- IÑAKI GARAY
Muy mal concepto debe tener de su poder transformador este socialismo si cree que Extremadura, después de 36 años (de un total de 42 años desde que se constituyó la comunidad autónoma) gobernada por el PSOE, sigue poblada de personajes que se ajustan al perfil de Azarías, Paco el cojo o la Régula, los tristes protagonistas de Los santos inocentes, esa gran obra de Miguel Delibes ambientada a principios de los años sesenta, cuando España todavía apenas sentía sobre su piel los primeros aires del Plan de Estabilización, aquella apertura de ventanas que el régimen franquista admitió para no perecer y con la que empezó realmente la Transición.
Traigo a colación a estos personajes de Los santos inocentes porque la izquierda más reaccionaria que se recuerda en mucho tiempo no es capaz de admitir que Extremadura le haya dado la espalda y consuela su rabia en las redes sociales diciendo que esa mayoría de extremeños que no le ha votado es gente sin estudios, sin preparación, sumisa y carente de autoestima, memoria y valores.
Vamos, el Azarías, Paco el cojo y la Régula. Ofenden y se equivocan de cabo a rabo, porque el extremeño medio puede ser algo más pobre que el resto de los españoles medios pero sabe bien cuándo el señorito Iván se ha cambiado la chaqueta.
Sabe por ejemplo que ese socialismo, el de Sánchez and friends, que repite hasta la saciedad la filfa del escudo social es el mismo que pretende ceder la recaudación y gestión de los impuestos a un territorio más rico como es Cataluña para que los partidos nacionalistas le sostengan en el poder, cargándose de paso el sistema de solidaridad interterritorial, que era uno de sus signos distintivos.
Se trata de esos mismos partidos nacionalistas que siguen pensando, como rezaba un eslogan de CiU en 2013, que "la España subsidiada vive a costa de la Cataluña productiva", que es como decir que los pobres parasitan a los ricos.
Cuando el nacionalismo al que está entregado el socialismo habla de la "España subsidiada" se refiere fundamentalmente a Extremadura, Andalucía y Castilla la Mancha, territorios en su conjunto más pobres o menos desarrollados, y ese mensaje tan poco sutil los nietos de Paco el cojo lo captan al vuelo como para dejar de votar a quienes te dicen que te defienden.
En mitad de tanta hipocresía, saben también que tienen un primo en Cataluña que se llama Gabriel Rufián, que afirma y presume de ser de izquierdas pero que luego dice que cada territorio aguante su vela, porque el lugar del que llegaron sus padres en aquellos años sesenta les queda muy lejos.
Hasta tal punto ha llegado la mutación del socialismo que hoy el señorito Iván ha cambiado el Land Rover por el eléctrico chino y ya no es facha de manual sino un pijoprogre muy desubicado, para el que el obrero es un ser sin formas definidas.
Desde que en mayo del 68 los valores de la izquierda fueron robados de la sede del proletariado y depositados en las universidades para ser tutelados por líderes estudiantiles idealistas y activistas a los que se les quiebran las manos con el peso de las bolsas de la compra, el obrero es un concepto publicitario que solo se usa para alcanzar el poder .
En Extremadura ha sido muy evidente. Como no saben de lo que hablan se empeñan por ejemplo en cerrar la nuclear de Almaraz que da empleo directo a 3.000 familias obreras y sostiene a más de trescientas empresas proveedoras que también tienen obreros de esos que necesitan los ingresos para seguir pagando la casa, la educación de sus hijos o el turrón.
Esa miopía a la hora de medir las necesidades de la clase obrera es lo que explica que en ese pueblo extremeño el PSOE sea ahora la tercera fuerza política por detrás de Vox. No es que los extremeños hayan abandonado a la izquierda, es que esta izquierda los ignora y desprecia.
A los nietos de Paco el Cojo, Sánchez no les cae especialmente bien. Y no es porque le tengan una ojeriza inexplicable. Lo que ocurre es que han visto que el presidente está indignado porque la Comisión Europea les va a permitir que tengan sus coches diésel con los que se mueven para ir a trabajar unos años más. El tipo que cree que vive en un cohete y se desplaza por el mundo en un Falcon, viene a recriminarles que son ellos los que joden el planeta. Al extremeño medio le gustaría cambiar su viejo vehículo de 16 años, pero con menos de 1.400 euros que gana de media al mes no lo tiene precisamente fácil para pagar los 30.000 euros que le piden por un eléctrico también de gama media.
Hay otro elemento que no solo al extremeño sino a cualquier persona en toda la geografía le repatea. Y es el afán de esta izquierda porque estemos peleados. Decía Thomas Sowell que en su antiguo barrio había un desprecio especial por el tipo de persona que siempre estaba intentando que otros dos tipos se pelearan entre sí.
Hoy la izquierda en este país considera una gran contribución a la sociedad incitar a los consumidores contra los productores, a los inquilinos contra los propietarios, a las mujeres contra los hombres, a los jóvenes contra los viejos, al sector público contra el privado, a unas razas contras otras y a los extremeños y a los españoles entre sí. No es que sean fachas, es que el señorito Iván ha cambiado de chaqueta.
¿Dejarán a la Fed hacer su trabajo?Trump y el fin de la hegemonía de EEUUVigilando voy, legiferando vengo Comentar ÚLTIMA HORA