Trabajos del futuroAsí será la gestión de personas cuando llegue la IA general
• TINO FERNÁNDEZ @tinofernandez 28 NOV. 2025 - 17:23
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• Compartir en LinkedIn
• Enviar por emailMario Garcés, fundador de The Mind Kind y Felipe Navío, cofundador y coCEO de Job&Talent.
Mientras la inteligencia artificial generativa ya altera el mercado laboral, la inminente inteligencia artificial general promete una revolución total, y exige un nuevo contrato social para afrontar el fin del trabajo tradicional y numerosos retos profesionales.
Cuando todavía nos sorprenden las promesas e incertidumbres de la inteligencia artificial generativa, y cómo estas herramientas pueden cambiar nuestras vidas, carreras y trabajos, hay quien habla ya de la posibilidad de alcanzar la inteligencia artificial general, un paso más hasta llegar a la supuesta meta de la superinteligencia.
Mario Garcés, emprendedor e investigador en neurociencia e inteligencia artificial general algorítmica, ha fundado The Mind Kind, una start up que busca la inteligencia artificial general, que es una IA que entiende, aprende, piensa y se adapta como un ser humano en cualquier tema.
Mientras que las inteligencias artificiales actuales sólo son buenas en tareas específicas (traducir, escribir, jugar ajedrez, generar imágenes), la IA general será buena en todo, resolviendo problemas nuevos, razonando, planificando, aprendiendo por sí misma y aplicando lo aprendido en cualquier situación. Marcos Garcés compite con los Sam Altman, Google o Microsoft en esta búsqueda de un Santo Grial de la inteligencia.
El fundador de The Mind Kind debatió esta semana durante la entrega de los XXIII Premios EXPANSIÓN a la Innovación en Recursos Humanos con Felipe Navío, cofundador y coCEO de Job&Talent, uno de los unicornios españoles del empleo que es un ejemplo de nuevo actor en el negocio del reclutamiento y la búsqueda de las profesiones con futuro.
Al comienzo de la conversación Mario Garcés imaginaba "el caso de alguien que regresa a casa de noche, con las calles desiertas. Se detiene en un semáforo en rojo. No hay nadie cruzando, ningún coche en la intersección y, sin embargo, permanece detenido, obedeciendo una señal lumínica sin una razón aparente de seguridad inmediata: algo tan sencillo como un semáforo es una infraestructura crítica. Y por serlo, hoy no podemos poner a la inteligencia artificial actual a controlarla. Porque no es confiable". Con este ejemplo que parece trivial, el fundador de The Mind Kind inició un debate sobre el presente de la inteligencia artificial generativa y el futuro de la IA general. La llegada de esta se perfila no como la de una herramienta más, sino "como un evento de impacto similar al de un meteorito: inevitable, transformador y veloz".
De alguna manera, Garcés desmonta el mito de lo que tenemos hoy: "La tecnología que ha fascinado al mundo en los últimos dos años -desde ChatGPT hasta los generadores de imágenes- se clasifica como inteligencia artificial generativa. Estos sistemas son, en esencia, grandes modelos estadísticos nacidos del big data".
Para Garcés, el funcionamiento de estos modelos se basa en "triturar enormes bases de datos a través de capas de redes neuronales artificiales, buscando correlaciones estadísticas complejas". Si bien sus resultados pueden parecer mágicos, el fundador de The Mind Kind advierte sobre el problema de la "caja negra": no sabemos realmente qué aprenden ni cómo llegan a sus conclusiones. "No generalizan conocimientos, simplemente aprenden aquello que se les ha enseñado, para bien o para mal, con sus sesgos. Por eso, nadie en su sano juicio pondría a un LLM (Large Language Model) a controlar una torre de control aéreo o una grúa de construcción".
El Santo Grial, el objetivo que persiguen gigantes como Google, Microsoft u OpenAI -y en el que Garcés trabaja desde una perspectiva neurocientífica- es la inteligencia artificial general (conocida como AGI). El salto cualitativo radica en "crear una máquina capaz de aprender a aprender, emulando la eficiencia magistral de los seres vivos. Mientras que los centros de datos actuales consumen energía suficiente para iluminar ciudades, el cerebro humano es capaz de adquirir conocimiento nuevo, extrapolarlo y resolver problemas inéditos con un consumo de apenas 20 vatios".
Recursos humanos: un laboratorio del cambio
Mientras la ciencia busca replicar la eficiencia biológica, el mercado laboral ya está experimentando las primeras sacudidas del seísmo. Desde la actividad emprendedora de una start up convertida en unicornio como Job&Talent, Felipe Navío ofrece una visión pragmática: "El cambio no es algo que se espera, ya está ocurriendo".
