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Amón, este lunes por la tarde, en el albero de La Malagueta. Salvador Salas Rubén Amón, periodista y autor de 'Morante, punto y aparte' «Si tuviera que enseñar en Marte lo que es un torero, llevaría a Morante porque con él enseñaría a todos los mejores»Entrevista. ·
Destaca el papel el diestro sevillano al echarse sobre sus espalda el porvenir de la tauromaquia «en el momento más delicado»Málaga
Martes, 16 de diciembre 2025, 00:11
... tras la cogida que el torero de La Puebla del Río sufrió a principios de agosto en Pontevedra. Un libro que indaga sobre la figura y la dimensión del diestro sevillano, que ha traspasado las fronteras de la tauromaquia para convertirse en un fenómeno social. Una obra que este lunes presentó en Málaga en el Centro Cultural La Malagueta y antes atendió a SUR.-¿Es el mejor torero de la historia? ¿Por qué?
–Vamos a decir que nos podemos hacer esa pregunta. Sé que desde una lógica presentista es más fácil tener en cuenta esta conclusión. Pero creo que lo que habla de Morante es, por un lado, lo que se siente al verlo, una percepción subjetiva, pero muy extendida, sobre el grado de emociones que llega a suscitar. Otro razón es la unión increíble del toreo de arte y de valor, el toreo de inspiración y de poder, de técnica y de genialidad, o sea, es un híbrido perfecto. A esos rasgos más subjetivos se unen hechos objetivos como las proezas que jalonan una trayectoria histórica como es cortar un rabo en Sevilla o abrir en una misma temporada dos veces la puerta grande de Madrid y, sobre todo, su dimensión sociológica. Una última razón es que es el torero de toreros porque les gusta mucho a los toreros y porque él mismo aloja a todos los toreros dentro como si los representara con su personalidad.
–¿Comparte esa apreciación de que el toreo de Morante es un compendio de todas las tauromaquias de los referentes taurinos anteriores a él?
–Si tuviera que enseñar en Marte a un torero, me llevaría a Morante porque estoy enseñando a todos los mejores, pero no porque los imite, sino porque los asimila, y no porque sea sólo una confección de patrimonio, historia y de memoria, sino porque encima le da un sesgo vanguardista. Morante es un torero del siglo XIX colocado en los raíles del siglo XXI; es la tradición y el patrimonio, pero es también la modernidad y toda la capacidad de transgresión contemporánea.
Ampliar El autor del libro junto a Francisco Salado, Fortes y Paco Reyero antes del inicio de su charla. Salvador Salas–¿La mejor versión de Morante ha surgido en el momento más oportuno para una tauromaquia que ha sufrido en los últimos años los ataques políticos, económicos y sociales? ¿Ha sido el revulsivo necesario en un momento complicado?
–Cuando anotamos las razones por las que Morante es un torero de época, hay que recordar que no es lo mismo ser un ídolo y un mito cuando la inercia está a tu favor, caso de los tiempos de Joselito a El Cordobés o de Manolete a Luis Miguel, que cuando tienes la inercia en contra. Morante accede a un compromiso y a unas responsabilidades enormes y se echa sobre la espalda el porvenir de la tauromaquia en el momento más delicado y eso es un hito particular que luego engendra un favor general dentro de que ha sabido transformar todos los enfoques hostiles de la sociedad en casi la oportunidad para reivindicar la tauromaquia; es decir, nos ha convenido. Si analizamos a un ministro como Urtasun, un presidente como Sánchez y el acoso indecoroso de la izquierda contra la tauromaquia, ha terminado por provocar una reacción y Morante la ha abanderado.
–Ahora hay una sensación de orfandad una vez que se ha retirado en Madrid y muchas especulaciones de si esto va a ser una retirada definitiva, por un periodo corto o uno largo, ¿qué intuye que puede pasar?
–Morante se ha puesto las cosas muy difíciles a sí mismo. Primero porque su despedida no puede ser más rotunda, bella y extrema. Desde la voltereta a la salida a hombros con todos los chavales arropándolo y llevándolo al hotel. En esa tarde de tantas emociones se concentra el espíritu de una temporada y una carrera. Es un cierre perfecto y creo que Morante es rehén de ese cierre. Y hay que considerar además que tiene 28 años de alternativa. La orfandad es enorme, porque si reconocemos, y debemos hacerlo, que es un torero de época, el hueco que deja es equivalente al hueco que ha ocupado y esto significa que hay un cráter. Pero por verlo desde una perspectiva optimista, lo que me gusta es que Morante ha sido el iniciador de muchas vocaciones. Ha sabido crear un montón de chavales que se han iniciado a partir de la deslumbrante experiencia que supone verlo. Esa epifanía del morantismo ha creado aficionados, pero por un canon que es el de la pureza y el de la calidad, no el toreo populista cuyos partidarios son efímeros. Morante sienta las bases de una herencia en la que podemos confiar porque su canon es muy exigente y porque lo que ha requerido a sus partidarios es que se tomen la tauromaquia con la mayor profundidad posible. Eso es un motivo para ser muy optimista.
Sobre el regreso del torero: «Morante se ha puesto las cosas muy difíciles a sí mismo. Es rehén de su rotunda despedida»
–¿Qué le llevó a escribir este libro?
–Este libro sale como una emergencia personal. Decidí escribirlo cuando el toro le cogió en Pontevedra. Pensé que había que explicar y explicarse qué estaba sucediendo en 2025 para que Morante se convirtiera en un ídolo de masas juvenil y por tanto indagar en qué transformaciones puede conducir una sola persona a partir de su compromiso, de su calidad y de su dimensión estética. Y creo que no es que Morante puede que haya sido, ahí dejo la duda, el mejor torero de todos los tiempos, sino que creo que es más que eso: es un artista plástico, un artista total y un torero total.
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