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Herramientas como Google o el GPS modifican el cerebro y eso no es necesariamente malo si mantenemos una buena salud cerebral. El ejercicio y la alimentación son claves. La inteligencia artificial también lo cambiará, por eso neurocientíficos como Álvaro Pascual-Leone alertan sobre ello.
Todo lo que tenemos a nuestro alcance modifica nuestro cerebro. El GPS del móvil nos indica donde girar para evitar los atascos sin necesidad de pensar en rutas alternativas; el móvil donde hemos memorizado los teléfonos de familiares y amigos evita que gastemos algunas de las pocas neuronas que aún nos quedan disponibles; incluso usar habitualmente Google, ¿para qué retener una determinada información si está disponible en el buscador? "Es algo inevitable. El cerebro va cambiando y eso no es ni bueno ni necesariamente malo. El reto es cómo incorporar este tipo de herramientas sin perjudicarle", explica Álvaro Pascual-Leone, uno de los neurocientíficos más reconocidos a nivel internacional.
Referente en plasticidad cerebral y en el uso de tecnologías no invasivas para mejorar la salud y las capacidades cognitivas, Pascual-Leone advierte que también la inteligencia artificial cambiará nuestro cerebro. "Hay que aprovecharla porque es capaz de hacer cosas de una forma mucho más eficiente que el ser humano, pero hay que poner límites". Y ésta es la gran dificultad. El neurólogo valenciano, catedrático de Neurología en la Escuela Médica de Harvard, que participó esta semana en la segunda edición de InspiraTech, bootcamp organizado por la Fundación Innovación Bankinter y la Fundación General CSIC, propone subirse a una báscula cerebral. ¿Existe? "Hay muchas formas de medir el estado de salud de nuestro cerebro, pero la mayoría de la gente acude al neurólogo cuando él o aquellos que le rodean detectan un problema de memoria. Lamentablemente, el 92% de las enfermedades neuronales, desde el Alzheimer hasta la demencia, se diagnostican tarde porque los pacientes no van a la consulta antes de empezar con los primeros síntomas", responde Pascual-Leone.
Volvamos entonces a la pregunta anterior. ¿Qué es eso de la báscula cerebral? "Imagine la siguiente escena. Tras varios días de comidas copiosas cualquier persona engorda. No sabe cuánto, pero si se sube a una báscula puede poner remedio al problema con un régimen más o menos estricto. Es más, si vamos a hacernos un chequeo rutinario y en los análisis de sangre se observa un problema de colesterol podemos medicarnos y evitar las enfermedades cardiovasculares asociadas a él. El problema de las dolencias neuronales es que no hay un factor de referencia, una báscula que todos tengamos en casa, que nos diga cómo van las cosas. Pero en las consultas de los neurólogos ya existen herramientas parecidas a esa báscula y si la gente acudiera a ellas de forma habitual, y no sólo cuando tienen un problema, podríamos decirles qué tienen que hacer para ponerse a dieta".
Díganos entonces la dieta más adecuada, ya que con más de 21 millones de personas afectadas en España, los trastornos cerebrales (se incluyen enfermedades degenerativas y psiquiátricas) son ya la primera causa de discapacidad y la segunda de muerte, según el Consejo Español del Cerebro. "Hacer ejercicio de alta intensidad varias veces a la semana, no basta con pasear; seguir aprendiendo, con esfuerzo y dedicación, y no limitarnos a hacer sólo que ya sabemos; comer menos y más sano; dormir profundamente; y sentirse conectado con el mundo, parte de un grupo social. Puede que todo esto suene a obviedad por eso voy a hacer una recomendación más: tener un propósito vital claro, bien definido y que proyectemos en los demás. No vale con trabajar duro para ser rico, hay que encontrar algo en aquellos que nos rodean que justifique el uso de la riqueza. Por ejemplo, ganar más dinero para sacar de la pobreza al barrio en el que crecí".
Pascual-Leone es consciente de que esta dieta exige mucho esfuerzo. "El cerebro se estructura como los estratos de la tierra, todas las capas son importantes y lo que haces desde que naces hasta que mueres influye en su estado de salud", asegura el neurocientífico que nos aconseja ser más proactivos en todo lo que tiene que ver con la salud cerebral. "Según la Organización Internacional del Trabajo, la mayoría de la población mundial vive a treinta minutos de su trabajo. Hace cien años las cifras eran muy parecidas, pero la gente iba caminando. Hoy vamos en coche o en transporte público y hemos incorporado la rutina de andar al menos 10.000 pasos al día para activarnos y no sufrir las consecuencias del sedentarismo. Con el cerebro deberíamos hacer lo mismo. Cuanto más lo cuidemos, menos nos afectarán los cambios que produzcan en él herramientas como la inteligencia artificial", concluye el neurocientífico valenciano.
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