Navío se declara optimista, en parte por su condición de emprendedor, y cree que la IA no es una herramienta auxiliar, sino un agente de cambio estructural: "El gran error que cometen muchas empresas y departamentos de recursos humanos es la parálisis por análisis, el miedo a no ser expertos. La IA es tan nueva que la gente que dice 'yo sé de inteligencia artificial', probablemente no sepa. Y si sabe, mañana ya no sabrá porque saldrá otro modelo".
Para ilustrar el impacto real, Navío presentó el caso de Clara, un reclutador virtual desarrollado por su compañía tras la irrupción de ChatGPT. Lo que comenzó como un experimento lúdico se ha convertido en un pilar fundamental que gestiona un volumen de contratación de 400.000 trabajadores y cuatro millones de entrevistas al año.
La diferencia no es sólo operativa, sino de experiencia. Donde antes un candidato podía esperar semanas para recibir una llamada -o caer en el olvido administrativo-, hoy es posible contactar en menos de 60 segundos tras aplicar a la oferta. Clara ofrece 20 minutos de entrevista en los que el candidato puede expresarse libremente, recogiendo una riqueza de información que los formularios estáticos jamás podrían captar. Navío destaca que, paradójicamente, "la tecnología ha humanizado el servicio al hacerlo inmediato y atento".
Para analizar el futuro a medio plazo, Mario Garcés utiliza la metáfora del meteorito para describir la llegada de la IA general: "Sabemos que una tecnología capaz de realizar todo el trabajo humano llegará. El problema de una bala no es la bala en sí, es la velocidad". La preocupación central no es la existencia de la tecnología, sino la rapidez con la que se está desplegando, dejando un margen de maniobra cada vez más estrecho para la adaptación social y económica.
Los datos ya ofrecen señales de alarma. Garcés cita estadísticas recientes de Estados Unidos que indican que el desempleo entre los recién graduados universitarios se ha duplicado en el último trimestre, pasando del 5% al 9%. Los puestos junior cualificados, tradicionalmente la puerta de entrada al mercado laboral, están siendo los primeros en ser sustituidos por modelos de lenguaje eficientes y baratos.
La reciente irrupción de modelos como DeepSeek ha cambiado las reglas del juego. Se pensaba que el desarrollo de modelos de vanguardia requería inversiones multimillonarias, accesibles sólo para unos pocos gigantes tecnológicos, pero la aparición de modelos de bajo coste y alto rendimiento ha demostrado que la barrera de entrada se está desmoronando. Esto acelera el calendario del impacto de manera dramática.
¿Dónde quedan los seres humanos?
Si las máquinas resuelven todos los problemas y todo el mundo puede acceder a las soluciones que ofrece la IA general cabe preguntarse dónde quedan los seres humanos. Felipe Navío compara el empleo con la energía: "Ni se crea ni se destruye, se transforma». Si bien reconoce que ciertos empleos dejarán de existir, señala un fenómeno emergente: el auge de los solopreneurs. En el último año, el número de emprendedores que lanzan proyectos en solitario se ha multiplicado por cien: "Probablemente en la sociedad del futuro no habrá 2.000 millones de empleados por cuenta ajena, quizá haya 2.000 millones de emprendedores".
La IA está democratizando la capacidad de creación, y barreras técnicas que antes eran insalvables para una persona sin conocimientos de programación, hoy se disuelven. La IA permite que un individuo con una idea y creatividad pueda ejecutar proyectos que antes requerían fábricas o equipos de desarrollo enteros.
Navío cree que "entramos en la era de la creatividad", mientras que Garcés se inclina por una visión más filosófica y humanista. Tras dedicar 15 años a la investigación básica en neurociencia, a menudo en aislamiento para fomentar el pensamiento profundo, Garcés sostiene que el ser humano se define por su capacidad de pensar: "En el momento en que te aventuras a crear una empresa, se acabó el pensamiento puro. La sociedad actual, obsesionada con la productividad y la ejecución, ha dejado poco espacio para la contemplación y la curiosidad intelectual. La automatización total del trabajo podría paradójicamente liberarnos para recuperar esa esencia".
Para Garcés "el placer de descubrir y adquirir conocimiento nuevo tiene valor por sí mismo, independientemente de su utilidad económica. Si las máquinas se encargan de la supervivencia y la producción, los humanos podrían dedicarse a la exploración intelectual, las fronteras científicas y el arte, volviendo a un estado de curiosidad perpetua".
