Bañar a un gato está en la lista de temores habituales de muchos tutores. Los felinos, por naturaleza, suelen ser sensibles al agua y pueden estresarse con facilidad, pero eso no significa que el baño sea misión imposible. Con el ambiente adecuado, movimientos suaves y mucho respeto por su ritmo, este momento puede convertirse en una rutina más llevadera para ambos.
"La clave está en la preparación", explica Sonia Cozar, peluquera y estilista canina y felina de PSH Cosmetics. "Si nos adelantamos a lo que puede incomodarles, el baño será más rápido y menos estresante".
El primer paso es elegir el momento apropiado. Según la experta, es mejor hacerlo cuando el gato esté relajado, nunca tras un rato de juegos o cuando muestre signos de inquietud. Además, el entorno también marca la diferencia: una bañera o recipiente con acceso a agua templada y un espacio silencioso ayudarán a reducir la tensión desde el inicio.
También, el uso del producto correcto es esencial. "Siempre debe emplearse un champú específico para gatos y acorde a su tipo de pelo", recuerda Cozar, quien insiste en evitar improvisar con productos no destinados a ellos.
A la hora de mojarlo, la recomendación es empezar despacio. "Deja que el gato toque el agua con las patitas y humedece el cuerpo gradualmente, desde la cola hacia el cuello", explica. "Evitar la cabeza suele ser buena idea, ya que es una zona especialmente sensible".
Tras aplicar el champú, un masaje suave con las yemas de los dedos puede ayudar a que el gato se relaje. No obstante, el aclarado es un punto crítico. "Cualquier resto de producto puede provocar molestias en la piel", advierte Cozar.
Una vez libre de jabón, llega el momento del secado. "Primero con una toalla para retirar la mayor parte de agua; si el gato lo tolera, puede usarse el secador en modo suave", detalla. "Si no, una toalla tibia en un ambiente cálido es la mejor alternativa. Además, mientras se seca, el cepillado ayuda a evitar nudos y a asegurarse de que no queden zonas húmedas".
Deja que el gato toque el agua con las patitas y humedece el cuerpo gradualmente, desde la cola hacia el cuello
Para quienes conviven con gatos jóvenes, Cozar ofrece un consejo que puede marcar la diferencia en el futuro: "Acostumbrarlos desde pequeños a baños breves, con calma y de forma siempre positiva es el mejor truco profesional".
"Un premio al final es una forma sencilla de reforzar la experiencia y hacer que el próximo baño sea un poco más fácil", concluye. Con paciencia y una buena preparación, el baño de un gato puede dejar de ser una odisea para convertirse en un momento de cuidado y confianza compartida.
"La clave está en la preparación", explica Sonia Cozar, peluquera y estilista canina y felina de PSH Cosmetics. "Si nos adelantamos a lo que puede incomodarles, el baño será más rápido y menos estresante".
El primer paso es elegir el momento apropiado. Según la experta, es mejor hacerlo cuando el gato esté relajado, nunca tras un rato de juegos o cuando muestre signos de inquietud. Además, el entorno también marca la diferencia: una bañera o recipiente con acceso a agua templada y un espacio silencioso ayudarán a reducir la tensión desde el inicio.
También, el uso del producto correcto es esencial. "Siempre debe emplearse un champú específico para gatos y acorde a su tipo de pelo", recuerda Cozar, quien insiste en evitar improvisar con productos no destinados a ellos.
A la hora de mojarlo, la recomendación es empezar despacio. "Deja que el gato toque el agua con las patitas y humedece el cuerpo gradualmente, desde la cola hacia el cuello", explica. "Evitar la cabeza suele ser buena idea, ya que es una zona especialmente sensible".
Tras aplicar el champú, un masaje suave con las yemas de los dedos puede ayudar a que el gato se relaje. No obstante, el aclarado es un punto crítico. "Cualquier resto de producto puede provocar molestias en la piel", advierte Cozar.
Una vez libre de jabón, llega el momento del secado. "Primero con una toalla para retirar la mayor parte de agua; si el gato lo tolera, puede usarse el secador en modo suave", detalla. "Si no, una toalla tibia en un ambiente cálido es la mejor alternativa. Además, mientras se seca, el cepillado ayuda a evitar nudos y a asegurarse de que no queden zonas húmedas".
Deja que el gato toque el agua con las patitas y humedece el cuerpo gradualmente, desde la cola hacia el cuello
Para quienes conviven con gatos jóvenes, Cozar ofrece un consejo que puede marcar la diferencia en el futuro: "Acostumbrarlos desde pequeños a baños breves, con calma y de forma siempre positiva es el mejor truco profesional".
"Un premio al final es una forma sencilla de reforzar la experiencia y hacer que el próximo baño sea un poco más fácil", concluye. Con paciencia y una buena preparación, el baño de un gato puede dejar de ser una odisea para convertirse en un momento de cuidado y confianza compartida.