Jan y Jordi Coca, hoy en el Nybergsund noruego, repasan en MARCA una carrera marcada por la exigencia, la lesión, la caída y la necesidad de volver a empezar lejos del ruido
- NACHO LABARGA
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Durante años caminaron de la mano por los pasillos de La Masia. Compartieron categorías, entrenadores y una proyección que les colocó muy pronto en el radar del fútbol formativo español. Jan y Jordi Coca crecieron como un solo futbolista dividido en dos cuerpos, inseparables dentro y fuera del campo, hasta que el tiempo, el fútbol y la realidad se encargaron de ponerlos a prueba. Hoy, lejos de Barcelona y jugando juntos en el Nybergsund noruego, miran atrás sin rencor y con una claridad que solo da la experiencia. En esta entrevista con MARCA, los gemelos repasan su camino sin adornos ni nostalgia impostada.
Durante mucho tiempo fueron los gemelos Coca. Una etiqueta que nunca sintieron como una losa. “A nosotros nunca nos ha pesado esa etiqueta. Al contrario, siempre ha sido algo muy normal”, explican. Crecieron juntos, compartieron vestuario y sueños, y aquel apodo fue casi una consecuencia natural. “Crecimos juntos, compartimos vestuario y experiencias únicas y que se nos conociera como ‘los gemelos Coca’ formaba parte de eso”.
Su llegada a La Masia fue tan precoz como ilusionante. Procedentes de un entorno competitivo, se adaptaron rápido a la exigencia del Barça y comenzaron a escalar categorías de forma paralela, asumiendo responsabilidades desde muy jóvenes. “La llegada a La Masia fue muy positiva y el entorno te da muchas herramientas para crecer tanto a nivel personal como futbolístico”, recuerdan en MARCA. El sistema no deja margen para la comodidad. “Te enseña a entender el juego y te exige desde muy joven”.
Esa exigencia constante les hizo comprender pronto que el error apenas tiene espacio en el fútbol de élite. “Cuando llegas al Barça siempre el margen de error es mínimo ya que hay mucha competencia”, reconocen. Una presión diaria que también tiene su cara positiva. “Eso es bueno, ya que siempre necesitas dar el 100%”. Cada entrenamiento era un examen y cada partido, una reválida.
El primer gran punto de ruptura llegó con la lesión de Jan. Un golpe inesperado en un momento clave de su formación, justo en el salto hacia el fútbol juvenil y en pleno contexto de pandemia. “Llegó en un momento complicado, en el paso de cadete a juvenil justo antes del COVID”. Meses sin poder competir ni entrenar con normalidad. “Fue un golpe muy duro, estar tantos meses sin poder hacer lo que más te gusta nunca es fácil”. Aquella experiencia cambió su manera de entender la profesión. “Me di cuenta de que de un momento a otro todo puede cambiar y me hizo valorar mucho más el fútbol”.
Ese curso marcó también la primera separación real entre ambos dentro del club. Por primera vez, sus caminos se bifurcaron. No fue un proceso sencillo. “No diríamos que nos ayudó, porque no fue fácil, después de tantos años jugando juntos”, admiten. Sabían que podía ocurrir. “Era una cosa que tarde o temprano sabíamos que podía pasar”. El tiempo hizo el resto. “Con el tiempo te adaptas y sigues creciendo”. Hoy, ya reencontrados en Noruega, lo viven desde otro lugar. “Ahora volvemos a estar juntos y lo vivimos con más madurez y perspectiva”.
Mirando al futuro fuera de Barcelona
La salida del Barça, gestionada por su agente Sergio Castro (Total Football), supuso un choque frontal con la realidad. Dejar atrás La Masia es perder certezas. “Sinceramente es un choque de realidad muy grande y se hace difícil”, confiesan a este medio. Pero también fue una oportunidad. “Al mismo tiempo también lo vemos como una oportunidad para empezar de nuevo, aprender a adaptarnos y demostrar quién eres fuera de ese contexto”. Un proceso tan exigente como enriquecedor. “Es un proceso duro pero a su vez muy formativo”.
Ese aprendizaje se intensificó con su salida al extranjero, hasta aterrizar juntos en el Nybergsund, lejos del foco mediático y de los grandes escaparates. “Nuestra experiencia en el extranjero nos ha gustado y enseñado mucho”. Allí encontraron un fútbol distinto. “Hemos visto un juego más físico y más directo, donde tienes que adaptarte rápido”. Pero el mayor cambio fue personal. “Hemos aprendido mucho sobre nosotros mismos: a ser más autosuficientes, a cuidar cada detalle fuera del campo y a gestionar situaciones nuevas lejos de casa”.
Lejos del ruido constante que rodea a La Masia, se sienten distintos. Más libres. “Te sientes más libre, más tú mismo y el fútbol se vive de una manera distinta”. Sin etiquetas, sin expectativas ajenas marcando el camino.
Con más certezas que dudas
Hoy no hablan de promesas ni de atajos. Su objetivo es simple y honesto. “Ahora mismo disfrutar y seguir creciendo como futbolistas y el objetivo es llegar lo más lejos posible”. Y cuando miran a los más jóvenes que sueñan con repetir su camino, el mensaje es claro, aprendido a base de golpes. “Que disfruten del fútbol por encima de todo”. Y que no pierdan la fe cuando las cosas se tuercen. “El camino no siempre es fácil, pero que crean y confíen en ellos mismos”.
La historia de Jan y Jordi Coca no es la de una carrera perfecta. Es la de dos futbolistas que entendieron que crecer, muchas veces, significa aprender a empezar de nuevo incluso a miles de kilómetros de casa.
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