Ha fallecido a los 88 años Tom Stoppard, toda una institución de las letras británicas. Su agencia de representación United Agents ha compartido un comunicado del que se hace eco Variety: “Nos entristece profundamente anunciar que nuestro querido cliente y amigo ha fallecido pacíficamente en su casa de Dorset, rodeado de su familia. Será recordado por sus obras, por su brillantez y humanidad y por su ingenio, su irreverencia, su espíritu generoso y su profundo amor por la lengua inglesa”.
Stoppard huyó de su Checoslovaquia natal, a causa del régimen nazi, cuando era niño, y se instaló con su familia en Reino Unido. Ahí desarrollaría su carrera como dramaturgo y escribiría guiones para cine y radio, con un estilo tan particular que llegaría a acuñarse el adjetivo “stoppardiano”, por la combinación de comedia con filosofía. Stoppard abrazó totalmente su identidad británica, y antes de escribir para las tablas ejerció de crítico teatral y se hizo amigo íntimo de Peter O’Toole.
El primer éxito de Stoppard llegaría en 1966 con Rosencratz y Guildenstern han muerto, una obra de teatro centrada en dos personajes secundarios del Hamlet de William Shakespeare que le hizo ganar su primer Tony de los cuatro que llegaría a acumular en su trayectoria. Después llegaría Jumpers en 1970, una sátira sobre el mundo académico, y Travesties en 1974, donde imaginaba un encuentro fortuito entre James Joyce y Vladimir Lenin. Entrados los 80 Stoppard se consagró con The Real Thing y también tuvo mucho éxito en 1993 con Arcadia.
El medio favorito de Stoppard fue el teatro, y no dejó de escribir obras de gran presencia mediática hasta entrada la vejez: en 2002 se marcó toda una trilogía teatral, The Coast of Utopia, para que en 2006 Rock n’Roll retratara la disidencia artística en su Checoslovaquia natal. Concluyó en 2015 con la muy filosófica The Hard Problem, una vez Stoppard ya se había consagrado como guionista cinematográfico de primera línea.
Y es que el primer guion de Stoppard databa de 1975, cuando escribió el melodrama Una inglesa romántica. Poco después adaptó la novela Desesperación de Vladimir Nabokov con vistas a que dirigiera Rainer Weiner Fassbinder, y en el 79 firmó el libreto de El factor humano, que dirigiría Otto Preminger sobre una novela de Graham Greene.
Stoppard ganó una gran atención internacional cuando en 1985 coescribió con Terry Gilliam el ambicioso guion de Brazil. A esto le seguiría la adaptación de la novela autobiográfica de J.G. Ballard, El imperio del sol, de cara a que dirigiera Steven Spielberg.
1990 fue un gran año para Stoppard, pues aparte de escribir el guion de La casa Rusia quiso adaptar su propia obra de teatro. Así que Rosencratz y Guildenstern han muerto se convirtió en una película dirigida por el propio Stoppard, contando con Gary Oldman, Tim Roth y Richard Dreyfus como protagonistas. La película ganaría el León de Oro en el Festival de Venecia, con lo que en efecto fue un triunfo para Stoppard.
Aunque no sería nada comparado con Shakespeare enamorado. Otra libre recreación shakesperiana, donde Stoppard especuló alegremente con la vida del mítico Bardo, en una película protagonizada por Joseph Fiennes y Gwyneth Paltrow que sería un gran éxito de crítica y público. Éxito traducido en los Oscars: Shakespeare enamorado se llevó a casa siete estatuillas, y una de ellas era la de Stoppard como Mejor guion.
Stoppard también adaptó Anna Karenina para Joe Wright en 2012, y cinco años después se despediría del cine con el guion de Tulip Fever, protagonizada por Alicia Vikander. A lo largo de su extensa carrera también llegó a ejercer de script doctor, y pudo corregir los guiones de films tan míticos como Indiana Jones y la última cruzada, Sleepy Hollow o Star Wars: La venganza de los Sith.
Stoppard huyó de su Checoslovaquia natal, a causa del régimen nazi, cuando era niño, y se instaló con su familia en Reino Unido. Ahí desarrollaría su carrera como dramaturgo y escribiría guiones para cine y radio, con un estilo tan particular que llegaría a acuñarse el adjetivo “stoppardiano”, por la combinación de comedia con filosofía. Stoppard abrazó totalmente su identidad británica, y antes de escribir para las tablas ejerció de crítico teatral y se hizo amigo íntimo de Peter O’Toole.
El primer éxito de Stoppard llegaría en 1966 con Rosencratz y Guildenstern han muerto, una obra de teatro centrada en dos personajes secundarios del Hamlet de William Shakespeare que le hizo ganar su primer Tony de los cuatro que llegaría a acumular en su trayectoria. Después llegaría Jumpers en 1970, una sátira sobre el mundo académico, y Travesties en 1974, donde imaginaba un encuentro fortuito entre James Joyce y Vladimir Lenin. Entrados los 80 Stoppard se consagró con The Real Thing y también tuvo mucho éxito en 1993 con Arcadia.
El medio favorito de Stoppard fue el teatro, y no dejó de escribir obras de gran presencia mediática hasta entrada la vejez: en 2002 se marcó toda una trilogía teatral, The Coast of Utopia, para que en 2006 Rock n’Roll retratara la disidencia artística en su Checoslovaquia natal. Concluyó en 2015 con la muy filosófica The Hard Problem, una vez Stoppard ya se había consagrado como guionista cinematográfico de primera línea.
Y es que el primer guion de Stoppard databa de 1975, cuando escribió el melodrama Una inglesa romántica. Poco después adaptó la novela Desesperación de Vladimir Nabokov con vistas a que dirigiera Rainer Weiner Fassbinder, y en el 79 firmó el libreto de El factor humano, que dirigiría Otto Preminger sobre una novela de Graham Greene.
Stoppard ganó una gran atención internacional cuando en 1985 coescribió con Terry Gilliam el ambicioso guion de Brazil. A esto le seguiría la adaptación de la novela autobiográfica de J.G. Ballard, El imperio del sol, de cara a que dirigiera Steven Spielberg.
1990 fue un gran año para Stoppard, pues aparte de escribir el guion de La casa Rusia quiso adaptar su propia obra de teatro. Así que Rosencratz y Guildenstern han muerto se convirtió en una película dirigida por el propio Stoppard, contando con Gary Oldman, Tim Roth y Richard Dreyfus como protagonistas. La película ganaría el León de Oro en el Festival de Venecia, con lo que en efecto fue un triunfo para Stoppard.
Aunque no sería nada comparado con Shakespeare enamorado. Otra libre recreación shakesperiana, donde Stoppard especuló alegremente con la vida del mítico Bardo, en una película protagonizada por Joseph Fiennes y Gwyneth Paltrow que sería un gran éxito de crítica y público. Éxito traducido en los Oscars: Shakespeare enamorado se llevó a casa siete estatuillas, y una de ellas era la de Stoppard como Mejor guion.
Stoppard también adaptó Anna Karenina para Joe Wright en 2012, y cinco años después se despediría del cine con el guion de Tulip Fever, protagonizada por Alicia Vikander. A lo largo de su extensa carrera también llegó a ejercer de script doctor, y pudo corregir los guiones de films tan míticos como Indiana Jones y la última cruzada, Sleepy Hollow o Star Wars: La venganza de los Sith.