La entidad ajusta a la baja en una décima el PIB previsto para este año, al 2,9%, y aunque eleva en una décima su pronóstico para 2026 avisa de que la economía ha entrado en un proceso de gradual ralentización que reducirá su crecimiento al 2% en 2027. Aun así, BBVA Research prevé la creación de casi un millón de empleos en los próximos dos años.
La economía española encara la recta final de 2025 con un crecimiento todavía robusto, que, en un entorno europeo marcado por la debilidad, le permitirá liderar las alzas del PIB entre las grandes economías del bloque tanto este año como el que viene. Sin embargo, su tendencia apunta a la desaceleración, en un contexto en el que, ante la pérdida de fuelle de la demanda externa, su crecimiento en los próximos años estará cada vez más supeditado a la demanda interna, especialmente al consumo privado; a la marcha de la inversión, y a la creación de empleo que, sin embargo, en 2025 no ha ido acompañada de mejoras significativas en la productividad y tampoco de los salarios reales. Esto es, España afronta un futuro a medio plazo con luces pero también con sombras, según se desprende del último informe Situación España publicado este miércoles por BBVA Research.
La entidad ha revisado a la baja su previsión de crecimiento para este año, hasta el 2,9%, una décima menos que en su informe anterior, aunque en línea con las proyecciones del FMI, la OCDE o el propio Gobierno español, pero a cambio ha elevado al 2,4% su pronóstico para 2026, una décima por encima de lo calculado en octubre, anticipando ya un avance del PIB del 2% en 2027. Es decir, preludia un gradual enfriamiento ya "en marcha" de la economía en este trienio o, si se prefiere, un aterrizaje suave hacia las tasas promedio de crecimiento de las últimas tres décadas (en torno al 2,1%).
Casi un millón de empleos
Entre los destellos luminosos, BBVA Research, que augura un crecimiento del PIB del 0,7% en el cuarto trimestre de este año, lo que, de materializarse, supondría un ligero repunte respecto al +0,6% registrado entre julio y septiembre, pone en valor la resiliencia del mercado laboral y su capacidad de generar empleo. De hecho, calcula que entre 2026 y 2027 se crearán cerca de un millón de puestos de trabajo, a razón de unos 480.000 anuales en cada uno de esos ejercicios. Lo hará, en buena medida, de mano de la inmigración, que mitigará, aunque no solucionará, los problemas de escasez de mano de obra que sufren algunos sectores, entre los que sobresale la construcción, cuyo caso "es sintomático de la falta de encaje entre la demanda y oferta laboral en el conjunto de la economía española". Y todo ello en un entorno de "débil aumento en la productividad del empleo", aunque a cambio se está produciendo una mejora de la productividad del capital.
Otro de los factores de impulso de la economía española en el futuro próximo será el precio de la energía. Según los expertos de BBVA Research, "el coste del combustible y de la electricidad permanecerá relativamente bajo, contribuyendo a la competitividad de las empresas y a la recuperación del poder adquisitivo de los hogares", algo a lo que también contribuirá el gradual descenso de la inflación, que, según la entidad se moderará al 2,5% en 2026 y al 2,2% en 2027.
Pero junto a los claros también hay puntos oscuros, así como importantes asignaturas estructurales pendientes, que empujarán la balanza del lado de la desaceleración. Entre esas sombras destacan "el agotamiento de la contribución al crecimiento del turismo extranjero", con algunos indicadores, como el número de turistas extranjeros o sus pernoctaciones en hoteles, que ya rozan el estancamiento; el frenazo de las exportaciones de bienes en un contexto de incremento de aranceles, de incertidumbre comercial y de apreciación del euro frente al dólar, o la falta de inversiones en sectores clave "para asegurar la provisión de electricidad y vivienda a precios asequibles".
Vivienda, cuello de botella
Precisamente, BBVA Research alerta de que "el mercado de la vivienda continuará siendo un cuello de botella y una fuente de tensión para mejorar el bienestar de la población". Si bien prevé que la inversión se acelere en los próximos años, con la tendencia actual no será suficiente para reducir de forma significativa el déficit inmobiliario.
A este cóctel de factores se añade una política fiscal que, según el informe, se volverá contractiva a partir de la segunda mitad de 2026, o el gradual agotamiento de las inversiones vinculadas a los fondos europeos... Sin olvidar los ajustes a que obligará el cumplimiento de las reglas fiscales europeas en los próximos años.
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