El Sr. Wang, un residente en la ciudad china de Jixi, llevaba tiempo escuchando ruidos extraños bajo el capó de su coche, pero aunque habían empeorado con el tiempo, nunca se molestó en llevarlo a revisar.
No fue hasta la semana pasada, cuando notó que el sistema de calefacción del vehículo también parecía funcionar mal, y decidió acercarse al taller de un amigo para que lo revisara.
Tras levantar el capó, Wang descubrió que toda la zona bajo el parabrisas estaba llena de avellanas. Pero eso no explicaba el problema de la calefacción, al menos no hasta que el mecánico inspeccionó las rejillas de ventilación y las encontró también obstruidas. Incluso el filtro del habitáculo estaba repleto.
"El mantenimiento comenzó a las 9 de la maña, y no fue hasta después de las 11 cuando retiraron los 18 kilos de frutos secos", relató el conductor en redes sociales, y agregó que su coche estaba estacionado en un garaje, por lo que una ardilla no podía haber entrado.
Wang culpó a las ratas de llenar su coche de avellanas. Tenía guardada una bolsa en el garaje y, al inspeccionarla, descubrió que los roedores habían metido más de la mitad bajo el capó.
Ahora planea instalar trampas adhesivas para evitar que vuelvan a usar su todoterreno como almacén para sus provisiones, indica Odditycentral.
No fue hasta la semana pasada, cuando notó que el sistema de calefacción del vehículo también parecía funcionar mal, y decidió acercarse al taller de un amigo para que lo revisara.
Tras levantar el capó, Wang descubrió que toda la zona bajo el parabrisas estaba llena de avellanas. Pero eso no explicaba el problema de la calefacción, al menos no hasta que el mecánico inspeccionó las rejillas de ventilación y las encontró también obstruidas. Incluso el filtro del habitáculo estaba repleto.
"El mantenimiento comenzó a las 9 de la maña, y no fue hasta después de las 11 cuando retiraron los 18 kilos de frutos secos", relató el conductor en redes sociales, y agregó que su coche estaba estacionado en un garaje, por lo que una ardilla no podía haber entrado.
Wang culpó a las ratas de llenar su coche de avellanas. Tenía guardada una bolsa en el garaje y, al inspeccionarla, descubrió que los roedores habían metido más de la mitad bajo el capó.
Ahora planea instalar trampas adhesivas para evitar que vuelvan a usar su todoterreno como almacén para sus provisiones, indica Odditycentral.