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Internacional

Un Rey patriota frente a la desmemoria democrática

Un Rey patriota frente a la desmemoria democrática
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El énfasis conmemorativo del discurso de Felipe VI representa un uso virtuoso de la memoria histórica para traer al presente un espíritu de concordia que languidece en la España del 'muro'.

Felipe VI, en su Mensaje de Navidad de este miércoles.

Editorial EL RUGIDO DEL LEÓN Un Rey patriota frente a la desmemoria democrática Publicada 24 diciembre 2025 21:13h

Su Majestad el Rey ha escogido para su discurso de Navidad de 2025 el mismo escenario fastuoso que el año pasado: el Salón de Columnas del Palacio Real de Madrid.

Si el motivo de aquella pompa especial fue celebrar sus diez años de reinado, esta atípica dosis adicional de solemnidad responde a la voluntad de conmemorar el 50 aniversario del "inicio de nuestra transición democrática".

Felipe VI ha reivindicado el tan necesario espíritu de la Transición española, debilitado en el imaginario de quienes "no la vivieron y han nacido y crecido en democracia y libertad".

Resulta pues de lo más conveniente la invocación de un acontecimiento que "ante todo, fue un ejercicio colectivo de responsabilidad", tal como ha subrayado el monarca.

El fruto de ese "compromiso colectivo" fue la Constitución de 1978. Un texto que, pese a lo que aducen quienes aspiran a derogarla o tratan de falsear su espíritu, sigue ofreciendo "un marco lo bastante amplio para que cupiéramos todos", según ha recordado Felipe VI.

Y ha querido conmemorar también los 40 años del otro "paso decisivo" para que España saliera del aislamiento y consolidara el proceso de modernización, el régimen de libertades y la prosperidad: "nuestra incorporación al proceso de integración europeo" con la firma del tratado de ingreso en las Comunidades Europeas.

Es significativo este énfasis memorialístico de Felipe VI, con sus apelaciones a la "memoria del camino recorrido" a fin de extraer para el presente y el futuro las "lecciones más valiosas" que nos enseñó.

El Rey ha demostrado que puede hacerse un uso virtuoso de la memoria histórica: no trayendo al presente con un ánimo divisivo viejas querellas felizmente enterradas, sino, precisamente, tomando como inspiración tiempos de mayor concordia.

La proliferación de "los extremismos, los radicalismos y populismos" en un contexto internacional de "crisis del multilateralismo" y una "inquietante crisis de confianza" en las instituciones democráticas, demuestra, en efecto, que "la convivencia es una construcción frágil" que debe ser cuidada día a día.

Mantener vivo el legado de quienes entendieron y actuaron conforme al principio elemental de que la convivencia es "la base de nuestra vida democrática" es una útil pedagogía contra ese olvido.

Porque "la memoria de estos 50 años", como ha señalado Felipe VI, puede brindarnos "confianza" para contrarrestar el "desencanto" en boga.

En un momento en el que, además, el pacto intergeneracional amenaza quiebra, el jefe del Estado ha querido emplazar a todas las generaciones a "avanzar de forma justa y cohesionada". Sin dejar de reconocer que problemas como el aumento del coste de la vida o el acceso a la vivienda se ceban especialmente con los más jóvenes.

La conminación a la unidad es una constante en los discursos del jefe del Estado. Pero resulta especialmente pertinente para estos tiempos cismáticos la reivindicación de una idea de nación como "gran proyecto de vida en común".

Habrá resonado en las tribunas políticas correspondientes la reconvención que ha lanzado el Rey a quienes no se cuestionan "qué líneas rojas no debemos cruzar".

España ha alcanzado niveles inéditos de deterioro político y corrupción. Lo cual explica que Felipe VI haya lamentado la falta de "respeto en el lenguaje" y haya exhortado al conjunto de los poderes públicos a una "especial ejemplaridad".

En la España del muro, el jefe del Estado ha alertado de que "las barreras y el ruido impiden comprender la realidad en toda su amplitud". Y ha subrayado que la actual "tensión en el debate público" engendra desafección cívica.

Con este discurso, Felipe VI encarna a la perfección el arquetipo del "rey patriota", ideal del moderno monarca constitucional y popular según fue teorizado por el vizconde de Bolingbroke.

Es decir, el rey como "primer servidor de la Constitución", que "reina para la nación y no para un partido", defendiendo el interés público por encima de facciones, garantizando un gobierno responsable y limpio frente a la corrupción, y protegiendo las libertades de los ciudadanos frente a los gobernantes.

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    Fuente original: Leer en El Español
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