando la épica de una era que se desvanece.

La familia Ellison

«Es difícil para la gente de Los Ángeles ver a Netflix como una opción benigna», explica Tara McPherson, profesora de Estudios Mediáticos y de Cine en la Facultad de Artes Cinematográficas de la Universidad del Sur California. «Las condiciones de trabajo son mucho peores que hace quince años, antes de que empezase el 'streaming'». Pero tampoco compra la nostalgia de Paramount, detrás de la que ahora se proyectan personajes tan inquietantes como el cofundador de Oracle, Larry Ellison; el yerno del presidente Trump, Jared Kushner; o el príncipe heredero saudí, Mohamed bin Salman. De los tres, el que más le preocupa es el primero, padre del consejero delegado de Paramount, David Ellison.

«Su carrera y su fortuna se forjaron gestionando datos», resume. Con las bases de datos como columna vertebral de la logística de finanzas, la producción industrial y el conocimiento, la empresa que fundó en 1977 impulsó la computación moderna en la segunda mitad del siglo XX. Su software se convirtió en una pieza esencial del registro financiero, los inventarios y cambió las prácticas industriales. Ellison no era un desarrollador informático. Hasta 1984 seguía siendo, técnicamente, un vendedor.

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David Ellison asistió hace unos días a la gala de los premios del Kennedy Center. Reuters

Hoy, a los 81 años, su fortuna es tan descomunal que en septiembre desbancó brevemente a Elon Musk, dueño de X o Tesla, como el hombre más rico del mundo. Es, también, un aliado leal de Donald Trump, con quien conferenció en 2020 para ayudarle a prevalecer en las urnas. Mientras en Los Ángeles los estragos de Netflix son vox populi, el alcance de la familia Ellison es menos conocido. Su hija Megan fundó la productora Annapurna Pictures, y su hijo, David, Skydance Media. Este último es hoy el consejero delegado de Paramount Skydance.

Cuando el humorista Stephen Colbert tachó de «gran soborno» el pago de 16 millones de dólares que hizo la cadena CBS a Trump para cerrar una de sus demandas, su programa fue cancelado. «Me encanta absolutamente que hayan despedido a Colbert. Su talento era incluso menor que sus índices de audiencia. He oído que Jimmy Kimmel será el siguiente», escribió el inquilino de la Casa Blanca al celebrar su caída.

La compra de Warner le proporcionaría a la familia Ellison no solo una potente cartera de cine y entretenimiento con HBO Max, TNT, TBS, Discovery Channel, Food Network o Animal Planet, sino también de noticias, al sumar CNN a CBS. Empresarialmente, CNN es solo un peón que capta la atención del presidente, tan sacrificable como 'The Washington Post' para Jeff Bezos, fundador de Amazon.

1912 es el año

de fundación de Paramount Pictures. Entre sus 'taquillazos' se encuentran títulos como 'Titanic' o 'Misión Imposible'.

La familia que se enriqueció con las bases de datos se posiciona así para explotar la era de la Inteligencia Artificial y los algoritmos, con la ventaja estratégica de controlar plataformas y contenidos. No compiten solo por el catálogo cinematográfico de Batman o Superman, aunque los derechos de estos personajes para alimentar los perfiles de la IA no son desdeñables. «Ahora podrán recopilar cantidades enormes de información a partir de los hábitos de consumo en 'streaming', o sea, de lo que la gente hace en su casa», advierte McPherson.

Como Netflix ya dispone de datos masivos, su preferencia es que ninguna de las dos ofertas salga adelante. «Consolidar en menos empresas la producción mediática es muy peligroso», advierte. «Creo que será malo para las industrias creativas, para los trabajadores, para el consumidor y, en última instancia, malo para la democracia». Coincide con la actriz Jane Fonda, que ha encabezado la protesta en las redes sociales. «Que no quepa duda: esto no es un negocio catastrófico que pueda destruir nuestra industria creativa. Es una crisis constitucional agravada por el claro desprecio de del Gobierno hacia la ley», escribió la actriz.

