Durante décadas, la esterilización temprana se ha considerado una práctica casi incuestionable en la tenencia responsable de perros, especialmente en algunos países de Europa, y en Estados Unidos. Se asumía que hacerlo antes del primer celo o antes de los seis meses de edad era beneficioso por varios motivos: se evitaban camadas indeseadas, ciertos tumores hormonales y algunas conductas asociadas al celo o al marcaje. Sin embargo, nuevas investigaciones están introduciendo matices importantes.

El psicólogo y especialista en comportamiento animal Stanley Coren, profesor emérito de la Universidad de la Columbia Británica y autor de varios libros sobre cognición y emociones caninas, ha publicado en su columna del site de divulgación psicológica Psychology Today un análisis de un estudio reciente que reaviva el debate sobre el impacto que tiene la esterilización temprana en la salud a largo plazo de los perros. El trabajo, dirigido por el investigador David J. Waters desde el Gerald P. Murphy Cancer Foundation (Indiana, Estados Unidos), apunta a una correlación significativa entre la edad a la que se realiza la gonadectomía, es decir, la extirpación quirúrgica de los órganos sexuales, y la llamada ‘robustez’ en la vejez.

Un cambio de paradigma

La práctica de esterilizar animales domésticos no nació como una medida sanitaria, sino como una herramienta de control. Hace unos 8.000 años, cuando la ganadería empezó a organizarse, se descubrió que los machos castrados eran más dóciles y manejables. Ya en el siglo XX, con el auge del perro de compañía en entornos urbanos, la esterilización se popularizó como parte del ‘buen cuidado’ y, más tarde, como política pública frente a la superpoblación animal.

En Estados Unidos, desde los años setenta, las principales asociaciones veterinarias impulsaron campañas masivas con el lema “Esteriliza o castra a tu mascota”. En muchos estados del país norteamericano incluso se convirtió en un requisito legal para adoptar, algo que ha llegado a España recientemente. El mensaje que se trasladaba era que la práctica evitaba camadas no deseadas y mejoraba el comportamiento del animal. Sin embargo, los estudios más recientes sugieren que esa simplificación ha dejado fuera el papel que desempeñan las hormonas sexuales en la maduración y el equilibrio de la salud.

Qué dice el nuevo estudio

El trabajo analizó datos de más de 400 rottweilers de edad avanzada incluidos en otro programa paralelo, iniciado en 2003. Se trata de perros con una longevidad excepcional, que viven un 30% más de lo habitual en su raza, y cuyo seguimiento permite estudiar el envejecimiento en condiciones poco frecuentes.

Los investigadores observaron que los perros esterilizados antes de los dos años de edad presentaban una mayor probabilidad de desarrollar lo que, en medicina humana, se denomina ‘fragilidad’: un conjunto de síntomas asociados al envejecimiento, como debilidad muscular, menor resistencia física, deterioro cognitivo y mayor sensibilidad al estrés. Según los resultados, los machos con menor exposición vital a hormonas sexuales eran trece veces más propensos a ser frágiles en la vejez. En las hembras, la tendencia era similar, con un riesgo casi tres veces mayor.

Stanley Coren resume así la conclusión del estudio: “Las hormonas gonadales parecen desempeñar un papel importante en la conservación de la vitalidad en la última etapa de la vida de los perros”. En otras palabras, cuanto más breve es la exposición a esas hormonas, bien sea testosterona o estrógenos, más vulnerable se vuelve el organismo con el paso de los años.

Efectos sistémicos

Aunque la discusión pública suele centrarse en la conducta, los efectos biológicos de la gonadectomía son mucho más amplios. Las hormonas sexuales interactúan con el sistema endocrino, el nervioso y el inmunitario, regulando aspectos como el metabolismo, la densidad ósea o la función tiroidea.

La veterinaria Michelle Kutzler, de la Universidad Estatal de Oregón, ha señalado en trabajos previos que la esterilización está asociada a un mayor riesgo de problemas como la incontinencia urinaria, la obesidad, la diabetes, la displasia de cadera o determinados tipos de cáncer. El nuevo estudio no niega los beneficios de controlar la natalidad, pero sí advierte de que la edad de la intervención podría ser un factor determinante en la calidad de vida futura del animal.

Un debate que no es igual en todos los países

Mientras que en Norteamérica y buena parte de Europa la esterilización temprana es la norma, y en algunos casos una obligación legal, aún hay ciertos países donde se mantiene un criterio más matizado. En países escandinavos como Noruega o Suecia, la ley solo permite la castración o esterilización por motivos veterinarios o en circunstancias especiales, considerando que se trata de una cirugía innecesaria (mutilación) si no hay riesgo reproductivo. En Alemania, si bien está estrictamente regulada por la Ley de Protección Animal (TierSchG, §6), las protectoras no pueden esterilizar ni castrar rutinariamente a los animales, sino que debe valorarse caso por caso y teniendo en cuenta el riesgo de su hogar de adopción (por ejemplo, si va a convivir con un perro del sexo opuesto).

Mientras tanto, en ciudades como Pekín, se requiere un certificado de esterilización para registrar a los perros (una licencia obligatoria para la tenencia de mascotas en esta ciudad china). En la misma línea actúa Australia, donde la esterilización es obligatoria en numerosas ciudades para todos los perros nacidos a partir de 2018 o adoptados desde protectoras.

En España, la Ley 7/2023 de Bienestar Animal, aprobada en marzo de ese año, no obliga a los titulares particulares a esterilizar a sus perros, como todavía muchos creen. Lo que establece es que las entidades de protección animal deben entregar esterilizados a los perros, gatos y hurones que den en adopción, o bien, si el perro es demasiado joven o tiene alguna contraindicación, que el adoptante firme un compromiso para realizar la intervención más adelante. Además, la ley prohíbe la cría no regulada, de modo que solo los criadores autorizados pueden reproducir animales.

Cuestión de equilibrio y evidencia

El debate sobre la esterilización no puede abordarse desde el dogma ni desde el sentimentalismo, sino desde la ciencia y el bienestar animal. Cada caso es distinto y no es lo mismo un perro que vive en un entorno rural con acceso libre al exterior que un perro urbano sin contacto con otros animales fértiles.

Los hallazgos que se han realizado hasta la fecha no pretenden desincentivar la esterilización, sino invitar a reconsiderar la edad y la necesidad de cada intervención, especialmente, insistimos, en animales sin riesgo reproductivo. Tal vez, como sugiere Stanley Coren, el verdadero signo de tenencia responsable no sea esterilizar por sistema, sino hacerlo con criterio, información y siempre bajo asesoramiento veterinario.

Referencia:

• Applying a life course approach to elucidate the biology of sex differences in frailty: early-life gonadectomy diminishes late-life robustness in male and female dogs in the Exceptional Aging in Rottweilers Study. David J. Waters et al. Biology of Sex Differences (2025)