El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y el presidente chino, Xi Jinping Reuters Reuters
Asia China crece al 5% con la estrategia internacional de Xi, pero sus ciudadanos se sienten más pobres que hace 10 añosEl gigante asiático ha reducido drásticamente los aranceles antidumping aplicados al cerdo europeo, especialmente al procedente de España.
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Marga Zambrana Publicada 22 diciembre 2025 02:33hLas claves nuevo Generado con IA
El PIB de China creció un 5,2% interanual en 2025, impulsado por inversión pública, exportaciones y crédito dirigido, pero sin traducirse en mayor bienestar para sus ciudadanos.
La censura del régimen de Xi Jinping se ha intensificado, bloqueando temas económicos sensibles y moderando contenidos que generen pesimismo o negatividad en redes sociales.
El consumo y la demanda interna siguen débiles, con paro juvenil del 17%, escaso crecimiento de ventas minoristas y uno de cada cinco ciudadanos declarando ingresos a la baja.
China refuerza su estrategia internacional invirtiendo en sectores estratégicos como recursos marinos, Ártico, espacio y estándares digitales, mientras enfrenta presiones comerciales de la UE y ajusta aranceles al cerdo europeo.
El régimen de Xi Jinping lleva años censurando los datos económicos que atestiguan que la economía doméstica va de capa caída, mientras mantiene planes de expansión con inversiones gigantescas que podría catapultar a China a primera potencia económica en 20 años.
Según el dato oficial acumulado, el Producto Interior Bruto chino creció un 5,2% interanual entre enero y septiembre. Aunque el régimen de Pekín no publica sus previsiones de crecimiento, se espera que en 2026 crezca también en torno al 5%.
¿Recuerdan aquello de que el crecimiento del PIB no garantiza el bienestar de los ciudadanos? China, donde el Partido Comunista ejerce un imponente capitalismo planificado de estado, va camino de convertirse en epítome de un gran PIB con cero ilusión.
El 'made in China' se dispara un 13% en España por el desvío de exportaciones provocado por los aranceles de EEUUAunque crecer por encima del 5% parezca un sueño, visto desde occidente, el modelo chino se parece cada vez menos a una prosperidad compartida que a un crecimiento sostenido por inversión pública, crédito dirigido y exportaciones, con hogares cautos y desilusionados donde la única esperanza es seguir ahorrando.
Con la crisis inmobiliaria, las propiedades en usufructo de los chinos (el suelo pertenece al estado) también se están devaluando.
En septiembre, el regulador estatal chino de internet, la CAC (Administración del Ciberespacio de China), anunció una campaña de dos meses contra contenidos online que inciten a la “hostilidad” y a la “violencia” o que difundan, “rumores” económicos, “pesimismo” y “negatividad”.
Esto empuja a una férrea inspección de tendencias, comentarios y sistemas de recomendación políticamente correctos en plataformas grandes, como Weibo, WeChat, Kuaishou o Xiaohongshu.
La censura de Xi
La de Xi no es una censura reactiva, sino una arquitectura preventiva para disciplinar de antemano el clima social, consciente de la existencia de una ansiedad económica justificada, en un contexto de ralentización del crecimiento y paro juvenil que arrancó con la crisis autoinfligida de la política de Covid Cero de Xi.
Esta censura oficial afecta también, desde abril, a temas sensibles de mercado y a la guerra comercial con Estados Unidos, según documentó entonces la agencia Reuters, con búsquedas y hashtags bloqueados en Weibo como “aranceles”, “sanciones”, “precios”, con el objetivo de intervenir el flujo informativo y garantizar la paz social.
Según Freedom House, la CAC retiró más de un millón de piezas de contenido en operaciones de limpieza masiva. La censura, como sucede con la propaganda en democracias liberales, calma
los ánimos hasta que el hambre azuza el estómago.
A diciembre de 2025, los datos que el régimen autodenominado “comunista” ha tratado de sofocar confirman un crecimiento sin bienestar percibido: la producción industrial continúa debilitándose, registrando en noviembre su crecimiento más bajo en quince meses, con un 4,8%; la banca mantiene los márgenes netos de interés comprimidos a un récord mínimo del 1,42%, no es solo que Pekín no quiera estimular la economía, es que no puede hacerlo sin afectar aún más al mercado inmobiliario, la deuda de los gobiernos locales, el consumo, las pymes y la estabilidad social.
Demanda interna débil
El paro juvenil -el dato oficial excluye a unos 87 millones de estudiantes en edad laboral- es oficialmente del 17%. Las escuálidas ventas minoristas apenas han crecido un 1,3% interanual en noviembre (el dato más bajo desde 2022). Y según una encuesta del PBoC (Banco Popular de China) uno de cada cinco ciudadanos chinos declara ingresos a la baja y un deterioro de la confianza en el empleo.