En todo caso, Garcés introduce un concepto inquietante sobre la naturaleza del aprendizaje en la era de la IA: "Para que un ser humano alcance un nivel de maestría en cualquier disciplina, se estima que necesita unas 10.000 horas de práctica y estudio. Es un proceso individual, lento e intransferible. Las máquinas operan bajo una lógica diferente. Si una máquina aprende lo que yo sé de inteligencia artificial, inmediatamente todas las demás lo pueden aprender. El conocimiento digital se puede copiar y transferir instantáneamente. Cuando se logre una arquitectura que se asemeje a la capacidad humana y se combine con la capacidad de compartir conocimientos en red de forma instantánea, estaremos ante una superinteligencia que dejará atrás la escala humana de aprendizaje".
Ante este escenario es necesario actuar. Garcés insta a abrir el melón de un nuevo contrato social. No se trata sólo de que las empresas preparen planes de contingencia, sino de que los gobiernos y organismos supranacionales, como la UE, diseñen estrategias de mitigación y adaptación. La reestructuración económica y social será inevitable si el trabajo deja de ser el eje vertebrador de la vida humana. La investigación y el debate deben salir de los círculos académicos y tecnológicos para permear en la política y la sociedad civil.
Estamos diseñando 'catedrales de inteligencia'
Felipe Navío es partidario de la acción: "Hay que hacer cosas y probar". El coste de entrada para experimentar con la tecnología más avanzada de la historia es ridículo, apenas 20 euros al mes, y Navío anima a perder el miedo: "Las posibilidades que da hoy la IA para probar y hacer cosas que no estaban a nuestro alcance es brutal.
Mario Garcés coincide en la utilidad personal de estas herramientas, y revela que él mismo utiliza modelos de lenguaje para su investigación científica: "Cuando se sabe preguntar adecuadamente (el arte del prompting), la IA puede cruzar ideas dispares y generar informes exhaustivos en tiempo real, acelerando el proceso de descubrimiento de semanas a minutos. Es fascinante y permite cruzar ideas que uno puede tener bailando en la cabeza".
Garcés concluye que "la humanidad siempre ha crecido cuando se ha empujado a sí misma al borde del precipicio, y cada salto tecnológico ha supuesto una crisis y un renacimiento. La diferencia esta vez es la escala y la velocidad. Estamos construyendo catedrales de inteligencia, componiendo sinfonías de datos y diseñando a nuestros sucesores evolutivos o a nuestros mejores aliados".
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• Desarrollo de CarreraQuién se cree la promesa de una semana de 3 días gracias a la IAEngañar con IA en la entrevista de trabajo, otra trampa de alto riesgoIESE Business School, en el 'top 30' mundial de investigación de impacto Comentar ÚLTIMA HORA
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Mientras la inteligencia artificial generativa ya altera el mercado laboral, la inminente inteligencia artificial general promete una revolución total, y exige un nuevo contrato social para afrontar el fin del trabajo tradicional y numerosos retos profesionales.
Cuando todavía nos sorprenden las promesas e incertidumbres de la inteligencia artificial generativa, y cómo estas herramientas pueden cambiar nuestras vidas, carreras y trabajos, hay quien habla ya de la posibilidad de alcanzar la inteligencia artificial general, un paso más hasta llegar a la supuesta meta de la superinteligencia.
Mario Garcés, emprendedor e investigador en neurociencia e inteligencia artificial general algorítmica, ha fundado The Mind Kind, una start up que busca la inteligencia artificial general, que es una IA que entiende, aprende, piensa y se adapta como un ser humano en cualquier tema.
Mientras que las inteligencias artificiales actuales sólo son buenas en tareas específicas (traducir, escribir, jugar ajedrez, generar imágenes), la IA general será buena en todo, resolviendo problemas nuevos, razonando, planificando, aprendiendo por sí misma y aplicando lo aprendido en cualquier situación. Marcos Garcés compite con los Sam Altman, Google o Microsoft en esta búsqueda de un Santo Grial de la inteligencia.
El fundador de The Mind Kind debatió esta semana durante la entrega de los XXIII Premios EXPANSIÓN a la Innovación en Recursos Humanos con Felipe Navío, cofundador y coCEO de Job&Talent, uno de los unicornios españoles del empleo que es un ejemplo de nuevo actor en el negocio del reclutamiento y la búsqueda de las profesiones con futuro.
