Gran debacle electoral del PSOE en su feudo histórico. Los socialistas no sólo han perdido poder institucional: ni siquiera han logrado igualar el número de votos que obtuvieron únicamente en los pueblos en las anteriores elecciones, justo donde se concentra el grueso del electorado extremeño. En total, ha sumado 135.991 papeletas en toda Extremadura, 107.519 menos que en los comicios previos de 2023.
Entiéndase la dimensión del golpe. En Extremadura, la geografía electoral tiene una huella claramente rural. Las capitales -Badajoz, Cáceres y Mérida- apenas concentran el 29% de la población. A medio camino quedan las ciudades pequeñas y medianas (más de 10.000 habitantes), que reúnen otro 21%. Pero el peso decisivo recae en los pueblos: allí vive casi la mitad de los extremeños (49,8%).
Y, en estas elecciones, ni siquiera han sumado en toda la región, lo que lograron sólo en los pueblos en 2023 (151.102 votos). Además, es ahí donde sufren el mayor desplome: de 179.146 votos en 2019, estos comicios sólo han sumado 85.040, un 52% menos y casi 94.106 votos perdidos. A esto se le suma que la participación fue clave. La abstención aumentó un 35% este año. En total, 320.256 personas no votaron, 83.217 más que en 2023, una caída que afectó especialmente al PSOE, el partido que más votos perdió en esta cita electoral.
"La izquierda no termina de asumir que haya votantes tradicionalmente de izquierdas que estén pasando a Vox, pero está ocurriendo. Los de Abascal empiezan a captar voto de personas que se identifican como clase obrera, con rentas bajas o en situación de desempleo. Y eso explica buena parte del crecimiento de la derecha", aclara Luis Miller, investigador Científico en el Instituto de Políticas y Bienes Públicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
El resultado es un giro de fondo. Una tierra históricamente de izquierdas ha dado en estas elecciones una mayoría del 60% al bloque de derechas. Al mirar el mapa con lupa, el cambio se vuelve aún más elocuente: Vox ha sido la fuerza más votada en hasta siete municipios. Es el punto más visible de un proceso que empezó a cocinarse hace ya varios años.
En 2019, el panorama político extremeño aún se teñía de rojo. El PSOE se impuso en 338 municipios, con 286.563 votos repartidos por toda la comunidad y ganó aquellas elecciones con holgura. Entonces, las tres capitales extremeñas y las 10 ciudades eran plenamente socialistas y sólo 50 localidades escapaban a ese dominio para optar por el Partido Popular como primera fuerza.
Seis años después, el escenario ha dado la vuelta. Las tres capitales y las 10 grandes urbes han respaldado mayoritariamente al PP, dejando atrás al PSOE, y de los apenas 50 municipios que en 2019 no apoyaban a los socialistas ha pasado ahora a 249. El desplome es contundente: en esta ocasión sólo ha logrado ser la primera fuerza en 117 municipios -todos ellos pueblos-, lo que supone una caída del 65,3% respecto a 2019. En paralelo, los populares se han impuesto en 262 municipios, multiplicando por cinco sus resultados (+424%) en comparación con 2019.
María Guardiola, líder del PP extremeño, ha ganado, sí, pero sin crecer en votos. Entre 2019 y 2023, su partido había experimentado un fuerte avance en Extremadura (un 40%, al pasar de 168.589 a 236.923 papeletas), impulsado en gran parte por la absorción del electorado de Ciudadanos. En estas elecciones, sin embargo, ha perdido 8.597 votos en el conjunto de la región. Aun así, ha resistido. "El PP está demostrando en todo este ciclo electoral que se mantiene, y eso no es poco con Vox creciendo", subraya Miller.
La aparente paradoja —perder votos y ganar un escaño— se explica por la abstención. "Cuando baja la participación, los porcentajes dejan de ser comparables en términos absolutos. El PP pierde votos, sí, pero al reducirse el total de papeletas en juego, su peso relativo aumenta", explica Ana Salazar, presidenta de la Asociación de Comunicación Política (ACOP).
La caída de la participación, sin embargo, no es en sí misma alarmante. "No exageraría su impacto: en Extremadura veníamos de participaciones muy altas, en torno al 75%, y ahora nos movemos en cifras que siguen siendo normales en democracias occidentales", apunta Miller.
