- JAVIER AYUSO
Los resultados de las elecciones al Parlamento de Extremadura han confirmado lo que vaticinaban las encuestas: victoria clara del PP, pero no lo suficiente como para reducir su dependencia de Vox, y batacazo histórico del PSOE.
Si hay que hablar de vencedores y perdedores en este inicio de un ciclo electoral que marcará el futuro de nuestro país, el partido de Pedro Sánchez es el más perjudicado, mientras que el de Santiago Abascal es el que ha obtenido un mayor crecimiento en votos y escaños.
María Guardiola decidió disolver el Parlamento ante la falta del apoyo de Vox para sacar adelante los Presupuestos para 2026, con la esperanza de eliminar, o por lo menos reducir, la dependencia del partido radical para gobernar. Y aunque haya obtenido mejores resultados que en 2023, solo ha ganando un diputado más, frente a los 6 del partido ultra. Así que a la hora de formar gobierno no le quedará más remedio que pactar con ellos, después de haberse enfrentando duramente en la campaña electoral. La buena noticia para los populares es que solo necesitaría la abstención de los verdes.
En los próximos días sabremos la voluntad real de Abascal de facilitar la investidura de Guardiola o sus exigencias para no bloquear el nuevo gobierno.La realidad es que los dos partidos derechas han obtenido el 60% de los votos, frente al 36% de las izquierdas y nadie entendería un bloqueo. Aunque es una historia que se viene repitiendo desde las autonómicas y municipales de 2023 y que ha llevado a Vox a crecer mes tras mes en todas las regiones. No hay que olvidar, además, que en los próximos meses se celebrarán comicios en Aragón, Castilla y León y Andalucía y la actitud que muestren en Extremadura, afectará a los resultados en las otras comunidades autónomas.
El domingo por la noche, en la sede del PP en la madrileña calle de Génova se comentaba que había sido una amarga victoria. Alberto Núñez Feijóo ya venía advirtiendo sobre la dificultad de obtener una mayoría absoluta en la región y, de hecho, ha participado de forma muy limitada en la campaña para evitar un desgaste innecesario. Ha preferido hacer un llamamiento a su competidor de la extrema derecha para que no bloquee la formación de un nuevo gobierno.
Donde se mascaba la tragedia era en sede socialista de Ferraz. El batacazo sufrido ayer en una comunidad autónoma en donde el PSOE ha gobernado durante 36 años (ha perdido un 20% de los votos y diez escaños respecto a 2023 en que todavía fue el partido más votado), es un aviso muy serio para el futuro político de la formación.
Pedro Sánchez se ha volcado en apoyo de un candidato como Miguel Ángel Gallardo, procesado por varios delitos relacionados con su hermano, y no puede mirar para otro lado ante el fracaso absoluto del PSOE. Ya en 2023, el secretario general de los socialistas fue un lastre en las elecciones autonómicas y municipales y puede suceder lo mismo en las próximas citas de 2026.
Además, en esta ocasión ya no valen las llamadas al miedo al ascenso de la ultraderecha. Se ha comprobado que la ofensiva socialista ha favorecido el crecimiento de Vox. Resultaba patético escuchar anoche a Gallardo afirmando que la perdedora es Guardiola y advirtiendo sobre el peligro de la radicalidad, en vez de presentar su dimisión y preparar su defensa jurídica.
Hay que analizar, además, los resultados de ayer en clave nacional, ya que es el inicio de un nuevo ciclo electoral en el que las encuestas auguran algo parecido a lo ocurrido ayer: estancamiento del PP, fuerte crecimiento de Vox y caída del PSOE. El presidente del Gobierno tiene que ser consciente de que su empecinamiento de permanecer en el poder, pese a su imposibilidad de gobernar por la extrema debilidad parlamentaria está destruyendo a su partido y a sus socios de izquierdas, mientras da alas a la extrema derecha y a los independentistas.
Todo ello, sin olvidar los casos de corrupción que siguen apareciendo día a día y que afectan a personas muy cercanas a Sánchez, además de las denuncias por acoso sexual en los despachos del partido y de la propia Moncloa. Sus asesores deberían advertirle de que hay que dar un volantazo en su gestión, si no quieren que el batacazo de ayer se traslade a las próximas elecciones. Ayer mismo, sus socios de Sumar y algunos de sus aliados volvieron a exigir autocrítica y un cambio profundo.
La buena noticia para las izquierdas es el crecimiento de Unidas por Extremadura, que casi ha duplicado sus votos y ha pasado de 4 a 7 escaños. Y lo ha hecho gracias al acuerdo entre Podemos e Izquierda Unida, rompiendo la dinámica de desunión entre los líderes nacionales.
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