Thursday, 11 de December de 2025
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Un submarino "invisible" de Rusia ha hecho saltar las alarmas en el Ártico. La respuesta de Europa: Atlantic Bastion

Un submarino "invisible" de Rusia ha hecho saltar las alarmas en el Ártico. La respuesta de Europa: Atlantic Bastion
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La botadura del Khabarovsk, el nuevo y ultrasilencioso submarino ruso capaz de desplegar torpedos nucleares Poseidon, ha reactivado un temor que llevaba décadas latente en ciudades como Londres: la posibilidad de que el equilibrio naval del Atlántico se esté inclinando de nuevo a favor de Moscú.  La respuesta de Reino Unido ha sido contundente, y se llama Atlantic Bastion. La guerra submarina. Aunque la imagen pública de la amenaza rusa suele girar en torno a buques de investigación como el Yantar, sospechoso de mapear y potencialmente manipular cables y tuberías submarinas, los especialistas europeos saben que lo verdaderamente inquietante está mucho más abajo.  Rusia ha invertido décadas en reducir la firma acústica de sus submarinos hasta niveles que rozan la invisibilidad, combinando nuevos sistemas de propulsión, recubrimientos compuestos y bombas de refrigeración prácticamente indetectables. En ese entorno, donde el silencio es poder, un submarino fantasma con capacidad nuclear altera no solo las rutas marítimas, sino el corazón mismo de las infraestructuras estratégicas que conectan a Europa con el mundo. En Xataka La Peste Negra seguía ocultando un enigma casi siete siglos después. La respuesta estaba en unos árboles de los Pirineos UK se reinventa. Ante la amenaza resurgente del Khabarovsk, la Royal Navy ha puesto en marcha lo que han denominado como Atlantic Bastion, un plan concebido para restaurar la ventaja estratégica británica en aguas propias y aliadas. Su origen no es nuevo y lo hemos contado antes: el Reino Unido lleva vigilando la brecha Groenlandia–Islandia–Reino Unido (GIUK gap) desde antes de la creación de la OTAN, y la Segunda Guerra Mundial ya demostró que controlar ese corredor marítimo era esencial para evitar que fuerzas enemigas se deslizaran hacia el Atlántico Norte.  Pero lo que antes eran destructores y barridos acústicos se está transformando en un entramado híbrido que combina fragatas Type 26 equipadas con sonar de nueva generación, aviones P-8 Poseidon capaces de patrullar miles de kilómetros y, sobre todo, enjambres de drones submarinos dotados de inteligencia artificial. Según el Ministerio de Defensa, esta arquitectura pretende detectar, clasificar y seguir a cualquier submarino enemigo que intente penetrar en aguas británicas o irlandesas, y hacerlo de manera constante, autónoma y con un alcance inédito. Llegan los algoritmos. El núcleo del proyecto será Atlantic Net, una red distribuida de planeadores submarinos autónomos equipados con sensores acústicos y guiados por sistemas de inteligencia artificial capaces de reconocer firmas sonoras con un nivel de precisión que hasta hace pocos años era poco menos que coto de la ciencia ficción. A diferencia del SOSUS de la Guerra Fría, basado en gigantescos hidrófonos fijos colocados en el fondo del mar, la nueva generación será móvil, expansible y adaptable a las rutas y comportamientos de submarinos cada vez más insonorizados.  La ambición final es desplegar cientos de unidades baratas y persistentes que, en conjunto, creen una malla de vigilancia mucho más difícil de evadir. La metáfora es reveladora: si encontrar un submarino silencioso es como buscar una aguja en un pajar oceánico, la tecnología moderna permite multiplicar exponencialmente el número de manos que rebuscan. Khabarovk El desafío tecnológico de cazar sombras. Sin embargo, incluso con esta revolución tecnológica, los expertos advierten que detectar a los nuevos submarinos rusos seguirá siendo una empresa extremadamente compleja. Desde los años ochenta, Moscú ha reducido drásticamente las emisiones acústicas de su flota, lo que obliga a combinar sensores pasivos, activos y configuraciones complejas como el sonar biestático, donde un buque emite un pulso y otro recoge el eco.  Estas técnicas requieren coordinación, plataformas múltiples y una densidad de sensores significativa, algo que Atlantic Bastion aspira a proporcionar pero que aún está lejos de desplegarse a escala total. La llegada de las fragatas Type 26, diseñadas para ser el buque insignia de la guerra antisubmarina británica, es fundamental para este propósito, al igual que la cooperación con Noruega y otros aliados que también están reforzando su capacidad en el Atlántico Norte. El rompecabezas del bastión ruso. Incluso si Atlantic Bastion lograra limitar la presencia de submarinos de ataque rusos en el Atlántico, existe una dimensión que ningún sistema occidental puede solucionar: los submarinos estratégicos rusos ya no necesitan abandonar su propio bastión en el Ártico para amenazar a Europa o a Estados Unidos. Sus misiles balísticos intercontinentales pueden alcanzar objetivos a miles de kilómetros sin moverse del Mar de Barents o del Mar Blanco, protegidos por capas de defensas y condiciones geográficas favorables.  Allí juegan a un escondite letal donde Occidente no puede penetrar sin escalar significativamente el conflicto. La paradoja es clara: Reino Unido puede reforzar sus aguas y vigilar cada metro del GIUK gap, pero no puede negar la capacidad nuclear rusa desplegada en su refugio natural, una realidad que enmarca todo el esfuerzo británico dentro de una lógica de contención más que de dominación. En Trendencias Los siete hábitos a los que hay decir adiós para ser más felices a partir de los 60 Un ajedrez submarino. Si se quiere, Atlantic Bastion representa, en última instancia, el reconocimiento de que la competencia submarina ha regresado con fuerza, ahora alimentada por capacidades digitales, sensores distribuidos y plataformas autónomas que transforman la naturaleza de la vigilancia oceánica. El Atlántico Norte vuelve a convertirse en un escenario de maniobras silenciosas donde Rusia y Reino Unido miden su resistencia tecnológica en un entorno que recuerda a la Guerra Fría, pero con algoritmos y autonomía como nuevas armas.  Una carrera que no se decide con grandes batallas, sino con la capacidad de escuchar mejor, procesar más rápido y anticipar movimientos invisibles. En ese teatro de sombras, la ventaja no la tiene quien más dispara, sino quien es capaz de detectar primero (ya ocurre en Ucrania). Así, Atlantic Bastion aspira a devolverle a los británicos esa capacidad, aunque la contienda que se abre ahora no tiene pinta de que sea breve ni sencilla: en las profundidades del Atlántico se está librando el preludio de la próxima era de rivalidad estratégica entre Rusia y Occidente. Imagen | SEVMASH/VKONTAKTE En Xataka | Un submarino ruso ha aparecido frente a la costa de Francia. Y la reacción de Europa ha sido sorprendente: echarse unas risas En Xataka | El submarino nuclear más avanzado de Rusia era un secreto. Hasta que Ucrania ha revelado todo, incluso sus fallos - La noticia Un submarino "invisible" de Rusia ha hecho saltar las alarmas en el Ártico. La respuesta de Europa: Atlantic Bastion fue publicada originalmente en Xataka por Miguel Jorge .
Un submarino "invisible" de Rusia ha hecho saltar las alarmas en el Ártico. La respuesta de Europa: Atlantic Bastion

