El dúo musical Sonia y Selena ha roto. Otra vez. De hecho, muchos ni siquiera conocían que habían vuelto, reunidas como golpe de efecto de una empresa de eventos que las llevó a participar al Benidorm Fest.

Allí, el éxito fue que los escenógrafos pusieron, justo detrás de cada una de ellas, su nombre bien grande en el decorado. Para que, por una vez, supiéramos diferenciar quién era quién. Y así fue, por una vez.

Porque seguimos sin distinguir a Sonia y Selena. Son como un ente que algunos llaman "fenómeno pop" pero, en realidad, se trata de una canción y media que podrían cantar ellas mismas u otras con similar sobreproducción estética.

Ahora Sonia, Sonia Madoc, quiere emprender de nuevo una carrera en solitario para encontrar su sitio. Quizá se ha percatado de que la marca Sonia y Selena fagocita a las propias Sonia y Selena. Siempre nuestra identidad es consecuencia de nuestro entorno, pero en este caso, encima, es difícil reconocerlas si no están bailando la coreografía de Yo quiero bailar. Toda la noche. Baila, baila, bailando va, baila, baila.

Su orgullo es que consiguieron una canción que ha trascendido tanto. Un subidón musical que nos traslada a la alegría de la verbena en la que nos agarramos todos del brazo, un hit que hasta protagonizó los minutos finales de Cuéntame cómo pasó. La canción de Cuando llega el calor los chicos de enamoran dio en la diana y es parte del lado distendido de nuestra vida. Pero, a la vez, también, estos meses de retorno de Sonia y Selena ha evidenciado cómo las tratamos como si fueran un mono de feria más que artistas. Y ni nos hemos percatado de ello.

En el último año, hemos contemplado con naturalidad y sin despeinarnos la manera en la que llegaban Sonia y Selena a las redacciones de la tele y, literalmente, se escuchaba: “venga, niñas, a bailar”. Ni estaban todavía en plató. Ni tocaba todavía entonar el playback. Su rostro delataba el sonrojo de la incomodidad: la gente las reduce a un rancio meme exótico. Como si por ser las de “Yo quiero bailar toda la noche” deberían entrar a los sitios contoneando las caderas.

Los 3.33 minutos de aquella canción marcan demasiado y continuará marcándolas en una sociedad en donde la nostalgia siempre vende. Como consecuencia, hoy es noticia que han roto y pasado mañana será noticia su próximo regreso. Porque inevitablemente esta canción irá uniendo siempre, una y otra vez, a Sonia y Selena. No son Mecano, no son El último de la fila, no son Los Secretos, pero han protagonizado un himno que es infalible para trasladarnos a la felicidad de cuando solo importaban las vacaciones. Baila, baila, bailando, ¡hey!.