Viernes, 19 de diciembre de 2025 Vie 19/12/2025
RSS Contacto
MERCADOS
Cargando datos de mercados...
Tecnología

EEUU acaba de enviar un paquete sin precedentes a Taiwán. En su interior están las instrucciones y las armas contra una invasión

EEUU acaba de enviar un paquete sin precedentes a Taiwán. En su interior están las instrucciones y las armas contra una invasión
Artículo Completo 1,243 palabras
Estados Unidos ha anunciado uno de los mayores acuerdos de venta de armas jamás firmados con Taiwán, un paquete valorado en más de 11.000 millones de dólares que incluye misiles de medio alcance, sistemas HIMARS, obuses autopropulsados, drones suicidas, software militar y munición anticarro. El mensaje es alto y claro para que llegue a 130 km de distancia. Un paquete con copia. Formalmente, la operación se presenta como una actualización de la capacidad defensiva de la isla y como el cumplimiento de la obligación legal estadounidense de ayudar a Taiwán a defenderse. En la práctica, sin embargo, el acuerdo es un mensaje estratégico en toda regla, cuidadosamente formulado para reforzar la disuasión frente a China sin alterar el marco diplomático de ambigüedad que Washington mantiene desde hace décadas.  El hecho de que el anuncio se produjera durante un discurso televisado de Trump en el que apenas se mencionó la política exterior subraya hasta qué punto el gesto estaba pensado más como una señal estructural que como un golpe retórico inmediato. En Directo al Paladar Es un gesto casi absurdo, pero es la mejor manera que hay para abrir y guardar los paquetes de espaguetis en la despensa Misiles, HIMARS y drones. El contenido del paquete no es casual. Los sistemas HIMARS y los misiles ATACMS, ya probados en el campo de batalla ucraniano, están diseñados para golpear objetivos a larga distancia con gran precisión, complicando enormemente cualquier operación anfibia o aérea china (sin retórica, contra una invasión). A ello se suman obuses autopropulsados, misiles Javelin y TOW, y drones kamikaze pensados para saturar y desgastar a un adversario superior en número. Es una arquitectura militar claramente orientada a la guerra asimétrica: no busca que Taiwán pueda derrotar a China, sino que pueda infligir costes tan elevados y tan rápidos que una invasión deje de ser una opción políticamente asumible en Pekín. Washington y Taipéi insisten en que se trata de armamento defensivo, pero el tipo de capacidades incluidas apunta a una estrategia de negación del territorio y del espacio aéreo en los primeros compases de un conflicto. La ambigüedad estratégica. El tamaño del acuerdo tiene también una lectura interna en Estados Unidos. Durante el segundo mandato de Trump, parte del establishment de seguridad y de los sectores más duros frente a China habían expresado dudas sobre su compromiso real con la defensa de Taiwán, especialmente en un contexto de negociaciones comerciales con Pekín.  Un paquete que supera los 11.000 millones de dólares, mayor que el volumen total vendido durante la presidencia de Biden y equivalente a más de la mitad de lo aprobado en el primer mandato de Trump, sirve para disipar esas sospechas. Sin comprometer explícitamente una intervención militar directa, Washington refuerza de facto su respaldo a Taiwán y demuestra que la llamada “ambigüedad estratégica” no equivale a pasividad. El mensaje es doble: a China, que el coste de la coerción seguirá aumentando; y a los aliados de Estados Unidos, que la red de seguridad estadounidense sigue operativa en Asia-Pacífico. La narrativa de la línea roja. La reacción china ha sido inmediata y previsible. Pekín ha condenado el acuerdo como una violación de su soberanía y ha advertido de que Taiwán es una “línea roja” que no debe cruzarse en las relaciones sino-estadounidenses. En su discurso oficial, el Partido Comunista insiste en que el rearme de la isla solo la convierte en un polvorín y acelera el riesgo de guerra.  Sin embargo, la intensidad de la respuesta refleja también una realidad incómoda para China: cada nuevo paquete de armas eleva el umbral militar y político de cualquier acción de presión. Mientras el Ejército Popular de Liberación la incrementa diariamente con vuelos, maniobras navales y ejercicios a gran escala, Estados Unidos responde reforzando silenciosamente la capacidad de resistencia de Taiwán, sin necesidad de modificar tratados ni reconocer formalmente su soberanía. Taiwán y el coste interno. Para Taipéi, el acuerdo llega en un momento políticamente complejo. El presidente Lai Ching-te ha propuesto un histórico presupuesto especial de 40.000 millones de dólares para defensa, que incluye sistemas de defensa aérea como el T-Dome y una amplia gama de capacidades de largo alcance, pero se enfrenta a la resistencia de una oposición que controla el parlamento y cuestiona tanto el coste como la eficacia de las compras anteriores.  Aun así, existe un consenso creciente en la isla sobre la necesidad de elevar el gasto militar hasta al menos el 5% del PIB en 2030, en línea con las exigencias implícitas de Washington. La protección estadounidense no es gratuita: viene acompañada de presión política, sacrificios presupuestarios y una transformación profunda de la estructura defensiva taiwanesa. Ucrania como precedente. El paralelismo con Ucrania es inevitable. Los mismos sistemas que Estados Unidos ha enviado a Kiev para frenar a Rusia aparecen ahora en el paquete destinado a Taiwán. En ambos casos, la estrategia es similar: no intervenir directamente, pero armar a un socio hasta convertirlo en una barrera militar creíble frente a una potencia revisionista.  En Europa, ese modelo se aplica en una guerra abierta. En Asia, como prevención. El resultado es un patrón cada vez más claro en la política de seguridad occidental: financiar y equipar a aliados clave para que actúen como primera línea de disuasión, reduciendo la necesidad de una confrontación directa entre grandes potencias. En Xataka Un día después los satélites no dejan dudas: Rusia fortificó un puente, y un dron de Ucrania hizo realidad la ciencia ficción El mensaje final. El acuerdo de armas con Taiwán no garantiza la paz en el estrecho, pero redefine sus equilibrios. Estados Unidos no promete defender a Taiwán pase lo que pase, pero sí se asegura de que cualquier intento de forzar la reunificación sea caro, largo y políticamente explosivo.  Taiwán, por su parte, acepta el papel de bastión avanzado, asumiendo el coste económico y el riesgo estratégico que ello implica. Y China recibe un mensaje claro, aunque cuidadosamente formulado: Washington no busca la guerra, pero tampoco permitirá que el statu quo se rompa sin consecuencias.  Como en Ucrania, la disuasión no se articula con palabras grandilocuentes, sino con misiles, cohetes y drones. Y en el tablero global, ese lenguaje sigue siendo el más elocuente. Imagen | 中文(臺灣):中華民國總統府, NARA, 總統府 En Xataka | China no necesita bombas ni misiles para imponer su ley. Se llama la "diplomacia del panda" y acaba de aplicarla sobre Japón En Xataka | China está enviando drones a una isla a 100 km de Taiwán. El problema es que Japón y EEUU la están llenando de misiles - La noticia EEUU acaba de enviar un paquete sin precedentes a Taiwán. En su interior están las instrucciones y las armas contra una invasión fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .
EEUU acaba de enviar un paquete sin precedentes a Taiwán. En su interior están las instrucciones y las armas contra una invasión

