Sergio, con sus gafas de sol sobre la gorra y luciendo bigote (2d), este domingo, celebrando una barbacoa al lado de la comunidad judía que festejaba el Jánuca en Sídney. Cedida
Reportajes Sergio, el murciano que se salvó del atentado de Sídney estando de barbacoa en la playa: "Pensé que moriría, disparaban a todo"EL ESPAÑOL localiza a uno de los supervivientes de un atentado terrorista que se ha cobrado la vida de 16 personas y ha causado 40 heridos. "Escuché lo que parecían unos petardos y apareció una avalancha de gente corriendo".
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Jorge García Badía Publicada 15 diciembre 2025 18:09h Actualizada 15 diciembre 2025 19:18hSergio ha visitado 17 países sin haber llegado a cumplir los treinta, pero jamás se podrá olvidar de Sídney porque ha vuelto a nacer después de refugiarse en un supermercado, para no ser tiroteado por los dos hombres que protagonizaron un sangriento ataque terrorista antisemita. "Disparaban a todo el mundo que veían", según relata Sergio a EL ESPAÑOL.
Este veinteañero, nacido en Alcantarilla, titulado en Trabajo Social, y ciudadano del mundo desde hace un tiempo porque se niega a vivir en España "cobrando 1.200 euros al mes y compartiendo piso", se instaló en Australia tras una temporada sufriendo el frío de Irlanda.
Sergio había encontrado su sitio, como camarero en un restaurante con vistas a la icónica Ópera de Sídney, hasta que este domingo dos hombres armados, padre e hijo, decidieron acabar con la vida de 16 personas inocentes y dejar a otras 40 heridas.
"En las últimas horas se me han venido muchos pensamientos a la cabeza, sobre todo, que tengo que pasar más tiempo con mi familia porque es muy fuerte lo que ha ocurrido. Incluso he llegado a pensar en marcharme de Australia, pero soy feliz aquí desde hace más de un año y este país es uno de los más seguros que he conocido hasta este atentado".
La reflexión de Sergio al otro lado del teléfono, a sus 27 años, obedece a la de un chico que pensaba que se jugó el pellejo durante la pandemia de coronavirus, cuando era rastreador de positivos para atajar brotes, pero que este domingo supo que lo del COVID solo fue una broma, en comparación con la carrera de atleta que tuvo que marcarse hasta un supermercado para salvar su vida.
"Escuché lo que parecían unos petardos y de repente, apareció una avalancha de gente corriendo".
"Entonces fue cuando entendí que eran cuatro disparos lo que acababa de oír y empecé a correr para buscar un sitio donde refugiarme. No sabía si era un ajuste entre bandas, si era la policía persiguiendo a algún delincuente o una persona con problemas mentales que iba armada. Pero la verdad es que no pensé en un ataque terrorista".
El camarero de un restaurante, este domingo, comentando que han escuchado disparos cerca de la playa de Bondi Beach.
Sergio acudió este domingo a la playa de Bondi Beach donde la comunidad judía celebraba la festividad del Jánuca. "En Australia estamos en verano y fui con mis amigos a esa playa para hacer una barbacoa porque es el típico lugar al que acude la gente a pasar el día. Siempre se respira energía positiva, un ambiente feliz y bastante surfero".
- ¿Usted coincidió con la comunidad judía?
- Sergio: Estuvimos en un parque, llamado Archer Park, que tiene una zona de barbacoas y allí estaban ellos con su celebración. Había muchas familias de judíos y recuerdo que mis amigos y yo lo comentamos.
Después, a eso de las cuatro de la tarde, me fui a la zona norte de la playa de Bondi Beach a echarme la siesta porque es un sitio muy seguro, puedes dejar las cosas en la arena y darte un baño porque nadie te quita nada.
Tales afirmaciones denotan que los dos hombres que portaban rifles, identificados por la cadena pública australiana ABC, como Sajid Akram, de 50 años, y su hijo, Naveed Akram, de 24 años, eran plenamente conscientes de que toda la gente estaba con la guardia baja.
Especialmente, la comunidad judía que celebraba el Jánuca: la conocida Fiesta de las Luces, para conmemorar la reedificación del Segundo Templo de Jerusalén. Los asaltantes iban con camisetas negras y se atrincheraron en un puente ubicado en el estacionamiento de Bondi Beach y sembraron el pánico.
Un policía australiano atendiendo a un grupo de supervivientes tras el ataque. EFE
- ¿Qué estaba haciendo usted cuando se inició el ataque terrorista?
