Protesta contra la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de Estados Unidos en el centro de Nueva Orleans. Reuters
EEUU Trump extiende a Nueva Orleans su ofensiva migratoria con redadas para 'cazar' a centroamericanos y mexicanosLa ciudad de Luisiana se convierte en la última gobernada por democratas en la que el republicano despliega fuerzas federales para combatir la inmigración.
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Luis Villajos Publicada 3 diciembre 2025 16:25h Actualizada 3 diciembre 2025 16:40hLas claves nuevo Generado con IA
El Departamento de Seguridad Nacional ha lanzado la operación migratoria 'Catahoula Crunch' en Nueva Orleans para detener a migrantes con historial criminal, enfocándose en nacionales de México, Centroamérica, Jordania y Vietnam.
El despliegue de fuerzas federales y la inminente llegada de la Guardia Nacional han generado temor y cierres en negocios latinos, mientras activistas denuncian el impacto sobre comunidades inmigrantes.
Las redadas y operativos del gobierno de Trump se concentran en ciudades gobernadas por demócratas como parte de una estrategia política, generando protestas y críticas por el uso de tácticas militares y perfil racial.
Organizaciones de derechos civiles advierten que la presencia militar y migratoria ha creado un clima de miedo y tensión en barrios de minorías raciales e inmigrantes, reavivando el debate sobre los límites legales y éticos de estos operativos.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS) lanzó este miércoles la operación migratoria 'Catahoula Crunch' en Nueva Orleans (Luisiana), que sigue al creciente despliegue de fuerzas federales en ciudades gobernadas por demócratas, con el fin de detener a migrantes de Méxicom, Honduras, Guatemala, El Salvador.
El DHS sostuvo en un comunicado que la operación en la mayor ciudad del estado sureño de Luisiana se enfocará en detener migrantes con historial criminal, al mostrar imágenes de nacionales de México, Honduras, Guatemala, El Salvador, Jordania y Vietnam que presuntamente quedaron libres por las "políticas santuario".
"Las políticas santuario ponen en peligro a las comunidades estadounidenses al liberar a extranjeros criminales y forzar a los agentes del DHS a arriesgar sus vidas para remover a extranjeros criminales ilegales a los que nunca debieron haber vuelto a soltar a las calles", dijo Tricia McLaughlin, subsecretaria del DHS.
Sabrina Carpenter contra Trump por utilizar su música para blanquear su "agenda inhumana" de deportacionesEl despliegue de los agentes federales ha sacudido a un estado con cerca de 223.000 inmigrantes, de los que casi uno de cada cinco son de Honduras y cerca de la octava parte son de México, según datos del American Immigration Council.
Restaurantes y negocios latinos han anunciado en sus redes sociales cierres ante el temor de que trabajadores o clientes queden detenidos en las redadas, mientras que activistas han cuestionado que los agentes estén enfocándose en migrantes con antecedentes penales.
Cartel que indican que no se permite el acceso al Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) este miércoles en una taquería en Nueva Orleans. Reuters
"Estoy profundamente enojado porque amigos, socios y todos en Nueva Orleans verán de cerca cómo esta crueldad y caos se impone en personas que merecen dignidad y, en muchos casos, simplemente un proceso para ajustar su estatus. Hay una mejor manera", comentó en X Todd Schulte, presidente de la organización FWD.
Además, Trump anunció el martes el próximo envío de la Guardia Nacional a Nueva Orleans meses después de una petición del gobernador de Luisiana, el republicano Jeff Landry, de desplegar al cuerpo militar para "combatir el crimen".
"El gobernador Landry, un gran tipo, un gran gobernador, él ha pedido ayuda para Nueva Orleans y vamos a ir ahí en un par de semanas", avisó el presidente durante una reunión de gabinete en la Casa Blanca.
Ofensiva contra las 'ciudades santuario'
Las operaciones del DHS contra la inmigración ilegal, ordenadas por Trump, se han desplegado principalmente en ciudades lideradas por demócratas desde junio de 2025, enfocadas en redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) y despliegues de tropas de la Guardia Nacional para llevar a cabo deportaciones masivas.
Las primeras sirenas sonaron en Los Ángeles a comienzos de junio de 2025, mucho antes de que los vecinos entendieran que su ciudad se había convertido en el laboratorio de una nueva ofensiva migratoria dirigida desde la Casa Blanca.