Al mismo tiempo, el superávit exterior es enorme, por encima de 1 billón de dólares en los primeros 11 meses de 2025. Si China no reequilibra el consumo interno, el excedente tiene que salir fuera.
En este contexto, el liderazgo prometió en una reunión económica a principios de diciembre una política fiscal proactiva en 2026 para estimular consumo e inversión, reconociendo el desequilibrio entre oferta fuerte y demanda interna débil, y con posibilidad de déficit alto y más emisión de deuda.
La experta en economía china Elisabeth Economy ha analizado con precisión quirúrgica en Foreign Affairs los planes que Pekín ha ido anunciando en los últimos años para expandir sus fronteras en fondos marinos, en el Ártico, en el espacio, en estándares digitales y en finanzas, como una estrategia de poder a décadas vista, aproximadamente hasta 2045.
No sabemos si Xi Jinping, de 72 años, espera seguir en el poder para entonces, ya que como explicaba el veterano Chris Buckley en The New York Times, la sucesión del dictador chino es un asunto tabú. Pero la evidencia es que coexisten una economía doméstica y un bienestar ciudadano, débiles, con un músculo geoestratégico descomunal.
Según Economy, la hoja de ruta china para los próximos 20 años implica convertirse en una “gran potencia polar”, un objetivo recogido en el Libro Blanco de 2018 que hace referencia a una “Ruta de la Seda Polar”, en referencia al Ártico.
China espera liderar también la minería submarina, con influencia en la International Seabed Authority (ISA) y tecnologías duales civiles y militares. Su objetivo es también dominar los estándares cibernéticos a través de infraestructuras en telecomunicaciones y cables submarinos.
Y en el ámbito de las finanzas, espera reducir su dependencia del dólar dando un mayor uso del yuan (reminbni) en comercio exterior, con sistemas de pagos alternativos (CIPS) y acuerdos con países socios.
En medio de todo esto, la visita del presidente francés Emmanuel Macron (47) a Pekín este mes llevaba una amenaza implícita, si Pekín no actúa sobre el desequilibrio comercial con la Unión Europea: aranceles.
El déficit comercial de bienes de la UE con China pasó de –164.000 millones de euros en 2019 a –304.500 millones en 2024; y el déficit comercial bilateral de Francia con China ronda los –47.000 millones de euros (2024), según el Tesoro francés.
Pekín afloja aranceles
Como respuesta comercial de Pekín a las presiones de Bruselas, el gigante asiático ha reducido drásticamente los aranceles “anti-dumping” al cerdo europeo esta última semana (entre el 4,9 y el 19,8%) muy por debajo de los preliminares anunciados en septiembre.
Esto afecta a España, que es el mayor exportador europeo de cerdo a China, con más de 540.000 toneladas exportadas en 2024 por valor de 1.100 millones de euros. Madrid puede inclinar el tono dentro de la UE al mostrarse más receptiva a la inversión china, pero también complica la unidad europea.
Otra prueba de que la economía doméstica china no va bien es que Pekín se inclina en apoyarse más en el estímulo fiscal en 2026, según la lectura entre líneas que los economistas hacen de reuniones de alto nivel en Pekín y tendencias políticas previas.
Pero incluso con un crecimiento doméstico discutido, China sigue siendo capaz de dedicar recursos a infraestructura estratégica porque el Estado domina la planificación industrial y su
gigantesco sector exportador.
Lo que el Partido-Estado denomina “economía socialista con características chinas” es un capitalismo planificado desde el Estado. Ahora bien, la estrategia exterior de China no puede ser independiente de la fragilidad interior.
Puede ser, de hecho, una respuesta a esa debilidad. La reacción europea al superávit chino no es ideológica, sino contable. Pero como señalaba el economista Joachim Klement el “segundo shock” de China inundando los mercados occidentales con productos industriales baratos puede ser un blessing in disguise: un golpe para la industria europea, pero al mismo tiempo puede también abaratar la inflación lo suficiente -0,15 puntos porcentuales- como para que el BCE baje aún más los tipos y eso empuje el PIB europeo en 2026.
Esta segunda ola por sobrecapacidad china, debida a la caída de demanda en EEUU por los aranceles impuestos por Donald Trump, apretará los márgenes en sectores europeos como automoción, maquinaria y alta tecnología, y no solo en bienes de consumo baratos.
Puede ser, por tanto, una ola desinflacionaria, ya que el precio de los bienes importados desde China cayó una media de un 20% en los 12 meses hasta octubre, y esas importaciones influyen directamente en el 23% de la cesta de inflación de la eurozona.
Una China que no consigue que sus hogares consuman como se esperaba necesita que alguien compre lo que produce. Y una China que además quiere escribir reglas globales en minerales, rutas, satélites, cables y pagos no va a reducir su ambición exterior porque la calle esté desanimada.
Más bien al contrario, puede usar esa ambición como sustituto de legitimidad económica doméstica.