El nuevo sistema representa el reconocimiento de que la competencia submarina ha regresado con fuerza... con ayuda de la IA

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Miguel Jorge

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La botadura del Khabarovsk, el nuevo y ultrasilencioso submarino ruso capaz de desplegar torpedos nucleares Poseidon, ha reactivado un temor que llevaba décadas latente en ciudades como Londres: la posibilidad de que el equilibrio naval del Atlántico se esté inclinando de nuevo a favor de Moscú. 

La respuesta de Reino Unido ha sido contundente, y se llama Atlantic Bastion.

La guerra submarina. Aunque la imagen pública de la amenaza rusa suele girar en torno a buques de investigación como el Yantar, sospechoso de mapear y potencialmente manipular cables y tuberías submarinas, los especialistas europeos saben que lo verdaderamente inquietante está mucho más abajo. 

Rusia ha invertido décadas en reducir la firma acústica de sus submarinos hasta niveles que rozan la invisibilidad, combinando nuevos sistemas de propulsión, recubrimientos compuestos y bombas de refrigeración prácticamente indetectables. En ese entorno, donde el silencio es poder, un submarino fantasma con capacidad nuclear altera no solo las rutas marítimas, sino el corazón mismo de las infraestructuras estratégicas que conectan a Europa con el mundo.

En XatakaLa Peste Negra seguía ocultando un enigma casi siete siglos después. La respuesta estaba en unos árboles de los Pirineos

UK se reinventa. Ante la amenaza resurgente del Khabarovsk, la Royal Navy ha puesto en marcha lo que han denominado como Atlantic Bastion, un plan concebido para restaurar la ventaja estratégica británica en aguas propias y aliadas. Su origen no es nuevo y lo hemos contado antes: el Reino Unido lleva vigilando la brecha Groenlandia–Islandia–Reino Unido (GIUK gap) desde antes de la creación de la OTAN, y la Segunda Guerra Mundial ya demostró que controlar ese corredor marítimo era esencial para evitar que fuerzas enemigas se deslizaran hacia el Atlántico Norte. 