Patrullas del DHS y de ICE comenzaron a entrar en barrios latinos al amanecer, bloqueando calles enteras mientras helicópteros sobrevolaban bloques de apartamentos en Boyle Heights y el centro-sur de la ciudad, a la caza de personas sin papeles en redadas que se extendían a fábricas, almacenes y paradas de autobús.
Las protestas no tardaron en llegar, con miles de personas llenando el centro de la ciudad y denunciando que los operativos no respondían a una emergencia de seguridad, sino a una estrategia política para castigar a una de las mayores plazas demócratas del país.
En Washington, la escenografía se volvió aún más simbólica. Soldados de la Guardia Nacional, bajo control directo del republicano, comenzaron a patrullar avenidas presididas por los edificios que encarnan la democracia estadounidense, mientras los agentes migratorios extendían sus controles a estaciones de metro y zonas de servicios.
El mensaje era doble: una demostración de fuerza ante una supuesta ola de criminalidad atribuida a inmigrantes y un aviso a los dirigentes demócratas de lo que podía ocurrir si desafiaban la agenda migratoria federal.
Organizaciones de derechos civiles denunciaron que la presencia militar y las redadas habían creado un clima de miedo que afectaba tanto a indocumentados como a ciudadanos de minorías raciales, reavivando debates sobre los límites de la ley y el uso partidista de las fuerzas federales.
Memphis se incorporó en septiembre a ese mapa de ciudades elegidas por Trump para mostrar hasta dónde estaba dispuesto a llegar en su cruzada contra lo que describía como "enemigo interno".
Pese a que las estadísticas locales mostraban una reducción reciente de los índices de criminalidad, la ciudad fue presentada desde Washington como un foco descontrolado de violencia, justificando así el envío de miles de efectivos de la Guardia Nacional y centenares de agentes federales para acompañar las redadas de ICE en barrios mayoritariamente negros y latinos.
El alcalde, el demócrata Paul Young, criticó que el operativo se hubiera decidido sin diálogo con las autoridades locales, mientras grupos comunitarios documentaban incursiones nocturnas en bloques de viviendas y detenciones masivas que alimentaban la sensación de ocupación más que de seguridad.
En Chicago, otro bastión demócrata y ciudad santuario, el guion se repitió con matices propios.
Primero llegaron las redadas intensivas del DHS, dirigidas a vecindarios inmigrantes y acompañadas de un discurso presidencial que culpaba a la urbe de ser refugio de delincuentes extranjeros y de permitir protestas contra la política migratoria federal.
Luego, la amenaza explícita de desplegar la Guardia Nacional, que terminó topándose con recursos judiciales y la oposición frontal del gobernador de Illinois J.B. Pritzker y el alcalde Brandon Johnson, convencidos de que el objetivo real no era reducir el crimen sino doblar el brazo político de una ciudad que se había convertido en símbolo de resistencia.
El pasado 15 de noviembre se desplegó la Operación Red de Charlotte en la ciudad del mismo nombre, la más poblada de Carolina del Norte, con más de 370 arrestos en una semana. El gobernador demócrata Josh Stein criticó el perfil racial de las detenciones.
Una estrategia más política que policial
Cada operativo, televisado y amplificado en redes, parecía pensado tanto para el terreno como para la campaña mediática, reforzando la imagen de una "guerra" abierta entre la Casa Blanca y los gobiernos demócratas.
El patrón se hizo aún más evidente cuando la Casa Blanca empezó a hablar abiertamente del "corazón del poder demócrata" al anunciar nuevas operaciones en grandes urbes y corredores urbanos gobernados por este partido.
Mensajes del presidente en su red Truth Social prometían desviar recursos de estados aliados y concentrarlos en las ciudades que consideraba hostiles, mientras acusaba sin pruebas a los demócratas de usar a inmigrantes sin estatus legal para manipular elecciones.
Con el paso de los meses, el mapa de redadas del DHS y despliegues de tropas fue dibujando una estrategia política más que policial: Los Ángeles, Washington, Memphis, Chicago y otras ciudades demócratas se convirtieron en escenario de una estrategia que combinaba control migratorio, demostración de fuerza y cálculo electoral, dejando a cientos de miles de familias viviendo bajo la sombra constante de la próxima redada.