Al comienzo de la conversación Mario Garcés imaginaba "el caso de alguien que regresa a casa de noche, con las calles desiertas. Se detiene en un semáforo en rojo. No hay nadie cruzando, ningún coche en la intersección y, sin embargo, permanece detenido, obedeciendo una señal lumínica sin una razón aparente de seguridad inmediata: algo tan sencillo como un semáforo es una infraestructura crítica. Y por serlo, hoy no podemos poner a la inteligencia artificial actual a controlarla. Porque no es confiable". Con este ejemplo que parece trivial, el fundador de The Mind Kind inició un debate sobre el presente de la inteligencia artificial generativa y el futuro de la IA general. La llegada de esta se perfila no como la de una herramienta más, sino "como un evento de impacto similar al de un meteorito: inevitable, transformador y veloz".
De alguna manera, Garcés desmonta el mito de lo que tenemos hoy: "La tecnología que ha fascinado al mundo en los últimos dos años -desde ChatGPT hasta los generadores de imágenes- se clasifica como inteligencia artificial generativa. Estos sistemas son, en esencia, grandes modelos estadísticos nacidos del big data".
Para Garcés, el funcionamiento de estos modelos se basa en "triturar enormes bases de datos a través de capas de redes neuronales artificiales, buscando correlaciones estadísticas complejas". Si bien sus resultados pueden parecer mágicos, el fundador de The Mind Kind advierte sobre el problema de la "caja negra": no sabemos realmente qué aprenden ni cómo llegan a sus conclusiones. "No generalizan conocimientos, simplemente aprenden aquello que se les ha enseñado, para bien o para mal, con sus sesgos. Por eso, nadie en su sano juicio pondría a un LLM (Large Language Model) a controlar una torre de control aéreo o una grúa de construcción".
El Santo Grial, el objetivo que persiguen gigantes como Google, Microsoft u OpenAI -y en el que Garcés trabaja desde una perspectiva neurocientífica- es la inteligencia artificial general (conocida como AGI). El salto cualitativo radica en "crear una máquina capaz de aprender a aprender, emulando la eficiencia magistral de los seres vivos. Mientras que los centros de datos actuales consumen energía suficiente para iluminar ciudades, el cerebro humano es capaz de adquirir conocimiento nuevo, extrapolarlo y resolver problemas inéditos con un consumo de apenas 20 vatios".
Recursos humanos: un laboratorio del cambio
Mientras la ciencia busca replicar la eficiencia biológica, el mercado laboral ya está experimentando las primeras sacudidas del seísmo. Desde la actividad emprendedora de una start up convertida en unicornio como Job&Talent, Felipe Navío ofrece una visión pragmática: "El cambio no es algo que se espera, ya está ocurriendo".
Navío se declara optimista, en parte por su condición de emprendedor, y cree que la IA no es una herramienta auxiliar, sino un agente de cambio estructural: "El gran error que cometen muchas empresas y departamentos de recursos humanos es la parálisis por análisis, el miedo a no ser expertos. La IA es tan nueva que la gente que dice 'yo sé de inteligencia artificial', probablemente no sepa. Y si sabe, mañana ya no sabrá porque saldrá otro modelo".
Para ilustrar el impacto real, Navío presentó el caso de Clara, un reclutador virtual desarrollado por su compañía tras la irrupción de ChatGPT. Lo que comenzó como un experimento lúdico se ha convertido en un pilar fundamental que gestiona un volumen de contratación de 400.000 trabajadores y cuatro millones de entrevistas al año.
La diferencia no es sólo operativa, sino de experiencia. Donde antes un candidato podía esperar semanas para recibir una llamada -o caer en el olvido administrativo-, hoy es posible contactar en menos de 60 segundos tras aplicar a la oferta. Clara ofrece 20 minutos de entrevista en los que el candidato puede expresarse libremente, recogiendo una riqueza de información que los formularios estáticos jamás podrían captar. Navío destaca que, paradójicamente, "la tecnología ha humanizado el servicio al hacerlo inmediato y atento".
Para analizar el futuro a medio plazo, Mario Garcés utiliza la metáfora del meteorito para describir la llegada de la IA general: "Sabemos que una tecnología capaz de realizar todo el trabajo humano llegará. El problema de una bala no es la bala en sí, es la velocidad". La preocupación central no es la existencia de la tecnología, sino la rapidez con la que se está desplegando, dejando un margen de maniobra cada vez más estrecho para la adaptación social y económica.
Los datos ya ofrecen señales de alarma. Garcés cita estadísticas recientes de Estados Unidos que indican que el desempleo entre los recién graduados universitarios se ha duplicado en el último trimestre, pasando del 5% al 9%. Los puestos junior cualificados, tradicionalmente la puerta de entrada al mercado laboral, están siendo los primeros en ser sustituidos por modelos de lenguaje eficientes y baratos.
