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Nochebuena de azúcar áspera

Nochebuena de azúcar áspera
Artículo Completo 506 palabras
No hay mayor realeza que la que el Niño Dios con la gracia convierte en humana nobleza
El sitio de mi recreo Nochebuena de azúcar áspera

No hay mayor realeza que la que el Niño Dios con la gracia convierte en humana nobleza

José Antonio Trujillo

Málaga

Domingo, 28 de diciembre 2025, 01:00

... ojos de enero, San José le acerca un lucero. Canta, carpintero, al mundo entero: Dios ha nacido cuando el frío hace verso al invierno.

Mienten los trajes desde el telediario, con sonrisa de turrón y despacho.

Dicen «mañana» como quien da un diezmo al mismo que le aplaude y le paga. Es un escándalo, el nacimiento de un Dios Niño como regalo. Contra la nieve de frases vacías, su llanto firma el calor de la verdad en estos días.

Nochebuena es pan compartido y mesa, un nombre dicho a tiempo, y siempre una sorpresa. El calor que heredamos de los nuestros, y un «perdona» que reconforta más que la mula y el buey que están siempre prestos. Es la vieja tradición pasando de generación en generación, como se pasa el agua de una fuente con ilusión. Un hilo de bondad familiar, una fe doméstica y decente, que no tiene nada que demostrar.

Pero llega la Tardenueva pagana, con su liturgia rápida de espuma y campana, que cambia el villancico por la tajada, y el abrazo por la foto y la rajada. Brinda sin memoria, a grito limpio, como si el ruido fuera trigo cuando es cebada. Confunde la alegría con el movimiento, mientras en Belén, tan quieto, Dios sigue siendo escándalo y tiento.

Cuando diciembre es una vela que se apaga, conviene ajustar la cuenta del alma. A más portal, más Nochebuena de azúcar áspera, y menos Tardenueva barata. Que no te engañen con soflamas con altavoz y plata. El villancico es una vieja contraseña para la ternura y contra la tristura. No presume, no promete, ni censura. La alegría que dura no hace ruido, se convierte en hogar. No confíes en los poderosos convertidos en reyes, por mucho que te confundan sus oropeles. No hay mayor realeza que la que el Niño Dios con la gracia convierte en humana nobleza y nos regala con delicadeza.

Despidamos ahora sí el año con los versos del poeta Joaquín Caro Romero: «En este mundo amoral, / fantasmón y fantasmal, / no te fíes de los reyes, / de las mulas y los bueyes / si no son los del Portal».

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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