- ROBERT SHRIMSLEY
Aunque en mi caso ya es demasiado tarde, aún podéis seguir mi consejo.
Reconozco que no soy la persona adecuada a la que podéis pedir consejo. Aunque, pensándolo bien, puede que sí porque soy consciente de este problema y es algo que he tenido prácticamente desde mi época de estudiante. Estoy convencido de que otras personas también lo tienen.
Probablemente reconozcáis esa sensación. Ha pasado un tercio de la reunión, un bocazas interviene por quinta vez y, de repente, te das cuenta de que eres tú. Puede que la gente se remueva en sus sillas o se oye un suspiro alto y claro.
Quizás todavía te sientes satisfecho contigo mismo, pero tienes la suficiente conciencia para reconocer que, en la jerga futbolística, aunque has dominado en posesión, no estás marcando ningún tanto.
La calidad puede mitigar este problema, pero, en algún momento, la cantidad se convierte en la métrica definitoria. En fin, no estoy seguro de qué es peor, una falta total de autoconciencia o simplemente reconocer el problema con la suficiente autodisciplina para hacer algo al respecto. En este proceso aparecen otros síntomas. Una excompañera me explicó que sufría el síndrome de Tourette. Aunque no se pronunciara, su rostro le delataba porque comenzaba a asentir vigorosamente o a hacer pequeñas muecas.
Otros compañeros se quedan callados y luego realizan una intervención devastadora, que a menudo les refuerza en su convicción de ser los más listos de la sala. Esto funciona especialmente bien si, como ellos, sois el más listo de la sala.
En fin, esto es un verdadero desafío para los que somos más habladores. Hay momentos en los que sé que es hora de bajar el tono. En otras ocasiones, he decidido no intervenir al menos durante la primera mitad de una sesión. Pero el problema es que no todas las reuniones pueden aguantar tanto tiempo sin mi intervención.
Si al leer esto te sientes incómodo, entonces tienes uno de estos dos rasgos: o eres un poco presumido o tienes algún tipo de complejo de salvador. Este último es la sensación de que solo tu intervención puede salvar a todos del desastre. A menos que trabajes como controlador aéreo, probablemente esto no sea cierto.
Y lo más probable es que, si eres ese tipo de persona en el trabajo, te comportes igual en casa o en tu vida social. Otros no aprecian la carga que esto supone. Lo que no se dan cuenta es que, como Atlas, llevas todo el peso de la conversación. Sin ti, habría un incómodo silencio o, peor aún, la cosa derivaría en un tema que no te interesa.
En realidad creo que ya es demasiado tarde para mí. Aunque para ser justos, en mi caso me pagan por escribir artículos de opinión, así que al menos puedo argumentar que simplemente estoy ofreciendo una buena relación calidad-precio. Y en mis relativamente pocas reuniones, estoy rodeado de muchos con la misma aflicción. Pero si algo de esto os resulta familiar, ahí van algunos consejos, ninguno de los cuales he logrado seguir, obviamente.
Número uno: Cállate. Esta es la solución infalible. No existe Bocazas Anónimos, pero ¿nos imaginamos intentando decir algo si existiera este tipo de organización? El tratamiento consistiría en siete pasos hacia el silencio. A ver si podéis lograrlo en uno.
Si esto es demasiado, conviene identificar cuáles son tus dos o tres puntos clave y reducir el resto. Pregúntate si necesitas çmencionar ese punto o es solo algo que quieres que te vean decir.
Hay pocos regalos más grandes en el mundo corporativo que una reunión que termina 30 minutos antes. Sé solidario. No niegues este regalo a los demás.
Si vas a hablar mucho, intenta ser lo más breve posible. Hablar más rápido no cuenta.
Asegúrate de no interrumpir a quienes hablan poco, especialmente si son mujeres. Invita a los demás a compartir sus opiniones. Sorprende a tus compañeros diciendo de vez en cuando: "No tengo nada que añadir a lo que dijo Martin...". Felicítate en silencio por saber que antes esto no te habría detenido.
Sobre todo, aprende a interpretar lo que ocurre a tu alrededor. Habrá pistas incluso en una llamada de Zoom.
En fin, esta revelación me ha llegado demasiado tarde. O tal vez llegó a tiempo, pero estaba demasiado ocupado hablando. Pero vosotros podéis hacerlo mejor. Os lo agradeceréis a vosotros mismos, y aunque no lo hagáis, otros lo harán.
© The Financial Times Limited [2025]. Todos los derechos reservados. FT y Financial Times son marcas registradas de Financial Times Limited. Queda prohibida la redistribución, copia o modificación. EXPANSIÓN es el único responsable de esta traducción y Financial Times Limited no se hace responsable de la exactitud de la misma.
Alibaba y ByteDance esquivan el veto a los chips de NvidiaPor qué preocupan los datos poco fiables de ChinaTrump resucita el 'América para los americanos' Comentar ÚLTIMA HORA