El 26 de mayo de 2020, Vox publicó en sus redes sociales un vídeo que se titulaba Obrero y español. La pieza apenas duraba un minuto y tenía la calidad técnica de una snuff movie, pero pretendía recoger a través de grabaciones teóricamente espontáneas el sentir de varios trabajadores que habían acudido en coche a la manifestación convocada sólo tres días antes por el partido de Santiago Abascal contra el Gobierno por su "criminal" gestión de la crisis del coronavirus.
De aquel video se viralizó especialmente la frase de un tipo que resumía el inicio de un viraje en la estrategia política de la formación de extrema derecha en nuestro país: "Vengo aquí para quejarme de Pablo Iglesias y de Pedro Sánchez... y a decir que soy de Carabanchel", bramaba el señor agarrado al volante de su coche, con una bandera de España enorme asomando por la ventanilla. "Llevo trabajando 25 años y soy un obrero. No soy ningún pijo y estoy hasta los huevos de la izquierda".
Sólo unas semanas después, y justo antes de las elecciones gallegas, Vox publicaba otro vídeo en el que Abascal conversaba con su "abueliña" materna y recordaba el pasado de su bisabuelo como un humilde trabajador ferroviario, "un guardagujas de la escala más baja".
En septiembre de ese mismo año, Vox anunció la creación de su propio think tank -Fundación Disenso, lo llamó- con el objetivo de marcar "un antes y un después para la España que madruga". Y ya antes, en julio, había lanzado su particular sindicato para proteger a los trabajadores "indefensos" frente a los sindicatos de izquierdas, "ideológicos, subvencionados y corruptos".
El partido anunció que se llamaría Solidaridad, aunque se registró como Sindicato para la Defensa de la Solidaridad de los Trabajadores de España (SPDSTE). Al frente está hoy Jordi de la Fuente, antiguo líder del partido neonazi MSR. El nombre y hasta el logo estaban inspirado en la federación sindical polaca que Lech Walesa fundó en los 80 para combatir al régimen comunista en su país. Y el anuncio, como toda la campaña en redes sociales de esos últimos meses, confirmaba un nuevo camino en el proyecto del partido ultra. Su objetivo ya no pasaba sólo por arañar votos a la derecha de la derecha del Partido Popular, sino también por empezar a rascar en el terreno inexplorado de la izquierda.
Cinco años después, los datos confirman que el plan está funcionando por primera vez. Según los resultados de la encuesta de Sigma Dos para EL MUNDO, Vox ya le roba más de 300.000 votos al PSOE y la sangría ha sido especialmente intensa en los dos últimos meses. Si el pasado verano, el porcentaje de votantes socialistas que decían haberse mudado a la formación de Abascal apenas llegaba al 0,3%, el mes pasado ya eran un 2,5%. En el panel de este mes, la cifra roza ya el 4%. Con los resultados electorales de 2023 como referencia, esto supondría 305.000 apoyos de antiguos votantes de Pedro Sánchez. Y subiendo...
Sigma Dos diciembre 2025. Trasvase votos PSOE a Vox"El partido ha tardado en cuajar, pero ha sabido escuchar la calle hasta construir un discurso sólido", dice uno de los fieles que acompañó a Santiago Abascal cuando se hizo con el mando de la formación. "Al final, la gente no es gilipollas... El obrero vota a Vox porque vive la inseguridad cada día en sus calles y luego escucha a Irene Montero en la tele decir que el que le roba no es el negro o el moro, sino Juan Roig y El Corte Inglés... Mientras la izquierda no asuma que la inmigración es un problema, Vox va a seguir creciendo por ese lado".
Todos los sondeos más recientes les dan la razón.