- Sergio: Iba a regresar a casa pasadas las seis de la tarde porque estaba cansado. Pero tenía un poco de hambre y fui por el paseo de la playa, buscando un supermercado, para comprarme unos yogures. Escuché lo que parecían unos petardos y de repente, apareció una avalancha de gente corriendo. Entonces fue cuando entendí que eran cuatro disparos lo que acababa de oír y empecé a correr para buscar un sitio donde refugiarme.
- ¿Dónde se escondió?
- Pude llegar hasta un supermercado, creo que se llamaba Woolworths Metro Bondi Beach, donde se metieron más de cien personas entre el almacén y las escaleras de emergencia. La gente iba llorando y temblando. No sabíamos lo que estaba pasando. Nadie sabía cuánta gente había armada disparando por la calle. Se escuchaban helicópteros y las sirenas de ambulancias.
- ¿Qué se le pasó por la cabeza?
- Había gente que se dedicaba a calmar a otra gente que estaba en shock, pero fueron treinta minutos muy agobiantes lo que pasamos allí dentro. Yo me planteé que iba a morir. Si entraba alguien armado en el supermercado no teníamos ninguna escapatoria.
Un altar de flores en recuerdo de las víctimas, este lunes, frente al pabellón de la playa de Bondi Beach.
En los alrededores de la popular playa de Bondi se vivieron escenas de terror y caos, con cientos de personas tratando de refugiarse donde podían, como si se tratase de una estampida. Entre las víctimas, según ha informado la cadena pública australiana ABC, se encontraba Matilda, una niña con 10 añitos; Eli Schlanger, un rabino de 41 años, o Alex Kleytman, un anciano superviviente del Holocausto.
- ¿Cuándo salió del supermercado?
- Sergio: Pasada media hora, la gente no sabía qué hacer, y no se escuchaban disparos. Yo pude abrir una puerta de emergencia del supermercado, y salí por una calle de la parte de atrás. Me fui rápido a mi casa y puse los informativos para ver qué había pasado. Cuando supe que era un atentado terrorista me dieron escalofríos solo de pensarlo.
Mis amigos me contaron que hubo gente que se metió hasta en las cámaras frigoríficas de los restaurantes, tratando de huir y esconderse.
- ¿Cómo reaccionó su familia en España?
- Yo les había estado enviando audios de WhatsApp, diciéndoles que estuvieran tranquilos, a pesar de lo que viesen en los periódicos o en las televisiones. Pero mis padres estaban preocupados.
Este lunes, Sergio se acercó al homenaje improvisado que se montó en el Bondi Pavilion con un altar lleno de flores, en memoria de las víctimas mortales. "Eran personas que estaban en una fiesta en plan familiar", subraya desolado. "Nadie se merece morir de esa manera".
El primer ministro australiano, Anthony Albanese, ha afirmado que el ataque tuvo como blanco a la “comunidad judía australiana” y que obedeció a una motivación antisemita. La cadena ABC asegura que el pistolero más joven, Naveed Akram, de 24 años, fue investigado en 2019 por vínculos con una célula terrorista del Estado Islámico. Su padre, Sajid Akram, de 50 años, murió tras ser abatido por la Policía.
- ¿Cuál era el ambiente de Sídney este lunes?
- La gente iba en silencio en el autobús, hay tiendas cerradas y mucha gente estaba triste y llorando. La ciudad está de luto.
A Sergio le ha tocado levantarse, como a todos, para afrontar un inicio de semana muy triste, cubriendo su turno en el restaurante de alta cocina 6 Head Sydney en el que trabaja de camarero, enamorado de sus vistas al imponente edificio de la Ópera.
Sergio, con su traje de camarero en el restaurante que hay frente a la Ópera de Sídney. Cedida
"Me vine a Australia porque me gusta su clima, su gastronomía, por la afición que hay por practicar deporte, para seguir perfeccionando mi inglés y por los salarios. He pensado en irme, pero me quedo aquí porque soy feliz".
Este veinteañero detalla que en una semana puede ganar 1.200 dólares, trabajando de camarero con dos días de descanso, y luego hay que sumarle las propinas mensuales, unos 400 doláres. "No veo un futuro estable en España como para volver".
"Tan solo regresaría por mi familia porque les echo de menos y los españoles somos muy familiares. Además, no he conocido aún a mi sobrino, al hijo que acaba de tener mi hermana. Pero el viernes próximo viene mi hermano mellizo a visitarme, para pasar la Navidad conmigo y eso me dará la energía que ahora mismo necesito".
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