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¿Prohibirá España a los menores de 16 años el acceso a las redes sociales?

¿Prohibirá España a los menores de 16 años el acceso a las redes sociales?
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El Gobierno y la Unión Europea se preparan para seguir los pasos de Australia, el primer país en adoptar esta medida

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La foto, tomada en octubre, muestra a un niño de seis años sentado en un sofá con su iPad viendo un programa de YouTube en su casa del oeste de Sídney. AFP ¿Prohibirá España a los menores de 16 años el acceso a las redes sociales?

El Gobierno y la Unión Europea se preparan para seguir los pasos de Australia, el primer país en adoptar esta medida

Alin Blanco

Domingo, 21 de diciembre 2025, 00:34

... ha decidido vetar a los adolescentes por los riesgos que entraña una exposición temprana a las redes sociales. Numerosos estudios y expertos advierten de los problemas de ansiedad, baja autoestima o aislamiento que sufren los jóvenes por la presión de estos entornos digitales, además del acceso a contenidos violentos y sexuales y las situaciones de acoso. En España, más del 92,2% de los menores de 11 años ya tienen teléfono móvil y el 98,5% está registrado en, al menos, una red social, según datos de Unicef. Además, un estudio de la Fundación Mapfre asegura que el 98% de los chavales padecen un «alto grado de ansiedad». El problema es alarmante, tanto por su fuerza como por su magnitud.

Esta postura, largamente esperada por expertos y progenitores, llega en un momento de gran alarma social. A finales de noviembre, el presidente francés Emmanuel Macron ya planteó «sacar el móvil de las escuelas primarias el próximo curso», y expandir la medida «a las secundarias el siguiente otoño». Ese mismo mes Dinamarca propuso prohibir el uso de las redes sociales a menores de 15 años, una medida que cuenta con el apoyo de la mayoría del Parlamento.

98,5% de los menores

están registrados en, al menos, una red social y el 92,2% de los menores de 11 años ya tienen móvil, según datos de Unicef.

También en España el Gobierno de Pedro Sánchez ha visto con buenos ojos la propuesta europea, dado que se alinea con la ley orgánica que el país está tramitando a fin de elevar a los 16 años la edad mínima para abrir una cuenta en redes. La iniciativa incluye controles parentales forzosos e imponer a las plataformas obligaciones más estrictas en la verificación de edad y en la eliminación de contenido nocivo o peligroso para la protección de los menores. Se espera que esta ley, que ya fue aprobada en una segunda vuelta por el Consejo de Ministros el 25 de marzo de 2025, sea votada y ratificada a principios del próximo año.

«Las redes son una anestesia emocional y recurren a ellas cuando se sienten mal o aburridos. Después les es más difícil autorregularse»

Mikel González

Padre de tres hijos

Javier Feliz, coordinador de 'Desconecta', un programa terapéutico que trata a los adolescentes con adicción a las nuevas tecnologías, admite que estas leyes son «muy necesarias» y tendrán un «gran impacto», Pero, advierte, «no van a eliminar el problema». «La tecnología siempre va un paso por delante. Hace diez años eran otras las redes de moda, todo esto no existía, y en el futuro se inventarán otras plataformas y otros mecanismos», augura. Los padres que le piden asesoramiento soportan situaciones críticas. «Tengo el caso de una niña adicta a TikTok. Ha dejado las clases, tiene un problema de trastorno de conducta alimentaria, se autolesiona y se ha aislado por completo. Todo por las redes; se pasa con el móvil entre diez y once horas al día».

Los casos de ciberacoso y el 'grooming' -adultos que contactan con un niño para ganarse su confianza e involucrarle en actividades sexuales- son los más extremos. De hecho, detrás de la pionera ley australiana están las familias de varios menores que se suicidaron tras sufrir episodios de acoso digital o crisis de salud mental derivadas. Pero estos son solo los daños más visibles del entramado tecnológico, la punta de un iceberg que daña su psique a todos los niveles.

«Las leyes, aunque son muy necesarias y tendrán impacto, no van a eliminar el problema. La tecnología siempre va un paso por delante»

Javier Feliz

Coordinador de 'Desconecta'

Las redes son un arma de doble filo. Por un lado, su diseño genera adicción en los consumidores; los vídeos cortos ilimitados, el algoritmo que se ajusta al interés de cada uno, la disponibilidad constante y la rapidez del entorno hacen del medio un elemento «pensado para enganchar», asegura el doctor Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía y el primer Defensor del Menor en España. El consumo de estos contenidos crea picos de dopamina -el neurotransmisor responsable de la recompensa y el placer- y «muchos jóvenes desarrollan adicciones y ludopatías», explica. «Si a los adultos ya nos cuesta dosificarnos, para un menor, sin una correcta maduración, es todavía más peligroso», añade. El psicólogo catalán Marc Masip, experto en adicciones de menores a las nuevas tecnologías, va un paso más allá. «El móvil es la heroína del siglo XXI», afirma.