"En las dos elecciones del año 2019, que es cuando Vox experimenta un crecimiento increíble, se ve que logran aumentar en todas las capas sociales, pero también que se les resiste el voto obrero y ahí se produce un nuevo rumbo", explica David Lerín, profesor de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid y autor de la investigación Cambios en la estrategia política de Vox tras su irrupción electoral: Populismo y búsqueda del voto obrero, un trabajo que radiografía cronológicamente la evolución del relato del partido desde aquel vídeo al volante de un currante de Carabanchel. "Han adquirido un lenguaje mucho más populista con un énfasis aún mayor en la inmigración y han aparcado su plano más liberal para apostar por un proteccionismo nacional más en la línea de Trump, Meloni o Le Pen. El éxito de Vox ha sido impregnar el voto obrero con su apuesta antimigratoria y ese rechazo, aunque cuesta verlo en las encuestas, también existe en nuestro país".
La fórmula no es nueva. La ultraderecha francesa de Marine Le Pen ha crecido a expensas de la izquierda y del declive del Partido Comunista Francés. En Alemania, la AfD emerge en varios sondeos como la primera opción entre trabajadores manuales y quienes tienen peores percepciones sobre sus condiciones laborales. Y algo similar ocurre en Italia, Austria, Hungría... Según una investigación de Pew Research, el 67% de los votantes de Donald Trump en las elecciones de 2024 en EEUU no tenían título universitario.
"Vox ha sabido gestionar muy bien el malestar ciudadano justo cuando la izquierda está atrapada en su burbuja. Cuando desconectas de la realidad, la gente busca otras opciones"
Ignacio Urquizu, sociólogo y ex diputado del PSOE
"En España no somos especiales ni somos distintos. Vox ha seducido a los jóvenes y su barrera ahora mismo son las mujeres, aunque su voto femenino se ha triplicado en la última legislatura, son también los mayores de 65 años y son las comunidades del norte del país, pero desde luego ya no es el voto obrero", analiza Ignacio Urquizu, profesor de Sociología, consultor externo de Metroscopia y ex diputado socialista en el Congreso. "Vox ha sabido gestionar muy bien el malestar ciudadano justo cuando hay una izquierda intelectual atrapada en su burbuja, creyendo que el mundo se interpreta tal y como ellos lo viven desde el barrio de Salamanca o El Viso y no cómo vive la gente de verdad en Usera o Carabanchel. Cuando desconectas de la realidad y especialmente de tus bases, la gente busca otras opciones y la memoria histórica ya no funciona como el pegamento de años atrás".
Los últimos barómetros del CIS confirman que Vox ya es la primera fuerza entre los trabajadores de ocupaciones elementales, oficiales, operarios y artesanos y entre operadores de instalaciones y maquinaria. La derecha más dura ya acaricia el 20% del voto entre quienes se reconocen de clase baja y, según el panel de Sigma Dos para EL MUNDO, se mueven en la misma horquilla entre quienes viven en ciudades de más de 100.000 que no son capitales. Es decir, principalmente los municipios de lo que siempre se consideró el cinturón rojo de Madrid o Barcelona.
"El futuro de Vox está en Getafe y no en el barrio de Salamanca. Cada día es más evidente", escribía hace unos días Jesús Fernández-Villaverde, profesor de Economía en la Universidad de Pensilvania, en un hilo en la red social X en el que analizaba las últimas encuestas nacionales y autonómicas y pronosticaba un sorpaso del partido de Abascal al PP en un plazo de tiempo de dos a cuatro años. "Entre la antigua clase obrera Vox es hoy el partido más votado, por encima del PSOE y muy lejos de Sumar o Podemos", sentenciaba.
"Vox se ha subido a una ola reaccionaria a nivel mundial mientras la izquierda fracasa en cuanto a la precariedad y la vivienda, que son las rendijas por las que se está colando el discurso de la extrema derecha", explica el portavoz de ERC en el Congreso, Gabriel Rufián. "La clase trabajadora ya no se siente representada, ha sido fraccionada por una izquierda que se ha fijado mucho más en el léxico que en el BOE. Que se ha inventado una realidad que no existía en lugar de intentar transformar una tangible. Y que ha fracasado en la representación de su propia gente. En ese gazpacho avanza Vox".
