Lunes, 29 de diciembre de 2025 Lun 29/12/2025
RSS Contacto
MERCADOS
Cargando datos de mercados...
Internacional

Un rondeño en la crisis humanitaria de Sudán: «No me veo volviendo a un hospital en Europa»

Un rondeño en la crisis humanitaria de Sudán: «No me veo volviendo a un hospital en Europa»
Artículo Completo 1,308 palabras
José Sánchez es de Ronda y lleva trabajando para Médicos Sin Fronteras desde 2010. Ahora está en África, en uno de los conflictos olvidados del mundo

Ampliar

José Sánchez, trabajando en Sudán. SUR Un rondeño en la crisis humanitaria de Sudán: «No me veo volviendo a un hospital en Europa»

José Sánchez es de Ronda y lleva trabajando para Médicos Sin Fronteras desde 2010. Ahora está en África, en uno de los conflictos olvidados del mundo

Cristina Vallejo

Lunes, 29 de diciembre 2025, 00:40

... entender. Otras, aunque igual o más cruentas, a veces caen en el olvido. José Sánchez, como coordinador médico en la Unidad de Emergencias de Médicos Sin Fronteras, ha pasado por unos y otros conflictos. Y ahora el que le toca es uno de ésos a los que apenas se les dedica unas líneas de vez en cuando en los diarios o unos segundos en los informativos por su lejanía y complejidad: el sudanés.

La dureza del trabajo explica que de las personas que empiezan con Médicos Sin Fronteras sólo la mitad repite tras una primera misión y quienes van una tercera o una cuarta sólo son el 20% o el 30% de los que empezaron. José Sánchez es de los que siguen: «No me veo volviendo a un centro de salud o a un hospital en Europa», dice. Quiere aportar a las poblaciones de esos países que no tienen un acceso a la sanidad. Aunque su dedicación a los demás pasa factura: «Tengo a mis padres, a mis hermanos, a mis sobrinas, pero no tengo una familia propia. Elegir esta vida supone renunciar a muchas cosas, a no estar cerca de los tuyos en los momentos alegres o en los tristes; pero el trabajo que hago me lo compensa».

«No me considero ningún héroe. Lo que hago lo veo como el trabajo de un profesional de la salud»

Aunque le quita épica a su labor: «No me considero ningún héroe. Lo que hago lo veo como el trabajo de un profesional de la salud. No sólo hay que trabajar en hospitales; los enfermeros podemos tener otros empleos: desde realizar formaciones hasta el apoyo directo en la cama con el paciente; y aquí lo puedo hacer todo, porque formamos al personal local, tratamos a enfermos, coordinamos actividades, realizamos campañas de vacunación… y cosas que en mis trabajos anteriores ni se planteaban. Eso me llena mucho».

Trabajar bajo las balas

El desempeño de esas responsabilidades se tiene que adaptar a la situación, a las circunstancias del lugar donde se desarrolle la misión: porque puede ser en un contexto de guerra activa, como sucede en Gaza o en Ucrania, donde al trabajo diario se suma la vigilancia de la seguridad; o puede ser tras un terremoto, como el que asoló el este de Turquía, donde el operativo de José Sánchez se desarrolló en tiendas de campaña; o la tarea puede consistir en realizar campañas de vacunación contra el sarampión, como hizo en la República Centroafricana o el Congo, donde además hay que atender epidemias, llegar a lugares aislados y montar infraestructuras para estar lo más cerca posible de las personas a las que hay que atender. «Nos adaptamos al contexto, a estar bajo las balas o a montar campañas de vacunación en la playa con barcos», sintetiza. Incluso a una pandemia, como durante la misión de apoyo a Venezuela para que la atención sanitaria llegara a las comunidades más aisladas.

Ampliar

Y ahora está en Sudán, donde en 2023 estalló una guerra civil entre el ejército gubernamental y las Fuerzas de Apoyo Rápido. «Se la considera una de las crisis humanitarias más grandes del mundo. La ONU dice que más de treinta millones de personas necesitan ayuda. Hay doce millones de desplazados dentro del país, casi cuatro millones refugiados en Estados vecinos y decenas de miles de muertos. Se han atacado hospitales, centros de salud y a trabajadores sanitarios. Aunque son muchas las organizaciones humanitarias en el país, aún hay necesidades sin cubrir», explica Sánchez.

«Mantenemos nuestra neutralidad e imparcialidad. Lo que queremos es que la gente tenga acceso a la salud, porque vuelve a haber epidemias de cólera o de sarampión»

Médicos Sin Fronteras trabaja en un Estado partido en dos y opera tanto en los territorios controlados por el Gobierno como en las zonas bajo dominio de las Fuerzas de Apoyo Rápido: «Mantenemos nuestra neutralidad e imparcialidad. Lo que queremos es que la gente tenga acceso a la salud, porque vuelve a haber epidemias de cólera o de sarampión: la vacunación de rutina ya antes de la guerra era deficiente y ahora la situación se ha agravado», continúa.

Miles de desplazados

Cuando Sánchez habla con SUR acaba de visitar varios proyectos de la organización en Sudán. Por ejemplo, en Tawila, una ciudad que ya acogía más de 600.000 desplazados y adonde han llegado unas 10.000 personas más en los dos últimos meses. Muchos de estos desplazados llevan meses moviéndose, porque van huyendo del avance o el retroceso del conflicto y se instalan donde pueden, muchas veces en medio de la nada, en zonas secas, en el desierto, con difícil acceso al agua y ningún de saneamiento ni lugar que preste atención sanitaria. «Como no hay un gobierno, como no hay una estructura social de base, todo el mundo depende de la ayuda humanitaria: para tener agua, comida o los plásticos para protegerse durante la temporada de lluvias… para todo», describe.

Ampliar

«Estamos identificando a mujeres que han sido violadas incluso cuando estaban buscando un lugar seguro»

En zona de guerra, en un conflicto olvidado, Sánchez coordina un equipo que apoya a hospitales y centros de salud sudaneses, que tiene a agentes en comunidades aisladas, que atiende la malaria o la malnutrición y que da cobertura a quirófanos para emergencias como apendicitis, cesáreas o heridos de bala. También reparte agua potable o construye letrinas. En definitiva, acompaña en una realidad bárbara en la que todas las personas han sido víctimas de violencia, también sexual: «Estamos identificando a mujeres que han sido violadas incluso cuando estaban buscando un lugar seguro». Mucha gente ha sido testigo de ejecuciones en masa. Todo el mundo tiene familiares que han muerto en esta guerra. Así que también requieren apoyo de salud mental, que se cubre con actividades no ya individualizadas porque el número de las personas a atender es desbordante, pero sí para grupos de mujeres, adolescentes… «Intentamos darles herramientas para que puedan sobrellevar esta situación de la mejor forma posible», afirma. Pero no sólo las víctimas de la guerra necesitan atención psicológica, también los propios profesionales que viajan a lugares remotos a ayudar y la población local que forma parte de su equipo. De vez en cuando, ayuda desconectar: como ha hecho José Sánchez, que ha vuelto a Málaga, aunque sólo por Navidad.

Límite de sesiones alcanzadas

El acceso al contenido Premium está abierto por cortesía del establecimiento donde te encuentras, pero ahora mismo hay demasiados usuarios conectados a las vez.

Por favor, inténtalo pasados unos minutos.

Sesión cerrada

Al iniciar sesión desde un dispositivo distinto, por seguridad, se cerró la última sesión en este.

Para continuar disfrutando de su suscripción digital, inicie sesión en este dispositivo.

Iniciar sesión Más información

¿Tienes una suscripción? Inicia sesión

Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
Compartir