Juanfran Pérez Llorca ha entonado, como Sinatra, su particular My way. Dejó claro en su intervención en Les Corts que va a marcar un estilo propio, alejado de su antecesor y amigo, Carlos Mazón. El que hasta ahora era el indiscutido alcalde de Finestrat quiso mostrar desde el principio que viene a desinflamar la política y alejarla de la "descalificación, el fango y el insulto". El tiempo dirá si hay espacio para los hombres tranquilos en esta España polarizada.

La solución Pérez Llorca ya se planteó hace un año. Había tres inconvenientes: problemas personales del hoy nuevo president, la actitud de Génova y Carlos Mazón, al que convencieron, o él mismo se quiso convencer, de que había una posibilidad real de salir adelante tras el episodio de Paiporta. Entonces se pensaba que la indignación lógica contra Pedro Sánchez por su nefasta gestión podría tapar la negligencia del president.

La realidad y el tiempo pusieron las cosas en su sitio. Carlos Mazón tenía que dimitir y no había alternativa posible que no pasara por Pérez Llorca. Cualquier otro "ordeno y mando" de Génova hubiese supuesto una guerra civil abierta entre los populares y posibles problemas con Vox, pues Pérez Llorca mantiene una muy buena relación personal con Santiago Abascal y con otros miembros de su partido.

El nuevo president tiene ante sí un difícil camino si no quiere acabar siendo un paréntesis entre Carlos Mazón y el futuro president que salga de las elecciones de 2027. Para ello ha de hacer cambios en el Consell y Presidencia para alejar de él la sombra del expresident. Asimismo, ha de alcanzar acuerdos con el Gobierno central o, si no, que Moncloa quede retratada. Por último, convencer a Génova de que el My way-Pérez Llorca suena mejor que cualquier otra melodía de cara a los comicios de 2027.