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«Siento ganas de venderlo todo e irme del pueblo: las lluvias son cada vez más torrenciales»

«Siento ganas de venderlo todo e irme del pueblo: las lluvias son cada vez más torrenciales»
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Los vecinos de la zona más baja de Cártama Estación se afanan en limpiar sus casas mientras tiran lo que el agua les ha destruido apoyados por efectivos del Infoca y los bomberos

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Elisa Guerrero, esta mañana en su casa de Cártama Estación. Salvador Salas «Siento ganas de venderlo todo e irme del pueblo: las lluvias son cada vez más torrenciales»

Los vecinos de la zona más baja de Cártama Estación se afanan en limpiar sus casas mientras tiran lo que el agua les ha destruido apoyados por efectivos del Infoca y los bomberos

Cristina Vallejo

Domingo, 28 de diciembre 2025, 13:06 | Actualizado 13:26h.

... había disminuido desde su nivel máximo histórico que alcanzó anoche tras haber llovido más de 100 litros por metro cuadrado aguas arriba. Francisco, Antonio, Salvador y Reme comentan que hasta han llegado curiosos de Fuengirola para ver el espectáculo. «Llevan una pila de años hablando de que van a hacer un embalse más arriba, o algo, sí es cierto que han limpiado el cauce y eso ha contenido la crecida», explica Francisco. La gente pasea apaciblemente. La temperatura no es mala y apenas cae alguna gota dispersa. Incluso el sol hace intención de salir.

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Ferando García y Mónica Moreno. SAlvador Salas

Fernando García y Mónica Moreno comparten un local que tiene dos negocios, el de nutrición de él y la peluquería de ella. A García se le ve muy afectado: «Siento ganas de venderlo todo e irme de este pueblo, porque siempre pasa lo mismo y las lluvias cada vez son más torrenciales», lamenta. Dice que apenas ha cobrado 3.600 euros del consorcio de compensación de seguros cuando los gastos de reponer maquinaria y material superaron los 15.000 euros tras la anterior inundación que sufrieron. También vive por la zona y en su casa vio entrar agua por la ventana. Esas calles son una trampa, encerradas por el muro de las vías del tren y el nivel del agua del río por encima de la altura de sus aceras. Ella, con humor ácido, grita a las vecinas de enfrente mientras achica agua: «Qué bien vamos a empezar el año nuevo, tirando todo lo malo para afuera». «Esto es una laguna, lo que es del agua, es del agua», reflexiona resignada. Y su pareja añade: «De los políticos no esperamos nada, pero sí de los ingenieros, que saben qué nivel tienen estas calles», apunta su pareja, sugiriendo que las últimas obras de remodelación de las aceras han empeorado la situación. A ello, el alcalde, Jorge Gallardo, responde que precisamente donde han reventado las aceras, donde hay grietas, es donde la remodelación no llegó. Gallardo relata la situación: «Esto anoche era como un río, con los coches flotando, con todos los accesos cerrados a Cártama, tuvimos que desalojar a siete familias; seis se fueron a segundas residencias o con familiares y una a un albergue de Alhaurín de la Torre. Aquí descargó muchísima agua», explica.

El espectáculo es dantesco en el kiosko de la familia de Manjito Kaur, de India: las neveras, rotas, toda la mercancía echada a perder. Calculan pérdidas de 3.000 euros. Enfrente, en un taller de chapa y pintura, su propietario, Pepe Sánchez Jiménez, respira porque no tenía muchos coches de clientes, dadas estas fechas en las que la gente viaja y se desplaza. Pero comenta que el agua llegó a la altura de los retrovisores. «Se me venía a la cabeza la imagen de Valencia. Pero, al fin y al cabo, no ha habido ninguna desgracia personal», respira.

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Operarios y familias limpiando y tirando enseres. Salvador Salas

Hay vecinos que prefieren no hablar. Que están enfadados. «Ya ves cómo estamos», comenta una mujer mientras ve va a tener que tirar a la basura todas sus cosas. Y otros que están casi en shock, como Elisa Guerrero, argentina, cartera jubilada, gran lectora, con muchos de sus libros, como los sofás, y los colchones, suyos y de sus familias, van siendo retirados por los efectivos del Infoca y los bomberos. Es una imagen dantesca la de su casa y las colindantes. «Estoy angustiada, como en shock, no puedo pensar… sólo miro mis cosas, no puedo hacer nada más», explica Guerrero, que parece un poco desorientada también.

Ironías de la historia: Carlos Fernández, que trabaja para una empresa que provee de agua potable, que trabajó en la dana en Murcia, y que ahora está en Almería, tuvo que coger el coche anoche y echarse a la carretera porque le llamó su mujer avisándole de que la casa se inundaba. Casi medio metro de agua se encontró. «Hemos perdido la bomba de agua, muebles… El coche y la moto se han salvado por la mínima. Es la primera vez que nos entra agua en la casa. Otras veces se ha quedado al borde de traspasar la puerta», comenta.

Cristina y Sergio también han venido a Cártama para ayudar a sus padres a limpiar. Dicen que estuvieron horas sin luz. Debieron de saltar los plomos. No saben si los electrodomésticos les funcionan, o no. Limpian, limpian. Llevan horas. Tardarán días en volver a la normalidad. Vaya inocentada la de la meteorología.

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Fuente original: Leer en Diario Sur - Ultima hora
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