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No todos lo ven así. Muchos consideran que el avance de la consolidación mediática y de los estudios era inevitable, en una industria transformada radicalmente por la tecnología, que nunca se recuperó completamente de la pandemia. Para el consumidor global, la consolidación del 'streaming' en una misma plataforma trae una comodidad tentadora, «pero también traerá de vuelta los precios del cable», observa Derek Johnson, jefe del Departamento de Arte de la Comunicación y profesor de Estudios Mediáticos, Culturales y Cinematográficos de la Universidad de Wisconsin-Madison.

Para los trabajadores de Los Ángeles, serán menos empleos en una industria menguante, cada día más virtual. «Sabemos por patrones históricos que cuando se concentra así la propiedad de los medios, los trabajadores pierden poder», avisa McPherson. Y de eso son muy conscientes los sindicatos. Creativamente hay que esperar «más secuelas, más producción de franquicias y más superhéroes», porque «cuando los dueños de los medios solo quieren que la gente vea sus contenidos, invierten en lo que consideran más seguro», continúa.

Del yerno de Trump a Bin Salman

El lado más oscuro de la operación aparece tras el rastro del dinero. Paramount compite con capital de los jeques árabes, que además de rentabilizar su inversión buscan lavar su reputación e influencia. Mientras el yerno de Trump, Jared Kushner, negociaba la paz en Gaza, también entrelazaba las operaciones de su fondo de inversión, Affinity Partners, con el del príncipe Mohamed bin Salman. «No sé cómo se puede llegar a un nivel de corrupción y a un conflicto de interés mayor», critica David Craig, profesor asociado del Berkman Klein Center for Internet & Society de la Universidad de Harvard. Para JD Connor, autor del libro 'Hollywood Math and Aftermath', la presencia de Kushner «garantiza a Paramount un lobista en la mesa de Navidad del presidente, quien tendrá que aprobar la adquisición».

En la batalla por el control de Warner, las líneas rojas del sector se han borrado. «En EE UU hemos entrado en una nueva era donde claramente no existen controles significativos sobre la corrupción presidencial», opina Connor. Hasta hace poco, la mera idea de incorporar un fondo soberano extranjero a la propiedad de un activo mediático estadounidense con televisión en abierto habría sido impensable. Es, comenta, la razón por la que «siempre se asumió que Sony nunca compraría una cadena de televisión estadounidense, al ser una empresa japonesa».

Donald Trump recibió el pasado noviembre al príncipe heredero saudí en la Casa Blanca. Reuters

El vacío se deriva de un presidente que «disfruta enormemente cuando le adulan» y «le gusta relacionarse con reyes y príncipes». Connor cree que la operación financiera busca «armar una especie de lobby ideológico para apoyar su oferta», en un ecosistema mediático y político que ya no responde a las reglas de antes.

Como coartada los inversores aceptan un asiento en el consejo sin derecho a voto. A cambio tienen por delante «una gran ofensiva de relaciones públicas para mejorar drásticamente la reputación de los Estados del Golfo», promoviendo no solo ideología, sino tal vez el turismo de influencers, los torneos de golf y hoteles de lujo, especula. Un lavado de imagen monumental para el príncipe saudí, que ha pasado los últimos siete años en el ostracismo por el brutal asesinato del periodista de 'The Washington Post' Jamal Khashoggi.

Algunas de las sagas con más seguidores al otro lado de la pantalla.

Tras tocar techo en el mercado estadounidense, Netflix aspira con Warner a tener un 'superstreaming', una producción más robusta, una marca de prestigio como HBO y el catálogo de franquicias que siempre deseó para generar ingresos seguros, con productos orientados a una base de fans estable como la de Harry Potter, Batman o 'Juego de Tronos'.

«El caso antimonopolio en EE UU bajo Trump ya no existe», afirma el experto, convencido de que Netflix ni siquiera hubiera presentado esta oferta con el Gobierno anterior. «Lo interesante ahora está en Europa. Sería casi imposible convencer a Bruselas de que eso no distorsionará la competencia». Y así, de la nostalgia de una era perdida se pasa a la esperanza europea, porque el cine, en cualquier formato, mantiene intacta la capacidad de soñar con príncipes o villanos.

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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