La experiencia le ha permitido a Urra constatar que en los últimos años las agresiones sexuales cometidas por menores, de manera individual y grupal, han aumentado, y que el acceso prematuro a la pornografía y el consumo de contenido extremadamente violento, tienen una relación directa con este desarrollo.

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Meta ocultó un informe interno que ya en 2020 alertaba los daños del uso de redes en los jóvenes. R. C.

Daños ocultos

Además de por el formato, el mensaje de los contenidos oculta otros peligros que de entrada pueden pasar desapercibidos. La comparación constante con imágenes maravillosas, cuerpos inalcanzables y una vida perfecta impactan de lleno en el bienestar mental de los jóvenes usuarios. La percepción de la realidad se altera, la autoestima baja y la ansiedad y la depresión crecen. Son efectos de sobra conocidos por las plataformas desde hace años.

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Un mensaje en el móvil avisa del bloqueo de una cuenta de Instagram. AFP

El conglomerado de redes Meta ocultó un informe interno que en 2020 ya alertaba de que el uso de Facebook impacta de modo directo en los jóvenes, que desarrollan, sobre todo, problemas con su cuerpo. Los trastornos de conducta alimentaria y la dismorfia son cada vez más comunes. En Australia, estas empresas «sociales» se enfrentarán ahora a multas de hasta 30 millones de euros si no toman «medidas efectivas» para evitar que los, menores participen en sus redes.

«El cerebro de los menores está en pleno desarrollo y para ellos es muy difícil hacer un uso responsable, no se lo podemos exigir, sino que se debe legislar»

Mirena Berain

Asociación Altxa Burua

Ante la falta de una legislación que regule la actividad de estos entramados tecnológicos son muchos los progenitores que han decidido organizarse. En Euskadi, por ejemplo, la asociación Altxa Burua reúne a más de 150 grupos en los que padres y madres trabajan mano a mano con ayuntamientos y centros educativos. «Los riesgos del consumo de redes sociales son demasiado elevados. Los niños necesitan interactuar con el entorno y sentirse queridos y protegidos. En la adolescencia necesitan más libertad, pero también límites que les den seguridad para construir sus valores, autoestima e identidad», defiende Mirena Berain, una de las coordinadoras.

Además de la regulación de las aplicaciones, las autoridades trabajan en un plan de educación digital. Pero Berain, pediatra de profesión, asegura que el cerebro de los menores «está en pleno desarrollo». «Las funciones ejecutivas que se encargan de regular el control inhibitorio no están maduras y para ellos es muy difícil hacer un uso responsable. No pueden y no es algo que les podamos exigir», advierte.

Los nuevos dibujos animados, las redes sociales de los bebés

Al igual que los adolescentes utilizan las redes como anestésico, los más pequeños también consumen horas infinitas de pantallas, incluso antes de desarrollar la capacidad de sostener un teléfono entre sus manos. Los expertos advierten de que los nuevos formatos de dibujos animados siguen los mismos patrones que los vídeos de las redes y pueden resultar adictivos. Los cambios constantes de plano, la ausencia de pausas, las canciones pegadizas y tramas repetitivas unidas a las figuras simples y de colores extremadamente brillantes capturan y mantienen la atención de los más pequeños. Aunque aún no hay estudios concluyentes sobre los efectos negativos, la Academia Americana de Pediatría (AAP) ha sugerido limitar su exposición e interactuar con los menores durante los programas. Cada vez son más los padres que recurren a este «tranquilizante digital» y es habitual toparse con la estampa de bebés que son alimentados en restaurantes y lugares públicos totalmente absortos en la pequeña pantalla.

«Las redes pueden funcionar como una anestesia emocional. Muchos jóvenes recurren a ellas cuando se sienten mal o aburridos. A corto plazo parecen aliviarse, pero después les resulta más difícil autorregularse y se frustran con mayor facilidad», explica Mikel González, miembro de la asociación y padre de tres hijos, uno de ellos adolescente.

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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