El nuevo portavoz adjunto de Vox en el Congreso, Carlos H. Quero."Llevamos dos legislaturas de un Gobierno progresista pusilánime que no ha sabido o no ha querido dar solución a los problemas que la clase trabajadora tiene delante de los morros, empezando por la vivienda", comparte el periodista Miquel Ramos, experto en movimientos de extrema derecha y autor del ensayo Antifascistas. "La izquierda no ha sido capaz de capitalizar el descontento y la sensación de desamparo como sí hizo durante la crisis de 2008 y Vox ha visto un nicho de oportunidad para ocupar ese vacío con mucha inversión, mucha propaganda y una batalla cultural bestial. La designación de Quero va en esa línea".
Quero es Carlos Hernández Quero, diputado de Vox en el Congreso por la provincia de Málaga desde 2023 y portavoz adjunto del partido en el Parlamento desde el mes pasado. Su ascenso en sustitución del siempre belicoso Javier Ortega Smith ha coincidido con el pico de penetración de la formación entre las clases populares. Quero tiene sólo 34 años, barba de hipster y un pendiente en la oreja izquierda. ¿Se acuerdan de cuando el portavoz de Vox era Iván Espinosa de los Monteros y de Simón, hijo del marqués de Valtierra? Pues justo lo contrario. O casi.
"La izquierda no es consciente de que está perdiendo votos por la derecha. Si no damos casas a la gente, la gente al final se busca cuevas"
Gabriel Rufián, portavoz de ERC en el Congreso
"Espinosa podría decir lo mismo que dice Quero pero, ¿quién le creería a él?", se pregunta el politólogo Yesurún Moreno. "Espinosa no sabe ni por dónde le sopla el viento, pero Carlos Quero es del distrito madrileño de Tetuán, ha estado metido siempre en temas vecinales y sabe lo que es vivir en un barrio popular y no en una burbuja".
Yesurún Moreno es profesor en la sucursal española del Instituto Superior de Sociología, Economía y Política (ISSEP), un centro de estudios creado en 2018 en Lyon por Marion Maréchal-Le Pen, sobrina de la líder de Reagrupamiento Nacional (RN), en el que Moreno coincidió con Carlos Hernández Quero y donde también ejercen como profesores Javier Tebas, presidente de la Liga, cargos de Vox como Jorge Buxadé o Rocío de Meer o el escritor Kiko Méndez-Monasterio, consejero áulico de Santiago Abascal y padrino político del nuevo portavoz del partido.
La irrupción de Quero ha sido meteórica. Su exitoso mítin en Aluche el mes pasado dentro de la campaña Madrid Sur en Pie, sus apelaciones a la España feliz de los toldos verdes, sus intervenciones en el Congreso y en redes sociales, sus críticas a la izquierda pero también a Ayuso (rebautizada como ‘Lady Miami’ por su política de puertas abiertas a los "multimillonarios extranjeros" de origen latinoamericano), su formación académica y su aspecto alejado del canon más rancio de la extrema derecha le han convertido en la nueva estrella del partido.
Los titulares hablan del regreso de "la derecha social" y de la "podemización" de Vox, Rufián dijo de Carlos H. Quero que parecía "un chaval del PSOE" y el ex diputado de Vox Juan Luis Steegmann le bautizó como el nuevo "Carmeno", en referencia a Manuela Carmena. En su perfil de X, él mismo se define como "Historiador de barrio". "Lo pequeño sobre lo grande, la justicia sobre el egoísmo, lo diferente sobre lo uniforme, lo local sobre lo global", dice su bio.
EL MUNDO trató sin éxito de contactar con él para este reportaje. Nadie de Vox ha querido hablar con este periódico. Aun así, fuentes próximas a la dirección del partido reconocen que el cambio de caras en la primera línea de la formación y la ampliación de su discurso han sido las claves de un crecimiento cocido a fuego lento. "Los críticos de Vox dijeron que el partido se iba al garete, sobre todo tras la ruptura de cinco gobiernos autonómicos, que era algo sin precedentes, pero la realidad dice lo contrario", celebran.
