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La Unión Europea acumula unos 700.000 millones de deuda común, superando las emisiones de 23 de los 27 Estados miembros y solo por debajo del endeudamiento de Italia, Francia, Alemania y España.
¿Eurobonos? "Por encima de mi cadáver", llegó a aseverar la canciller alemana, Angela Merkel, en el cénit de su mandato. Durante años, la férrea oposición de Alemania y de los llamados países frugales convirtió la emisión de deuda mancomunada de la Unión Europea en un concepto prácticamente tabú en los pasillos comunitarios. La emergencia sanitaria, social y económica sin precedentes que desató la pandemia de Covid, sin embargo, propició un cambio de paradigma forzoso, alumbrando un consenso para comenzar a emitir deuda conjunta con la que costear el plan de respuesta. Solo cuatro años después de su puesta en marcha, la Comisión Europea se ha convertido ya en el quinto mayor emisor de deuda de toda la Unión Europea, justo por detrás de España.
De esta forma, la carga de deuda comunitaria conjunta ha ascendido este año por encima de los 700.000 millones de euros, básicamente debido a las emisiones anuales desplegadas desde 2021 para sufragar los 800.000 millones de euros del programa Next Generation canalizados mediante el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia.
Hasta la pandemia, la deuda conjunta europea era una suerte de anatema y una herramienta absolutamente marginal, que apenas movilizó 55.000 millones durante la crisis del euro. Desde 2021, la Comisión lleva efectuando emisiones de entre 150.000 y 200.000 millones, cada año. En la actualidad, Bruselas carga con un stock de deuda superior a los 720.000 millones que seguirá en el balance comunitario, al menos, hasta 2058, si no median refinanciaciones que alarguen el calendario.
De esta manera, el valor de los eurobonos en circulación ha pasado de ser equivalente al de los Estados con menor volumen de bonos en el mercado a sellar el sorpasso a Grecia, Irlanda, Finlandia, Portugal, Austria, Holanda o Bélgica. Solo Italia (con unos 2,5 billones de deuda pública acumulada), Francia (con 2,48 billones), Alemania (con 1,8 billones) y España (con 1,36 billones) cuentan con más deuda propia que la Comisión Europea.
Y la escalada no se detendrá aquí. Las propias previsiones de Bruselas apuntan a que durante 2026 se superará la cota del billón de euros en deuda europea mancomunada (ver despiece).
El think tank europeo Bruegel, especializado en economía internacional, acaba de emitir un documento al respecto advirtiendo de la "dramática expansión" de la deuda comunitaria e insta a iniciar un proceso de análisis y reflexión sobre sus efectos. Bajo su punto de vista, legisladores, académicos y mercados no han prestado la suficiente atención a la magnitud del fenómeno para la arquitectura fiscal europea en un momento en que se abre un nuevo debate sobre su futuro.
El programa Next Generation expira dentro de un año, en diciembre de 2026, cuando Bruselas repartirá los últimos fondos en función del grado de cumplimiento de los Planes de Recuperación que cada país haya logrado a cierre del mes agosto.
En los últimos tiempos, sin embargo, se han multiplicado las voces que proponen que Unión Europea siga emitiendo eurobonos en el futuro para sufragar inversiones estratégicas de los distintos estados. Una de las propuestas más aterrizadas es la publicada por el Peterson Institute for International Economics a finales de mayo, que firman Olivier Blanchard, execonomista jefe del Fondo Monetario Internacional (FMI), y el economista español Ángel Ubide, director general y jefe de Estudios Económicos de Renta Fija Global y Macroeconomía en Citadel. El documento aboga por la emisión de eurobonos por valor del 25% del PIB de los Estados miembros, hasta los 5 billones de euros, para pasar a competir a escala internacional con las emisiones del Tesoro estadounidense de referencia.
La idea ha ido ganando adeptos, especialmente entre quienes circunscriben esta vía de financiación como fórmula para costear ahora el rearme de Europa, inmersa en la carrera armamentística más ambiciosa acometida desde el final de la Guerra Fría, ante las crecientes provocaciones de Rusia, la amenaza de Estados Unidos de dejar de proteger a los aliados que no se costeen su seguridad y el aumento de las tensiones geopolíticas.
Para apoyar a Ucrania
Los eurobonos también han sido invocados como posible respuesta para sufragar el respaldo financiero a Ucrania frente a Rusia, como se ha llegado a plantear en la Cumbre que reúne a los líderes europeos desde ayer en Bruselas.
A su vez, la emisión de deuda europea común es la gran esperanza para quienes defienden la necesidad de seguir impulsado grandes inversiones estratégicas a escala europea a partir de 2027, una vez se agote el programa Next Generation.
La emisión de eurobonos, sin embargo, requiere un acuerdo unánime de todos los socios comunitarios, lo que complicará nuevas emisiones. Juega a favor de un nuevo acuerdo entre los frugales del norte y los países del sur que actualmente son estos últimos los que crecen con mayor dinamismo, pero el creciente volumen de deuda común a pendiente y la disparidad de criterios sobre el destino que podría darse a las nuevas emisiones complica la ecuación.
Bruselas emitirá otros 90.000 millones en bonos en la primera mitad de 2026
El ritmo de emisión de eurobonos seguirá a velocidad crucero en el nuevo año. Según ha anunciado esta misma semana, la Comisión Europea tiene previsto emitir unos 90.000 millones de euros adicionales en deuda comunitaria conjunta solo durante el primer semestre de 2026, lo que elevará el volumen de bonos comunitarios pendientes al entorno de los 800.000 millones de euros para mitad del año.
Las nuevas emisiones previstos tendrán un doble propósito fundamental. En primer lugar, se utilizarán para financiar los préstamos blandos solicitados por los Estados miembro dentro del programa Next Generation, si bien España acaba de aligerar con fuerza este frente al renunciar formalmente a 60.000 de los 83.000 millones de euros en créditos que habían sido preconcedidos al país. En segundo lugar, los eurobonos emitidos en el arranque de 2026 costearán créditos destinados a apoyar la adquisición de capacidades de Defensa en el marco del nuevo instrumento de Acción de Seguridad para Europa (SAFE), promoviod por Bruselas para facilitar el rearme europeo.
Más allá, recuerda Europa Press, las emisiones permitirán costear otros programas políticos e instrumentos, como el Mecanismo para Ucrania, el Mecanismo de Reforma y Crecimiento para los Balcanes occidentales y la asistencia macrofinanciera a los países vecinos.
Los nuevos eurobonos, que gozan de la máxima calificación crediticia, un coste contenido y una amplia demanda, se distribuirán entre papel a corto y largo plazo. Bruselas también tiene previsto seguir acuñando bonos verdes, de los que es ya es uno de los principales emisores del mundo.
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