La reciente irrupción de modelos como DeepSeek ha cambiado las reglas del juego. Se pensaba que el desarrollo de modelos de vanguardia requería inversiones multimillonarias, accesibles sólo para unos pocos gigantes tecnológicos, pero la aparición de modelos de bajo coste y alto rendimiento ha demostrado que la barrera de entrada se está desmoronando. Esto acelera el calendario del impacto de manera dramática.
¿Dónde quedan los seres humanos?
Si las máquinas resuelven todos los problemas y todo el mundo puede acceder a las soluciones que ofrece la IA general cabe preguntarse dónde quedan los seres humanos. Felipe Navío compara el empleo con la energía: "Ni se crea ni se destruye, se transforma». Si bien reconoce que ciertos empleos dejarán de existir, señala un fenómeno emergente: el auge de los solopreneurs. En el último año, el número de emprendedores que lanzan proyectos en solitario se ha multiplicado por cien: "Probablemente en la sociedad del futuro no habrá 2.000 millones de empleados por cuenta ajena, quizá haya 2.000 millones de emprendedores".
La IA está democratizando la capacidad de creación, y barreras técnicas que antes eran insalvables para una persona sin conocimientos de programación, hoy se disuelven. La IA permite que un individuo con una idea y creatividad pueda ejecutar proyectos que antes requerían fábricas o equipos de desarrollo enteros.
Navío cree que "entramos en la era de la creatividad", mientras que Garcés se inclina por una visión más filosófica y humanista. Tras dedicar 15 años a la investigación básica en neurociencia, a menudo en aislamiento para fomentar el pensamiento profundo, Garcés sostiene que el ser humano se define por su capacidad de pensar: "En el momento en que te aventuras a crear una empresa, se acabó el pensamiento puro. La sociedad actual, obsesionada con la productividad y la ejecución, ha dejado poco espacio para la contemplación y la curiosidad intelectual. La automatización total del trabajo podría paradójicamente liberarnos para recuperar esa esencia".
Para Garcés "el placer de descubrir y adquirir conocimiento nuevo tiene valor por sí mismo, independientemente de su utilidad económica. Si las máquinas se encargan de la supervivencia y la producción, los humanos podrían dedicarse a la exploración intelectual, las fronteras científicas y el arte, volviendo a un estado de curiosidad perpetua".
En todo caso, Garcés introduce un concepto inquietante sobre la naturaleza del aprendizaje en la era de la IA: "Para que un ser humano alcance un nivel de maestría en cualquier disciplina, se estima que necesita unas 10.000 horas de práctica y estudio. Es un proceso individual, lento e intransferible. Las máquinas operan bajo una lógica diferente. Si una máquina aprende lo que yo sé de inteligencia artificial, inmediatamente todas las demás lo pueden aprender. El conocimiento digital se puede copiar y transferir instantáneamente. Cuando se logre una arquitectura que se asemeje a la capacidad humana y se combine con la capacidad de compartir conocimientos en red de forma instantánea, estaremos ante una superinteligencia que dejará atrás la escala humana de aprendizaje".
Ante este escenario es necesario actuar. Garcés insta a abrir el melón de un nuevo contrato social. No se trata sólo de que las empresas preparen planes de contingencia, sino de que los gobiernos y organismos supranacionales, como la UE, diseñen estrategias de mitigación y adaptación. La reestructuración económica y social será inevitable si el trabajo deja de ser el eje vertebrador de la vida humana. La investigación y el debate deben salir de los círculos académicos y tecnológicos para permear en la política y la sociedad civil.
Estamos diseñando 'catedrales de inteligencia'
Felipe Navío es partidario de la acción: "Hay que hacer cosas y probar". El coste de entrada para experimentar con la tecnología más avanzada de la historia es ridículo, apenas 20 euros al mes, y Navío anima a perder el miedo: "Las posibilidades que da hoy la IA para probar y hacer cosas que no estaban a nuestro alcance es brutal.
Mario Garcés coincide en la utilidad personal de estas herramientas, y revela que él mismo utiliza modelos de lenguaje para su investigación científica: "Cuando se sabe preguntar adecuadamente (el arte del prompting), la IA puede cruzar ideas dispares y generar informes exhaustivos en tiempo real, acelerando el proceso de descubrimiento de semanas a minutos. Es fascinante y permite cruzar ideas que uno puede tener bailando en la cabeza".
Garcés concluye que "la humanidad siempre ha crecido cuando se ha empujado a sí misma al borde del precipicio, y cada salto tecnológico ha supuesto una crisis y un renacimiento. La diferencia esta vez es la escala y la velocidad. Estamos construyendo catedrales de inteligencia, componiendo sinfonías de datos y diseñando a nuestros sucesores evolutivos o a nuestros mejores aliados".
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