Este mismo lunes, en una entrevista en Abc, Quero insistía en su apelación al desencanto de ese nuevo votante convertido en punto de mira crucial para Vox. "La izquierda ha traicionado la esperanza de muchos jóvenes", decía. "Con el 15-M enarboló la bandera de la justicia material cuando para muchos parecía que no había futuro. Desde entonces la izquierda ha estado mucho tiempo en el poder y ha frustrado todas las expectativas generadas. Los que vinieron a denunciar la casta hoy son parte de la casta".
"La falta de horizonte es el caldo de cultivo que explica el descontento con la izquierda y el auge de una formación política que interpela a los problemas reales de la clase trabajadora"
Yesurún Moreno, profesor en el Instituto Superior de Sociología, Economía y Política
¿Qué explica la seducción de una parte de la clase obrera por la derecha más radical? "Yo mismo soy un ejemplo de una izquierda que está huérfana, que no se siente representada desde el 15-M y que se ha acercado al único proyecto nacional transversal", dice Yesurún Moreno. Nacido en Barcelona hace 30 años, dice haber militado en el PSUC y simpatizado con los círculos de Podemos hasta que -asegura- entendió que "la justicia social ya no es patrimonio exclusivo de la izquierda".
"Yo no creo que exista una estrategia de Vox para captar el voto en los barrios obreros. Creo que existe una verdad política", explica ahora. "La degradación de los barrios, el aumento de la delincuencia, la inseguridad, la islamización de las escuelas, la precarización laboral, el aumento de los precios, la imposibilidad del acceso a la vivienda, el paro juvenil desbocado... Esa falta de horizonte es el caldo de cultivo que explica el descontento con la izquierda y el auge de una formación política que interpela a los problemas reales de la clase trabajadora".
-¿Pero qué culpa tiene la inmigración de que yo tenga un alquiler de 1.500 euros?
-Bueno, es que tampoco es de recibo tener a una presidenta de Madrid que facilita el acceso a la vivienda a los ricachones que vienen de cualquier país hispanoamericano con vete a saber qué recursos para comprar pisos a tocateja.
-Vox dice apoyar a la clase obrera, pero luego vota contra las subidas de impuestos a los fondos inmobiliarios o contra la reforma del impuesto de transmisiones o contra el impuesto a los multipropietarios de vivienda...
-Yo no pertenezco a Vox, así que no te sabría decir. Yo sólo te digo lo que veo, que hay un problema de degradación y de inseguridad en los barrios y que, mientras, la izquierda está a por uvas, hablando del sexo de los ángeles.
"El de Vox es un discurso muy tramposo, pero lo cierto es que funciona", rebate Miquel Ramos. "La extrema derecha lleva muchos años intentando romper el cerco del voto obrero y lo ha hecho generando una corriente de opinión que demoniza las políticas de igualdad, demoniza a la izquierda, demoniza al Estado y alimenta el miedo a la inmigración, que hace unos años ni estaba ni se le esperaba como problema".
Pese a que los datos siguen diciendo que no existe una correlación directa entre migrantes y delincuencia, el año pasado, la inmigración ya se convirtió por primera vez en la principal preocupación para los españoles según el barómetro del CIS, superando al paro, la economía y la discusión política. Un ascenso casi en paralelo a la intención de voto de Vox.
El panel de Sigma Dos para EL MUNDO dice hoy que el votante de Vox es ahora mismo el más fiel a sus siglas y que en unas hipotéticas elecciones la extrema derecha le arrebataría al PP un 16,7% de su apoyo, más de 1.300.000 votos. Sobre ese escenario edificó Pedro Sánchez una estrategia para engordar al partido de Abascal que ahora empieza a volverse también en su contra.
"Creo que la izquierda no es consciente de que también está perdiendo por ahí", lamenta Rufián. "Pasa también en Cataluña, donde Aliança Catalana pilla de todos lados. Al final lo que echará a Sánchez de Moncloa no será Vox ni la corrupción, será la precariedad y la vivienda. Y eso pasará a nivel mundial. Si no damos casas a la gente, la gente al final se busca cuevas donde gritar".