En un mundo que va demasiado rápido, donde el ruido y la prisa apenas dejan espacio para respirar, a veces lo que más necesitamos es parar. Parar y mirar. Mirar a esos compañeros de cuatro patas que, sin palabras, son capaces de decirlo todo. Así empieza la historia de Humanymal, una entidad que ha hecho del vínculo entre personas y animales una herramienta de cambio real.
"Somos una asociación dedicada al desarrollo y promoción de las intervenciones asistidas con animales como recurso para la educación, la rehabilitación y la inclusión de personas", explican. Y lo cierto es que, tras esa definición técnica, se esconde algo mucho más profundo: la creencia firme de que un perro, un gato o cualquier otro animal puede convertirse en el mejor aliado para recuperar la confianza, la motivación o, sencillamente, la sonrisa.
En su misión, Humanymal resume con claridad su propósito: "Contribuir a la profesionalización de la educación y la terapia asistida con animales, con fuertes principios de protección y bienestar animal". No se trata de usar a los animales como herramienta, sino de trabajar con ellos, de forma conjunta, con respeto y con un objetivo común: mejorar la vida de las personas sin olvidar el bienestar del animal que acompaña el proceso.
En su sede de Alicante han creado un espacio único. "Somos el primer centro específico dedicado a las intervenciones terapéuticas y educativas asistidas con perros", afirman. "Un lugar donde el ladrido, la caricia o la simple presencia del animal pueden cambiarlo todo".
Allí, los programas se adaptan a las necesidades de cada persona. Algunos niños, por ejemplo, logran leer en voz alta por primera vez frente a un perro tranquilo y paciente, mientras que personas mayores o con dificultades emocionales encuentran en la compañía animal un refugio seguro.
"Conscientes de los beneficios que los animales pueden ofrecer, desarrollamos iniciativas que destacan por incorporar a la comunidad y establecer sinergias que favorezcan la accesibilidad a este tipo de intervenciones", señalan desde la organización.
En otras palabras, buscan que este tipo de programas no sean un lujo, sino un recurso accesible y reconocido. Y es que el enfoque pone el acento en algo que a menudo olvidamos: la reciprocidad.
El bienestar de uno va de la mano del bienestar del otro
No se trata solo de que los animales "ayuden" a las personas; también ellos necesitan respeto, cuidado y comprensión. "Trabajo en equipo, integridad, respeto a personas y animales, creatividad y energía son algunos de los valores que definen nuestro trabajo diario", agregan. "Porque el bienestar de uno va de la mano del bienestar del otro".
Las intervenciones asistidas con animales no son una moda ni una idea romántica. Numerosos estudios han demostrado que el contacto con ellos puede reducir el estrés, favorecer la empatía, estimular la comunicación y reforzar la autoestima.
Pero más allá de los datos, hay algo intangible que solo puede entenderse cuando se vive. "Ese instante en el que una persona se atreve a abrirse porque un perro la mira sin juzgarla; o ese silencio compartido que reconcilia con el mundo".
Quizá eso sea lo que más conmueve de este proyecto: su sencillez. No prometen milagros, pero logran pequeños grandes cambios. En un niño que gana confianza, en una persona que vuelve a sonreír, en un perro que encuentra un propósito. Porque al final, "no se trata solo de enseñar o curar, sino de acompañar y a veces, una mirada de cuatro patas basta para empezar a sanar", concluyen.
"Somos una asociación dedicada al desarrollo y promoción de las intervenciones asistidas con animales como recurso para la educación, la rehabilitación y la inclusión de personas", explican. Y lo cierto es que, tras esa definición técnica, se esconde algo mucho más profundo: la creencia firme de que un perro, un gato o cualquier otro animal puede convertirse en el mejor aliado para recuperar la confianza, la motivación o, sencillamente, la sonrisa.
En su misión, Humanymal resume con claridad su propósito: "Contribuir a la profesionalización de la educación y la terapia asistida con animales, con fuertes principios de protección y bienestar animal". No se trata de usar a los animales como herramienta, sino de trabajar con ellos, de forma conjunta, con respeto y con un objetivo común: mejorar la vida de las personas sin olvidar el bienestar del animal que acompaña el proceso.
En su sede de Alicante han creado un espacio único. "Somos el primer centro específico dedicado a las intervenciones terapéuticas y educativas asistidas con perros", afirman. "Un lugar donde el ladrido, la caricia o la simple presencia del animal pueden cambiarlo todo".
Allí, los programas se adaptan a las necesidades de cada persona. Algunos niños, por ejemplo, logran leer en voz alta por primera vez frente a un perro tranquilo y paciente, mientras que personas mayores o con dificultades emocionales encuentran en la compañía animal un refugio seguro.
"Conscientes de los beneficios que los animales pueden ofrecer, desarrollamos iniciativas que destacan por incorporar a la comunidad y establecer sinergias que favorezcan la accesibilidad a este tipo de intervenciones", señalan desde la organización.
En otras palabras, buscan que este tipo de programas no sean un lujo, sino un recurso accesible y reconocido. Y es que el enfoque pone el acento en algo que a menudo olvidamos: la reciprocidad.
El bienestar de uno va de la mano del bienestar del otro
No se trata solo de que los animales "ayuden" a las personas; también ellos necesitan respeto, cuidado y comprensión. "Trabajo en equipo, integridad, respeto a personas y animales, creatividad y energía son algunos de los valores que definen nuestro trabajo diario", agregan. "Porque el bienestar de uno va de la mano del bienestar del otro".
Las intervenciones asistidas con animales no son una moda ni una idea romántica. Numerosos estudios han demostrado que el contacto con ellos puede reducir el estrés, favorecer la empatía, estimular la comunicación y reforzar la autoestima.
Pero más allá de los datos, hay algo intangible que solo puede entenderse cuando se vive. "Ese instante en el que una persona se atreve a abrirse porque un perro la mira sin juzgarla; o ese silencio compartido que reconcilia con el mundo".
Quizá eso sea lo que más conmueve de este proyecto: su sencillez. No prometen milagros, pero logran pequeños grandes cambios. En un niño que gana confianza, en una persona que vuelve a sonreír, en un perro que encuentra un propósito. Porque al final, "no se trata solo de enseñar o curar, sino de acompañar y a veces, una mirada de cuatro patas basta para empezar a sanar", concluyen.