Pero lo que antes eran destructores y barridos acústicos se está transformando en un entramado híbrido que combina fragatas Type 26 equipadas con sonar de nueva generación, aviones P-8 Poseidon capaces de patrullar miles de kilómetros y, sobre todo, enjambres de drones submarinos dotados de inteligencia artificial. Según el Ministerio de Defensa, esta arquitectura pretende detectar, clasificar y seguir a cualquier submarino enemigo que intente penetrar en aguas británicas o irlandesas, y hacerlo de manera constante, autónoma y con un alcance inédito.

Llegan los algoritmos. El núcleo del proyecto será Atlantic Net, una red distribuida de planeadores submarinos autónomos equipados con sensores acústicos y guiados por sistemas de inteligencia artificial capaces de reconocer firmas sonoras con un nivel de precisión que hasta hace pocos años era poco menos que coto de la ciencia ficción. A diferencia del SOSUS de la Guerra Fría, basado en gigantescos hidrófonos fijos colocados en el fondo del mar, la nueva generación será móvil, expansible y adaptable a las rutas y comportamientos de submarinos cada vez más insonorizados. 

La ambición final es desplegar cientos de unidades baratas y persistentes que, en conjunto, creen una malla de vigilancia mucho más difícil de evadir. La metáfora es reveladora: si encontrar un submarino silencioso es como buscar una aguja en un pajar oceánico, la tecnología moderna permite multiplicar exponencialmente el número de manos que rebuscan.

Khabarovk

El desafío tecnológico de cazar sombras. Sin embargo, incluso con esta revolución tecnológica, los expertos advierten que detectar a los nuevos submarinos rusos seguirá siendo una empresa extremadamente compleja. Desde los años ochenta, Moscú ha reducido drásticamente las emisiones acústicas de su flota, lo que obliga a combinar sensores pasivos, activos y configuraciones complejas como el sonar biestático, donde un buque emite un pulso y otro recoge el eco. 

Estas técnicas requieren coordinación, plataformas múltiples y una densidad de sensores significativa, algo que Atlantic Bastion aspira a proporcionar pero que aún está lejos de desplegarse a escala total. La llegada de las fragatas Type 26, diseñadas para ser el buque insignia de la guerra antisubmarina británica, es fundamental para este propósito, al igual que la cooperación con Noruega y otros aliados que también están reforzando su capacidad en el Atlántico Norte.

El rompecabezas del bastión ruso. Incluso si Atlantic Bastion lograra limitar la presencia de submarinos de ataque rusos en el Atlántico, existe una dimensión que ningún sistema occidental puede solucionar: los submarinos estratégicos rusos ya no necesitan abandonar su propio bastión en el Ártico para amenazar a Europa o a Estados Unidos. Sus misiles balísticos intercontinentales pueden alcanzar objetivos a miles de kilómetros sin moverse del Mar de Barents o del Mar Blanco, protegidos por capas de defensas y condiciones geográficas favorables. 

Allí juegan a un escondite letal donde Occidente no puede penetrar sin escalar significativamente el conflicto. La paradoja es clara: Reino Unido puede reforzar sus aguas y vigilar cada metro del GIUK gap, pero no puede negar la capacidad nuclear rusa desplegada en su refugio natural, una realidad que enmarca todo el esfuerzo británico dentro de una lógica de contención más que de dominación.

En TrendenciasLos siete hábitos a los que hay decir adiós para ser más felices a partir de los 60

Un ajedrez submarino. Si se quiere, Atlantic Bastion representa, en última instancia, el reconocimiento de que la competencia submarina ha regresado con fuerza, ahora alimentada por capacidades digitales, sensores distribuidos y plataformas autónomas que transforman la naturaleza de la vigilancia oceánica. El Atlántico Norte vuelve a convertirse en un escenario de maniobras silenciosas donde Rusia y Reino Unido miden su resistencia tecnológica en un entorno que recuerda a la Guerra Fría, pero con algoritmos y autonomía como nuevas armas. 

Una carrera que no se decide con grandes batallas, sino con la capacidad de escuchar mejor, procesar más rápido y anticipar movimientos invisibles. En ese teatro de sombras, la ventaja no la tiene quien más dispara, sino quien es capaz de detectar primero (ya ocurre en Ucrania). Así, Atlantic Bastion aspira a devolverle a los británicos esa capacidad, aunque la contienda que se abre ahora no tiene pinta de que sea breve ni sencilla: en las profundidades del Atlántico se está librando el preludio de la próxima era de rivalidad estratégica entre Rusia y Occidente.

Imagen | SEVMASH/VKONTAKTE

En Xataka | Un submarino ruso ha aparecido frente a la costa de Francia. Y la reacción de Europa ha sido sorprendente: echarse unas risas

En Xataka | El submarino nuclear más avanzado de Rusia era un secreto. Hasta que Ucrania ha revelado todo, incluso sus fallos

Fuente original: Leer en Xataka
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