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Xabi Alonso habla con Bellingham durante un partido del Real Madrid. EP Resumen 2025 Un cambio de era lleno de tinieblas para el Real MadridLos blancos cierran un año para olvidar en el que dijeron adiós a Ancelotti y a Modric y dieron la bienvenida de nuevo a Xabi Alonso, cuyo proyecto se tambalea
Madrid
Domingo, 28 de diciembre 2025, 16:22
... Madrid cierra un 2025 para olvidar. Los blancos fueron incapaces de ganar un solo trofeo a lo largo de doce meses en los que se produjo un cambio de era envuelto en tinieblas. La parroquia merengue despidió con honores máximos a dos figuras que hicieron historia como Carlo Ancelotti y Luka Modric y dieron la bienvenida de nuevo a Xabi Alonso, cuyo proyecto se tambalea.Quince títulos jalonaron la andadura de Carletto a lo largo de las seis campañas, distribuidas en dos etapas, en las que comandó al Real Madrid. El técnico de la Décima, de la Decimocuarta y de la Decimoquinta dejó una huella que va más allá de sus gestas deportivas. Se ganó el cariño de la feligresía merengue por su bonhomía, mesurada gestión de una plantilla repleta de estrellas y saber estar en las duras y en las maduras. Veintiocho trofeos, entre los que descuellan especialmente las seis Champions que le equiparan a Gento, Carvajal, Nacho y su inseparable Kroos, constituyen el legado de grandeza que arrojaron los trece años como madridista del genio de Zadar, pequeño en estatura pero de talento y carácter inmensos. El adiós de ambos significó el broche definitivo a una época inolvidable y la entrada en otra sumida, por ahora, en la incertidumbre.
Menos de 48 horas después de aquella tarde de homenajes que coincidió con el último partido de una Liga que el Real Madrid entregó prematuramente al Barça, Xabi Alonso quedaba ungido como nuevo técnico de un equipo que también venía de sucumbir frente a los azulgranas en la Supercopa de España y en la Copa del Rey, y que se estrelló de forma estrepitosa ante el Arsenal en cuartos de final de la Champions. Impulsado por su sobresaliente desempeño al mando del Bayer Leverkusen, el tolosarra retornaba a la 'casa blanca' once años después de clausurar su brillante actuación como metrónomo de los blancos con la misión de resucitar a un gigante herido.
De la esperanza al desencanto
El bautismo se produjo en el Mundial de Clubes, donde Xabi Alonso cumplió llevando al Real Madrid hasta semifinales y desplegó parte de ese acervo táctico que le permitió romper la hegemonía del Bayern de Múnich en Alemania. Allí se estrenaron también Trent Alexander-Arnold y Dean Huijsen, los dos primeros fichajes de un intenso mercado veraniego que también llevó hasta Chamartín a Álvaro Carreras y a Franco Mastantuono. Hacía seis años que el Real Madrid no invertía tanto dinero en incorporaciones, 167,5 millones de euros. Un esfuerzo necesario para sustentar el cambio con el que Xabi Alonso pretendía encender la llama del madridismo.
Pero ese verano de esperanza dejó pasó a un otoño del desencanto en el que las ilusiones generadas se desvanecieron a la velocidad del rayo. Tras ganar trece de los catorce primeros partidos del curso 2025-26, incluyendo un clásico que enterraba una nefasta racha de cuatro derrotas consecutivas ante el Barça, el Real Madrid se cayó a plomo de buenas a primeras. El origen del desplome fue el duelo con el cuadro azulgrana, un triunfo que acabó resultando profundamente amargo a consecuencia del cisma entre Vinicius y Xabi Alonso.
El rebote del fluminense tras ser sustituido por el tolosarra minó la autoridad del técnico, al que el club dejó a los pies de los caballos. Sin el necesario respaldo institucional, Xabi Alonso se vio obligado a abandonar su esencia para intentar congraciarse con una plantilla acostumbrada al guante de seda de Ancelotti. Desde entonces, experimenta una prolongada agonía. Ha ganado apoyo en la caseta, pero a cambio ha entregado parte del alma. Tampoco está sabiendo capear los embates de la prensa, sospechosamente recelosa del cambio de guardia en el banquillo e instalada en la hipérbole permanente, tal y como consignó en su día Santiago Solari.
No tiene quien le escriba Xabi Alonso. Tampoco quien le defienda porque el vestuario acaba arrimándose siempre al ascua que le interesa. Solo ante el peligro, como Gary Cooper, únicamente los resultados pueden sacar a flote al vasco, que administra una plantilla descompensada y zaherida por las recurrentes lesiones que desangraron a su predecesor en el cargo.
Rara vez el relato que empieza a escribirse con renglones torcidos desemboca en un final feliz. Menos aún en el Real Madrid, donde las expectativas están siempre por las nubes y solo importa el ahora. En cierta medida, vive de prestado porque no hay ningún recambio apetecible a la vista. El norteño busca el norte pero carece de una brújula, de un Xabi Alonso que le oriente sobre el césped. Pudo ser Zubimendi, pero voló a Londres. Pudieron ser otros, pero nada sedujo a una directiva más atenta a la física que a la química. Faltan neurotransmisores y el juego no fluye. Aunque el fútbol es impredecible, la sentencia puede llegar en cualquier momento y devolvería al Real Madrid al punto de partida. Sin rumbo, a la deriva, en busca del esplendor perdido tras un 2025 lleno de penas.
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