Como en Ucrania, la disuasión no se articula con palabras grandilocuentes, sino con misiles, cohetes y drones

8 comentariosFacebookTwitterFlipboardE-mail 2025-12-19T13:01:00Z

Miguel Jorge

Editor

Miguel Jorge

Editor Linkedintwitter1246 publicaciones de Miguel Jorge

Estados Unidos ha anunciado uno de los mayores acuerdos de venta de armas jamás firmados con Taiwán, un paquete valorado en más de 11.000 millones de dólares que incluye misiles de medio alcance, sistemas HIMARS, obuses autopropulsados, drones suicidas, software militar y munición anticarro.

El mensaje es alto y claro para que llegue a 130 km de distancia.

Un paquete con copia. Formalmente, la operación se presenta como una actualización de la capacidad defensiva de la isla y como el cumplimiento de la obligación legal estadounidense de ayudar a Taiwán a defenderse. En la práctica, sin embargo, el acuerdo es un mensaje estratégico en toda regla, cuidadosamente formulado para reforzar la disuasión frente a China sin alterar el marco diplomático de ambigüedad que Washington mantiene desde hace décadas. 

El hecho de que el anuncio se produjera durante un discurso televisado de Trump en el que apenas se mencionó la política exterior subraya hasta qué punto el gesto estaba pensado más como una señal estructural que como un golpe retórico inmediato.

En Directo al PaladarEs un gesto casi absurdo, pero es la mejor manera que hay para abrir y guardar los paquetes de espaguetis en la despensa

Misiles, HIMARS y drones. El contenido del paquete no es casual. Los sistemas HIMARS y los misiles ATACMS, ya probados en el campo de batalla ucraniano, están diseñados para golpear objetivos a larga distancia con gran precisión, complicando enormemente cualquier operación anfibia o aérea china (sin retórica, contra una invasión).

A ello se suman obuses autopropulsados, misiles Javelin y TOW, y drones kamikaze pensados para saturar y desgastar a un adversario superior en número. Es una arquitectura militar claramente orientada a la guerra asimétrica: no busca que Taiwán pueda derrotar a China, sino que pueda infligir costes tan elevados y tan rápidos que una invasión deje de ser una opción políticamente asumible en Pekín. Washington y Taipéi insisten en que se trata de armamento defensivo, pero el tipo de capacidades incluidas apunta a una estrategia de negación del territorio y del espacio aéreo en los primeros compases de un conflicto.