El apoyo a Vox se dispara: consigue ser primera fuerza en siete municipios y segunda Badajoz
Y si el PSOE se desploma y el PP aguanta, el gran vencedor de la noche, en términos de crecimiento, ha sido Vox. El partido de Abascal ha triplicado su apoyo respecto a 2019 (+209%), al pasar de 28.849 votos entonces a 89.364 ahora. La tendencia no es nueva: en 2023 ya había crecido un 70%, hasta los 49.535 votos, y desde entonces ha vuelto a dar otro salto del 80%.
En los últimos comicios la gran expansión de los de Abascal se concentró en los pueblos -con un aumento del 81% respecto a 2019-, este año esa dinámica se repite. En el ámbito rural vuelve a crecer un 84%, en especial entorno a la comarca de Campo Arañuelo, donde se concentra la mayor densidad de población extranjera y la central nuclear de Almaraz -con cierre programado para 2028 y cuya continuidad Vox prometió garantizar-.
Según el análisis de Salazar, esto es fruto de una estrategia muy localizada y de una coincidencia casi perfecta entre discurso y territorio. Son zonas donde pesan el campo, su tradición y una estructura social conservadora en lo cultural, y donde Vox ha sabido activar un voto "disputable".
En muchos de estos municipios, explica la politóloga, el trasvase no se produce de forma directa del PSOE a Vox, sino a través de una doble transferencia: antiguos votantes socialistas de perfil más centroderecha pasan primero al PP y, desde ahí, una parte acaba recalando en Vox.
Para saber másInforme gráfico.Radiografía del giro extremeño: el tsunami rural que castiga al PSOE y ya quiere a Abascal
- Redacción: MARIA TOLDRÀ
- Redacción: MARÍA ALCÁNTARA
- Redacción: ELSA MARTÍN Madrid
Además, el avance también ha despuntado en las ciudades medianas y pequeñas, donde Vox ha duplicado su peso (+110%), pasando de 9.948 votos en 2023 a 20.871 en estos comicios. Olivenza, el municipio del que era originario Guillermo Fernández Vara, ex dirigente socialista fallecido hace unos meses, ilustra bien el cambio de ciclo: allí, el voto a Vox se ha disparado un 207,4%, mientras que el PP ha caído casi un 16% y el PSOE se ha desplomado un 44,7%.
El crecimiento de los de Abascal en las capitales también es notable, hasta el punto de haberse consolidado como la segunda fuerza más votada en Badajoz, con el 20,8 % de los votos, solo por detrás del PP (46,3%).
El cambio de fondo, sin embargo, no está tanto en la irrupción de la extrema derecha como en el derrumbe del PSOE. "No es que llegue Vox: es que el socialismo se está yendo", resume Miller. Hasta aquí, casi todo entraba dentro de lo que anticipaban las encuestas. "Lo más novedoso es que vemos un cierto repunte de la izquierda alternativa", señala el investigador. Unidas por Extremadura -con Podemos e IU integrados- mejora claramente sus resultados respecto a 2023 y supera el 10% de los votos. No sólo recupera los niveles de 2019, sino también rompe la tendencia descendente de los últimos años.
Salazar aclara que el repunte se explica por una mejor organización del voto y una movilización más eficaz de su electorado. "A diferencia de otras citas electorales, esta izquierda ha estado unida, lo que ha evitado la dispersión de apoyos. A eso se suma que han logrado activar a un electorado propio que, en otros comicios, se había quedado en casa», indica.
Lo verdaderamente llamativo, sin embargo, está en el desplome socialista. A diferencia del PP —acostumbrado a ciclos de caída y recomposición—, el PSOE no suele sufrir hundimientos bruscos. "Es un partido históricamente muy estable, con muy pocas elecciones en las que haya caído diez puntos", recuerda Miller.
Por eso, lo ocurrido en Extremadura no se interpreta como una oscilación más del ciclo político, sino como el desgaste profundo de un partido que fue hegemónico durante décadas y que ahora afronta el reto, nada sencillo, de recomponerse desde la oposición. Un proceso que, advierte el investigador, podría llevarle incluso a perder la segunda posición en comunidades como Murcia o Andalucía.
Metodología
Fuente de los datos: Junta de Extremadura e Instituto Nacional de Estadística.
Para la clasificación de los municipios en pueblos se ha tenido en cuenta el límite numérico de habitantes estipulado por el Instituto Geográfico Nacional (a partir de 10.000 residentes, el municipio se considera urbano en España).
Texto y tratamiento de datos: Maria Toldrà y María Alcántara.
Gráficos y tratamiento de datos: Alberto Hernández.
Dirección de arte: María González y Josetxu L. Piñeiro.