La ambigüedad estratégica. El tamaño del acuerdo tiene también una lectura interna en Estados Unidos. Durante el segundo mandato de Trump, parte del establishment de seguridad y de los sectores más duros frente a China habían expresado dudas sobre su compromiso real con la defensa de Taiwán, especialmente en un contexto de negociaciones comerciales con Pekín. 

Un paquete que supera los 11.000 millones de dólares, mayor que el volumen total vendido durante la presidencia de Biden y equivalente a más de la mitad de lo aprobado en el primer mandato de Trump, sirve para disipar esas sospechas. Sin comprometer explícitamente una intervención militar directa, Washington refuerza de facto su respaldo a Taiwán y demuestra que la llamada “ambigüedad estratégica” no equivale a pasividad. El mensaje es doble: a China, que el coste de la coerción seguirá aumentando; y a los aliados de Estados Unidos, que la red de seguridad estadounidense sigue operativa en Asia-Pacífico.

La narrativa de la línea roja. La reacción china ha sido inmediata y previsible. Pekín ha condenado el acuerdo como una violación de su soberanía y ha advertido de que Taiwán es una “línea roja” que no debe cruzarse en las relaciones sino-estadounidenses. En su discurso oficial, el Partido Comunista insiste en que el rearme de la isla solo la convierte en un polvorín y acelera el riesgo de guerra. 

Sin embargo, la intensidad de la respuesta refleja también una realidad incómoda para China: cada nuevo paquete de armas eleva el umbral militar y político de cualquier acción de presión. Mientras el Ejército Popular de Liberación la incrementa diariamente con vuelos, maniobras navales y ejercicios a gran escala, Estados Unidos responde reforzando silenciosamente la capacidad de resistencia de Taiwán, sin necesidad de modificar tratados ni reconocer formalmente su soberanía.

Taiwán y el coste interno. Para Taipéi, el acuerdo llega en un momento políticamente complejo. El presidente Lai Ching-te ha propuesto un histórico presupuesto especial de 40.000 millones de dólares para defensa, que incluye sistemas de defensa aérea como el T-Dome y una amplia gama de capacidades de largo alcance, pero se enfrenta a la resistencia de una oposición que controla el parlamento y cuestiona tanto el coste como la eficacia de las compras anteriores. 

Aun así, existe un consenso creciente en la isla sobre la necesidad de elevar el gasto militar hasta al menos el 5% del PIB en 2030, en línea con las exigencias implícitas de Washington. La protección estadounidense no es gratuita: viene acompañada de presión política, sacrificios presupuestarios y una transformación profunda de la estructura defensiva taiwanesa.

Ucrania como precedente. El paralelismo con Ucrania es inevitable. Los mismos sistemas que Estados Unidos ha enviado a Kiev para frenar a Rusia aparecen ahora en el paquete destinado a Taiwán. En ambos casos, la estrategia es similar: no intervenir directamente, pero armar a un socio hasta convertirlo en una barrera militar creíble frente a una potencia revisionista. 

En Europa, ese modelo se aplica en una guerra abierta. En Asia, como prevención. El resultado es un patrón cada vez más claro en la política de seguridad occidental: financiar y equipar a aliados clave para que actúen como primera línea de disuasión, reduciendo la necesidad de una confrontación directa entre grandes potencias.

En XatakaUn día después los satélites no dejan dudas: Rusia fortificó un puente, y un dron de Ucrania hizo realidad la ciencia ficción

El mensaje final. El acuerdo de armas con Taiwán no garantiza la paz en el estrecho, pero redefine sus equilibrios. Estados Unidos no promete defender a Taiwán pase lo que pase, pero sí se asegura de que cualquier intento de forzar la reunificación sea caro, largo y políticamente explosivo. 

Taiwán, por su parte, acepta el papel de bastión avanzado, asumiendo el coste económico y el riesgo estratégico que ello implica. Y China recibe un mensaje claro, aunque cuidadosamente formulado: Washington no busca la guerra, pero tampoco permitirá que el statu quo se rompa sin consecuencias. 

Como en Ucrania, la disuasión no se articula con palabras grandilocuentes, sino con misiles, cohetes y drones. Y en el tablero global, ese lenguaje sigue siendo el más elocuente.

Imagen | 中文(臺灣):​中華民國總統府, NARA, 總統府

En Xataka | China no necesita bombas ni misiles para imponer su ley. Se llama la "diplomacia del panda" y acaba de aplicarla sobre Japón

En Xataka | China está enviando drones a una isla a 100 km de Taiwán. El problema es que Japón y EEUU la están llenando de misiles

Fuente original: Leer en Xataka
Compartir